?Un Gobierno autista?
Me dec¨ªa el otro d¨ªa un colega de la prensa, con acerada e injusta iron¨ªa: "Es m¨¢s f¨¢cil hablar con Colin Powell que con Alejandro Font de Mora". O sea, que le resulta m¨¢s accesible el secretario de Estado norteamericano que el portavoz del Gobierno de la Comunidad. No es el ¨²nico periodista que, en privado, se expresa en t¨¦rminos similares. Hace menos de un a?o, en cambio, los miembros del Consell hac¨ªan constante y p¨²blica exhibici¨®n urbi et orbi de sus presuntos m¨¦ritos. Bastaba que alguno de la dormida oposici¨®n formulase un comentario levemente cr¨ªtico para que saltasen a su yugular en perfecta formaci¨®n, apabull¨¢ndole con declaraciones a cu¨¢l m¨¢s sonora.
Ahora, insisto, predomina el silencio. Quiz¨¢s porque, como dec¨ªa Churchill, la democracia es inevitablemente aburrida. Alg¨²n analista menos piadoso, sin embargo, me ha expresado un diagn¨®stico m¨¢s cruel: "Se trata de un caso de autismo".
Ese t¨¦rmino lo emple¨® Eugen Blueler por primera vez en 1919 para reflejar el alejamiento del mundo exterior de quien lo padece. Cl¨ªnicamente, se explica como "absorci¨®n en la fantas¨ªa como escape de la realidad". Por su parte, la Enciclopedia Salvat que ofrece cada domingo este diario lo define como "desinter¨¦s por el mundo exterior, enclaustramiento patol¨®gico en s¨ª mismo, en el propio y cerrado universo ¨ªntimo".
De entrada, afirmo ya que no tenemos un Gobierno de autistas. Lo malo es que en ocasiones podr¨ªa parecerlo. La insuficiente comunicaci¨®n de ideas y proyectos, de realizaciones y resultados, da ox¨ªgeno a una desmayada oposici¨®n que, si por ella misma fuera, se habr¨ªa consumido ya en la m¨¢s absoluta inanidad. Obliga, adem¨¢s, a los medios de comunicaci¨®n de aqu¨ª y de all¨¢ a llenar espacio con temas escasamente beneficiosos para el Ejecutivo valenciano. Por ejemplo: ?qu¨¦ cuenta ¨²ltimamente la prensa nacional sobre nuestra Comunidad como no sean las presuntas disensiones entre Camps y Zaplana o la imputaci¨®n judicial de Carlos Fabra?
Por cierto, esa prensa resulta ominosamente m¨¢s ben¨¦vola con el franc¨¦s Alain Jupp¨¦, condenado por sentencia firme y que sigue en su cargo, que con el presidente de la Diputaci¨®n de Castell¨®n, cuya dimisi¨®n exige con m¨¢s inquina que argumentos jur¨ªdicos o pol¨ªticos. ?O es que no se acuerdan ustedes de Demetrio Madrid? Seguramente no y eso en s¨ª mismo constituye todo un alegato. El se?or Madrid, presidente socialista de Castilla y Le¨®n, dimiti¨® de su cargo en 1985 para hacer frente a un proceso judicial. Result¨® exonerado de toda culpa; pero ya no pudo volver a su antiguo puesto ni, casi, a la pol¨ªtica.
Pero habl¨¢bamos de la imagen que de la Comunidad Valenciana se percibe hoy d¨ªa en el exterior. ?D¨®nde est¨¢ el otrora denominado lobby regional en la capital del reino, capaz de generar noticias positivas que revalorizaban hasta con exageraci¨®n la puesta de moda de nuestra Comunidad? ?Qu¨¦ ha pasado este a?o en Fitur, donde se acaba de clausurar una edici¨®n con bastante pena y menos gloria? ?Por qu¨¦ se transmite la triste sensaci¨®n de una forzada austeridad que podr¨ªa llegar hasta a inhibir la inversi¨®n y el consumo?
No quiero pecar de aguafiestas, pero tampoco s¨¦ muy bien d¨®nde est¨¢ la fiesta ni qu¨¦ hay que celebrar. Tenemos unas cifras macroecon¨®micas mejores que las de nuestro entorno, un plan de infraestructuras que multiplicar¨¢ el valor de lo invertido hasta ahora, proyectos inspiradores de ilusi¨®n como la futura Copa del Am¨¦rica de Vela, un empresariado imaginativo y audaz... En cambio, insisto, hemos ca¨ªdo en una especie de aton¨ªa que no puede justificarse, ni mucho menos, por el par¨¦ntesis electoral hasta el 14 de marzo. Algo de eso sucede, por ejemplo, con la valoraci¨®n de las listas de candidatos del Partido Popular. Llevados de la ausencia de esp¨ªritu positivo que nos caracteriza, los periodistas dedicamos nuestro esfuerzo a analizar el sedicente car¨¢cter zaplanista del listado, sin detenernos a considerar las posibles cualidades parlamentarias de gentes como Fernando Castell¨® o Miguel Barrachina, entre otros, que podr¨¢n renovar en¨¦rgicamente desde las Cortes el desva¨ªdo lobby valenciano.
El ¨²ltimo y preocupante s¨ªntoma si no de autismo s¨ª de provincianismo ser¨ªa demonizar la aportaci¨®n for¨¢nea a nuestra tierra tras la reciente destituci¨®n de Joaqu¨ªn Hinojosa al frente de Teatres. Si esta Comunidad se ha desarrollado en los ¨²ltimos tiempos ha sido, entre otras razones, por acoger el talento for¨¢neo, viniere de donde viniere, sin pedirle pedigr¨ª localista alguno. Cambiar ese criterio por no s¨¦ qu¨¦ reivindicaci¨®n de se?as de identidad aut¨®ctona s¨ª que ser¨ªa un peligros¨ªsimo s¨ªntoma, pero esta vez de una patolog¨ªa nacionalista de la que hasta ahora parec¨ªamos felizmente vacunados.
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