Las Bescam
Es verdad que lo de las Bescam es un l¨ªo. Es cierto que la creaci¨®n de las brigadas especiales que pretende poner en marcha el Gobierno regional encaja mal en la Ley de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad y que lo del salario de 40.000 euros que dijeron al principio creaba agravios potencialmente conflictivos. Tambi¨¦n es evidente que modificaron lo comprometido inicialmente por Esperanza Aguirre ya que, en su programa electoral, hablaba de formar las brigadas s¨®lo con polic¨ªas municipales y luego dijeron de meter all¨ª a los 3.000 agentes del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa previstos te¨®ricamente en otro apartado. No hay duda, adem¨¢s, de que el consejero de Justicia e Interior, Alfredo Prada, pec¨® de precipitaci¨®n y puede que de ingenuidad porque, seguramente, nunca imagin¨® que el Ministerio del Interior le dejar¨ªa a las patas de los caballos. As¨ª que ha tenido que aguantar el chaparr¨®n, recular y presentar el pasado jueves un nuevo plan diferente en las formas y m¨¢s pausado en los tiempos. El hecho sin embargo de que el se?or Prada haya sido el ¨²nico capaz de dar la cara y comerse el marr¨®n a solas me indigna. Parece como si la pol¨¦mica suscitada en torno a la forma en que el Gobierno regional intentaba afrontar la inseguridad en la regi¨®n haya eclipsado el gran problema que motivaba el proyecto y, lo que es peor, redimido a sus aut¨¦nticos responsables.
Si el Gobierno que encabeza Esperanza Aguirre decidi¨® poner a toda prisa el plan que incluy¨® como una prioridad entre sus compromisos electorales es porque la seguridad en nuestra regi¨®n es un desastre. Crece sin parar el n¨²mero de atracos callejeros, hasta el punto de que m¨¢s de cien madrile?os son asaltados cada d¨ªa en la v¨ªa p¨²blica. Han aumentado igualmente los robos con fuerza en las cosas que alcanzan ya una media de 220 por jornada y, si hablamos de homicidios, el incremento supera el 13%.
Esta progresi¨®n, que eleva la tasa de criminalidad en casi un 4% con respecto al a?o anterior y que contrasta con el descenso del 7% en el n¨²mero de detenidos que son conducidos ante los jueces, es el verdadero esc¨¢ndalo. Sin embargo, al ministro del Interior, ?ngel Acebes, que tan digno se ha puesto ante las iniciativas err¨¢ticas del Gobierno regional, no parece que esas cifras le provoquen mayor inquietud. Los ciudadanos de esta regi¨®n llevamos a?os asistiendo a la mayor exhibici¨®n de pasividad e inoperancia que cabe imaginar. Juegan como trileros con las reiteradas promesas de aumento en la plantilla policial mientras municipios perif¨¦ricos de casi doscientos mil habitantes han de arreglarse con una sola patrulla nocturna por falta de medios. En los a?os noventa, cada noche sal¨ªan a patrullar las calles de Madrid capital m¨¢s de ciento cincuenta veh¨ªculos zeta, en la actualidad ese servicio apenas pasa de los cincuenta y durante las pasadas navidades no llegaban a los cuarenta coches.
El delegado del Gobierno se ha visto en la necesidad de hacer malabarismos, cuando no ilusionismo, con las cifras de efectivos. Siempre iban a llegar m¨¢s polic¨ªas pero nunca nos contaban los que se marchaban. El d¨¦ficit de funcionarios en las distintas unidades, seg¨²n el Cat¨¢logo de puestos de trabajo, ronda el 30%. Los Servicios Centrales del Ministerio del Interior diezman constantemente las comisar¨ªas madrile?as para cubrir sus imprevistos. Por si fuera poco, Madrid ha pasado de ser un destino privilegiado para los agentes del cuerpo a un lugar poco menos que de castigo. Es un territorio m¨¢s peligroso, menos confortable y, sobre todo, la vida es m¨¢s cara sin que exista un plus de grandes urbes que corrija esa desventaja. Los polic¨ªas nacionales est¨¢n desmotivados, no ven respuesta social ni judicial a la delincuencia y les supera ampliamente la tarea que han de afrontar. El Gobierno del Estado ha dejado, en definitiva, que engorde el problema y que la sensaci¨®n de inseguridad vuelva a apoderarse de la ciudadan¨ªa como en los peores tiempos. A nivel nacional, la criminalidad constituye la tercera preocupaci¨®n de los espa?oles despu¨¦s del paro y el terrorismo. En Madrid es la primera y nada permite suponer que vayan a desbancarla. S¨®lo por esto, al se?or Acebes deber¨ªa de ca¨¦rsele la cara de verg¨¹enza y no andar sacando pecho por su exhibici¨®n de autoridad ante las "veleidades" del Ejecutivo aut¨®nomo. Con mejor o peor fortuna, el Gobierno regional al menos lo intenta.
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