Las cosas como son
ES QUE LAS COSAS se ven de distinta manera en Madrid y en Barcelona, se dice, como si Barcelona y Madrid fueran sujetos de visi¨®n ¨²nica y, peor a¨²n, como si ver de distinta manera hiciera a las cosas diferentes, como si todo dependiera, incluso el ser de las cosas, del color del cristal con que se miren. Pero no; hay cosas que, se miren como y por donde se miren, son como son. Entre ellas, la naturaleza y funciones de algo que se llama Gobierno en democracia.
En Madrid y en Barcelona, un Gobierno -o consejo ejecutivo- es un ¨®rgano colegiado que "responde pol¨ªticamente ante el Parlamento de forma solidaria", por decirlo con los t¨¦rminos del Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a. Si esas palabras tienen alg¨²n sentido, es que los Gobiernos son pol¨ªticamente solidarios, sin perjuicio de la responsabilidad que incumba a cada uno de sus miembros. En las relaciones entre los consejeros o ministros, lo que importa no es que uno sea leal a los dem¨¢s o a su presidente, sino que su acci¨®n pol¨ªtica como miembro del consejo implica a los dem¨¢s, los compromete y los hace responsables.
Acci¨®n pol¨ªtica es, y de gran enjundia, que un miembro de un Gobierno entre en negociaciones con una organizaci¨®n terrorista en un territorio extranjero. Acci¨®n pol¨ªtica es, y de las que afectan gravemente al Gobierno del que forma parte, como lo entendi¨®, aunque 24 horas tarde, el presidente Maragall en su segundo comunicado. A estos efectos, carece de relevancia que la acci¨®n sea un error, una ingenuidad, una deslealtad, una muestra de buena voluntad o una prueba de suma estulticia; pudo haber sido todo eso a la vez, y todo lo contrario, sin cambiar el hecho fundamental: que el Gobierno en su conjunto es responsable de esa acci¨®n ante el Parlamento y, por extensi¨®n, ante los ciudadanos.
Y entonces, si el consejero que ha emprendido semejante acci¨®n se resiste a dimitir o si el presidente no se atreve a destituirlo, todo el Gobierno se hace solidariamente responsable de la acci¨®n emprendida. Un hecho no se borra con una simulaci¨®n: hacer el parip¨¦ de que uno ha presentado la dimisi¨®n y el otro no la acepta, como pretendi¨® el presidente de la Generalitat en su lamentable primer comunicado, adem¨¢s de ofensivo a cualquier inteligencia media, liquida las bases mismas sobre las que se fundamenta la acci¨®n de gobierno y convierte al presidente en prisionero de su consejero, pues ¨¦ste habr¨¢ conseguido que aqu¨¦l aparezca ante el Parlamento y ante la opini¨®n como solidario de una acci¨®n pol¨ªtica realizada a sus espaldas.
Por tanto, si no quer¨ªa aparecer ¨¦l tan responsable de la acci¨®n como su mismo autor, Maragall no ten¨ªa m¨¢s remedio que destituirlo. Y no porque en Madrid las cosas se vean as¨ª, sino porque son como son: el Gobierno responde pol¨ªticamente de forma solidaria. O Maragall cargaba sobre sus espaldas la acci¨®n de su ministro o lo destitu¨ªa. Pero Maragall no lo hizo la ya famosa tarde de lunes y ech¨® a perder con tortuosos distingos su comunicado del martes en el que, por fin, sacrificaba al cap aunque manten¨ªa al conseller. ?Se hab¨ªa salvado el tripartito! Florentinos que son, frente a los broncos madrile?os.
Pero tal vez habr¨ªa que mirar m¨¢s al sur para comprender hacia d¨®nde van algunas de las direcciones de la pol¨ªtica catalana. Algo ya hab¨ªa anunciado Carod cuando defendi¨®, con un argumento digno de la antigua curia romana o de la actual Mafia siciliana, el nepotismo como fundamento del buen gobierno. Y ahora, ante la crisis que ¨¦l mismo ha desatado, no ha tenido mejor ocurrencia que enfundarse la indumentaria de un peque?o Mussolini, elevar la voz y exclamar ante los adictos: yo y el pueblo conmigo. Demagogia y populismo se llama la figura.
Ante estas derivas de su coligado, el presidente Maragall intent¨® recuperar su autoridad maltrecha apuntando las bater¨ªas en todas direcciones, empezando por la que miraba al tejado de su propia casa. ?O ya no es su casa? La dudas que se ha empe?ado en extender sobre la naturaleza de la relaci¨®n entre PSC y PSOE son quiz¨¢ el peor da?o causado durante esta comedia de enredo, en la que unos entran, otros salen y otros volver¨¢n si se portan como es debido, y en la que el ruido levantado por ciertos incontinentes barones socialistas ha sumergido el ¨²nico comunicado sensato y en su sitio: el de Rodr¨ªguez Zapatero cuando se acercaba la media noche del lunes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Crisis gobierno
- Josep Llu¨ªs Carod Rovira
- Negociaciones con terroristas
- VII Legislatura Catalu?a
- PSC
- Gobierno auton¨®mico
- Parlamentos auton¨®micos
- Generalitat Catalu?a
- Comunidades aut¨®nomas
- Negociaciones ETA
- Pol¨ªtica antiterrorista
- PSOE
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Catalu?a
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Parlamento
- Lucha antiterrorista
- ETA
- Conflictos pol¨ªticos
- Espa?a
- Partidos pol¨ªticos
- Grupos terroristas
- Terrorismo
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica