Fernando Roble?o: el toreo
La emoci¨®n est¨¢ garantizada cuando se hace el toreo de verdad. Los tendidos bailan de emoci¨®n y el ol¨¦ suena puro, celestial, en se?al de que la parroquia se rinde al milagro. Ese que hizo Fernando Roble?o en el quinto de la tarde. Pues era de ver al bravo torero de San Fernando de Henares dando distancia al toro, el medio pecho ofrecido con gallard¨ªa, la muleta adelantada, la mano que llevaba la muleta muy baja, y el burel dibujando un ocho sobre el ocre albero de la plaza.
En su primero Roble?o estuvo pele¨®n, sin volver la cara ni torcer el gesto. Se gan¨® una oreja por un espadazo ca¨ªdo de acierto asegurado. Y luego lleg¨® el toreo bueno, la grandeza que siempre es ver resplandecer lo aut¨¦ntico.
Osborne / Diego, Roble?o, Saavedra
Toros de Jos¨¦ Luis Osborne, bien presentados, blandos, de juego irregular; 3? como sobrero; 5? encastado; alguno sospechoso de pitones. Juan Diego: oreja y silencio. Fernando Roble?o: oreja; aviso y dos orejas. Julio Pedro Saavedra: silencio; aviso y silencio. Plaza de Valdemorillo, 8 de febrero. 4? y ¨²ltima de feria. Casi tres cuartos de entrada.
Manej¨® el capote Roble?o con soltura y templanza en los lances de saludo, y en un quite a la ver¨®nica de buen juego de brazos. Y al cambiar el tercio, se acerc¨® al toro guapo, y se dobl¨® por bajo estupendamente, hondo y largo el trazo, hacia las afueras. Despu¨¦s le di¨® distancia al de Osborne y comenz¨® el buen cante por roble?as, dos tandas por cada pit¨®n, la muleta a ras de tierra y el coraz¨®n puesto en el empe?o.
Julio Pedro Saavedra no pudo hacer faena a su primero, que ten¨ªa el motor desgastado y el aliento bajo m¨ªnimos. En el sexto, noble, que se parti¨® el pit¨®n derecho por la cepa al derrotar en el burladero de salida, hizo una faena de buen corte, templada, que no pod¨ªa ser por las condiciones del animal mutilado. Y Juan Diego, fr¨ªo y al hilo del pit¨®n en su primero, pulcro y distante, no quiso saber nada de su segundo, un mulo que topaba, no embest¨ªa.
Menos mal que Fernando Roble?o hizo brillar la verdad del toreo, que tanto alivia, y todos nos fuimos tan contentos, a comentarlo por esas tertulias, tal vez tambi¨¦n a dar pases de ensue?o, aunque de sal¨®n. Que es muy diferente...
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