El portavoz de Bush, investigado por descubrir a una esp¨ªa

Scott McClellan, jefe de prensa de la Casa Blanca, testific¨® el viernes pasado ante un gran jurado que investiga uno de los asuntos potencialmente m¨¢s da?inos para la Administraci¨®n del presidente, George W. Bush: la filtraci¨®n del nombre de una agente de la CIA como posible venganza contra su marido, un diplom¨¢tico que desvel¨® falsedades en los argumentos empleados para justificar la guerra contra Irak.

El diplom¨¢tico Joseph Wilson hab¨ªa desvelado ante los medios de comunicaci¨®n que viaj¨® a N¨ªger por encargo de la CIA para investigar la supuesta compra de uranio nuclear por parte de Irak. A su regreso, comunic¨® a la Casa Blanca que esa acusaci¨®n era infundada e imposible, y a¨²n as¨ª Bush decidi¨® incluirla en un discurso sobre el Estado de la Uni¨®n. Desatada la pol¨¦mica, el Gobierno de Bush reconoci¨® el error, pero oblig¨® al director de la CIA a asumir la culpabilidad.

Posteriormente, alguien desde el edificio presidencial se puso en contacto con un columnista conservador de The Washington Post y otros seis periodistas para filtrar que la esposa de Wilson, Valerie Plame, una diplom¨¢tica del Departamento de Estado, era en realidad una agente encubierta de la CIA que hab¨ªa trabajado en varios pa¨ªses usando las embajadas como tapadera. Dado que filtrar su nombre s¨®lo serv¨ªa para acabar con su carrera y quiz¨¢ para poner su vida en peligro, la filtraci¨®n se interpret¨® como una venganza intencionada.

Desvelar el nombre de un agente encubierto es un delito castigado con hasta 10 a?os de c¨¢rcel. El Departamento de Justicia inici¨® una investigaci¨®n en la que el fiscal general, John Ashcroft, se recus¨® a s¨ª mismo. Un fiscal del Estado, Patrick Fitzgerald, supervisa ahora la investigaci¨®n a trav¨¦s de un gran jurado federal. Junto a Scott McClellan tambi¨¦n compareci¨® Adam Levine, otro miembro del staff de prensa de la Casa Blanca encargado de las relaciones con las televisiones.