La met¨¢fora de la calabaza

En Mal¨ª, el pa¨ªs de la cantante Oumou Sangare, y en otros muchos lugares de ?frica hacen m¨²sica y trasmiten emociones con una simple y llana media calabaza hueca. En su concierto, Oumou Sangare y sus bailarinas las lanzan al aire, y al recogerlas tintinean las caracolas que las adornan. Ahuecadas como cuencos, las calabazas son r¨ªtmicas y marcan la pulsaci¨®n de la canci¨®n y el baile. Ni siquiera es casi una met¨¢fora: de la necesidad Oumou ha hecho virtud. Esa calabaza es belleza, sencillez, austeridad, econom¨ªa... y es exuberancia y derroche de energ¨ªa y alegr¨ªa.

Aunque vive en Par¨ªs, esta mujer radiante no se olvida de algunas mujeres de su patria a las que todav¨ªa se les impone casarse con hombres pol¨ªgamos. La mujer es la protagonista del concierto de Oumou Sangare. No se cansa de gritar una y otra vez, incluso en espa?ol primario, unos sonoros "vivan las mujeres". Pero no hay desprecio al hombre. Para algunos es una diosa, una especie de reina de ?frica sin trono, aunque su reino es la m¨²sica, el ritmo implacable de una calabaza y un djembe, y la melod¨ªa sutil de una dulce y expresiva garganta. Hay mucha emoci¨®n en su canto, como la que desarroll¨® al abordar Djorolen, de su ¨¢lbum Worotan, que interpret¨® acompa?ada del saxofonista afroamericano Malik Yak¨², un monstruo al que no es dif¨ªcil ver tocar por las calles del centro de Madrid a cambio de unos pocos c¨¦ntimos de euro.