El pretexto perfecto
Probablemente no haya en la historia del cine un ejemplo de montaje como este filme de Ruttmann, que explora con ins¨®lita agudeza todas las posibilidades de la c¨¢mara, expresionista y surrealista a la vez, dotado de una extra?a pero fascinante capacidad po¨¦tica y que es capaz de reivindicar lo mejor del arte cinematogr¨¢fico -y ya ha llovido desde su propuesta- hasta a sus mayores detractores, esos que est¨¢n un poco hartos de tanta banalidad.
Concierto Proyecci¨®n
Orquesta de la Comunidad de Madrid. Joan Cerver¨®, director. Carlos Cruz de Castro: m¨²sica para Berl¨ªn, la sinfon¨ªa de una gran ciudad, de Walter Ruttmann. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 10 de febrero.
Berl¨ªn, la sinfon¨ªa de una gran ciudad es una cinta muda que tuvo su m¨²sica de fondo. La compuso Edmund Meisel -el de El acorazado Potemkin- pero se perdi¨®. Es de suponer que cuando Carlos Cruz de Castro (Madrid, 1941) recibiera el encargo de ponerle de nuevo banda sonora a semejante monumento se llevara la mayor alegr¨ªa de su vida. Y es que no se puede pedir mejor pretexto, no parece posible encontrar unas im¨¢genes m¨¢s sugerentes, un mundo m¨¢s hecho, m¨¢s cumplido, que el que ofrece la pel¨ªcula de Ruttmann. El movimiento, el paisaje urbano, la m¨¢quina, los seres humanos, las peque?as miserias de lo cotidiano, la grandeza de las miradas, la inseguridad de los pasos que parecen firmes, la opulencia de un mundo por el que asoma la tragedia -pura Rep¨²blica de Weimar- est¨¢n ah¨ª qu¨ªmicamente puros, dispuestos a que se les ilustre con una m¨²sica que, a primera vista, pareciera innecesaria, tal es la fuerza de las im¨¢genes.
Carlos Cruz de Castro ha salvado el regalo envenenado con un trabajo magn¨ªfico, hasta el punto que cabe decir que este Berl¨ªn... es una de sus mejores obras. Entre otras cosas porque, pensando en la pantalla, ha sido capaz de no dejarse apabullar por ella, de no seguir su discurso ce por be, de trabajar m¨¢s el alma de las im¨¢genes que su pura, imponente apariencia.
Correspondencia de las artes
Ha trabajado con una plantilla instrumental inteligentemente dise?ada, ha resistido la tentaci¨®n de subrayar cada movimiento de la c¨¢mara para crear un clima general de cada uno de los cinco actos en que se divide el filme y ha logrado, al fin, que su m¨²sica pueda escucharse sin ver la pel¨ªcula, del mismo modo que la pel¨ªcula puede verse sola. Lo que est¨¢ claro es que una y otra se engrandecen tambi¨¦n mutuamente, lo que revela la pertinencia de su esfuerzo.
Gran m¨²sica, por tanto, excelentemente interpretada por la Orquesta de la Comunidad de Madrid, dirigida por Joan Cerver¨®. Quien no acudiera a la ¨²nica funci¨®n deber¨¢ esperar que vuelva no se sabe cu¨¢ndo. Que sea pronto, pues ning¨²n aficionado al cine o a la m¨²sica debiera perderse esta maravilla que demuestra eso que Souriau llamara la correspondencia de la artes y que Read ense?ara a leer en su Imagen e idea.
Babelia
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