Esp¨ªritu Rajoy
Hace muchos a?os, cuando en la secci¨®n de publicaciones peri¨®dicas de la Biblioteca Nacional de Madrid hab¨ªa guardias civiles retirados en vez de bibliotecarios, ped¨ª un n¨²mero muy antiguo de una revista literaria muy extra?a.
"Mire usted -me dijo el guardia-; esto es un desastre, aqu¨ª todo est¨¢ manga por hombro y es imposible encontrar nada anterior a 1975". Le pregunt¨¦ que qui¨¦n era el responsable, y entonces el guardia civil me ech¨® el humo a la cara (en aquel tiempo se permit¨ªa fumar all¨ª) y con todo el desparpajo y la naturalidad del mundo me respondi¨®: "Yo".
Siempre que oigo las evasivas y a veces ingeniosas respuestas de Mariano Rajoy a las preguntas que le formulan los periodistas sobre el asunto de Irak, sobre el precio de la vivienda, sobre el desmesurado papel otorgado a los cat¨®licos en la escuela p¨²blica o sobre el desmantelamiento de los servicios p¨²blicos me viene a la memoria la an¨¦cdota de aquel guardia civil, que era incapaz de realizar su trabajo y que al mismo tiempo no se sent¨ªa culpable del desbarajuste provocado por su gesti¨®n. As¨ª es el estilo Rajoy (no hacer nada, sentirse ajeno a los propios actos y decir lo m¨ªnimo posible sobre el menor n¨²mero de temas).
Este talante, que a pesar de todos los pesares es menos estomagante que el pijer¨ªo macarra de Aznar, se extiende por el partido. Por ejemplo, el alcalde de Almer¨ªa, Luis Rogelio Rodr¨ªguez Comendador, que en su momento fue un aplicado pupilo de Aznar, se ha revelado ahora como un aventajado seguidor del nuevo candidato. Tan discreto parece, tan poco sale en la prensa, en los peri¨®dicos, tan pocas declaraciones hace, pesa tan poco en el equipo municipal que a su lado el insulso Mart¨ªnez Cabrejas, anterior y desva¨ªdo alcalde de Almer¨ªa, parece el Che Guevara. Nuestro alcalde ejerce tan poco de alcalde que se puede permitir el lujo de presentarse como diputado al Parlamento andaluz. Yo, que me ahogo de estr¨¦s cuando tengo que escribir dos art¨ªculos la misma semana, admiro a estos superdotados, capaces de ser al mismo tiempo secretarios provinciales de su partido, diputados regionales y alcaldes de su ciudad.
Aqu¨ª el verdadero alcalde es el concejal de urbanismo, el inquietante y astuto Juan Megino, el rebotado del PP, el hombre con quien tuvo que pactar Comendador para poder alcanzar la alcald¨ªa. Un pacto obligado por las circunstancias, le dijo el jueves pasado a M. J. L¨®pez D¨ªaz en una breve, pero significativa entrevista que el alcalde concedi¨® a este peri¨®dico. Almer¨ªa le quita mucho tiempo, dice, y el poco que le queda libre se lo va a seguir dedicando a la ciudad. A m¨ª se me humedecieron los ojos al leerlo. Preguntado por qu¨¦ el PP ha vuelto a colocar en las listas al Congreso a un par de diputados cuneros, responde Comendador: "Quiero muchos cuneros como ¨¦l". Se refiere claro est¨¢, al humorista Rafael Hernando, cuyos fuertes lazos con Almer¨ªa son unos deliciosos bizcochos borrachos que su familia fabrica y comercializa en la provincia de Guadalajara, y a un tal Juanjo Matar¨ª. Pero, por favor, ?qui¨¦n es este hombre? ?Qu¨¦ ha hecho por Almer¨ªa en los ¨²ltimos cuatro a?os? Puro esp¨ªritu Rajoy.
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