Miguel Palacio lleva a Cibeles el recuerdo de la costura francesa
Torretta potencia el contraste y Schlesser mantiene sus convenciones
La tercera entrega de Cibeles con las propuestas para el pr¨®ximo oto?o-invierno comenz¨® con Elio Berhanyer y su maestr¨ªa costurera; continu¨® Roberto Torretta con un h¨¢bil cruce de texturas que iban del cuero al raso en una colecci¨®n funcional, mientras Miguel Palacio apost¨® por un espectacular cuello como se?a de identidad en una propuesta donde hubo color y la evocaci¨®n de sus recuerdos parisinos. ?ngel Schlesser se mostr¨® dentro de sus m¨¢rgenes y convenciones, mientras Javier Larrainzar se conf¨ªa a los efectos del color.
Una jornada dominical con la grada llena de vac¨ªos. As¨ª empez¨® ayer (aunque luego se anim¨®) Cibeles, con un Elio Berhanyer renov¨¢ndose a s¨ª mismo a trav¨¦s de series coloristas, aunque no falt¨® el blanco y el negro, en clara evocaci¨®n de los a?os sesenta (vestidos gemelos logotipados, faldas de escamas pl¨¢sticas, bisuter¨ªa en hueso, tarro y tortuga, botas mosquetero de charol). Destac¨® su vinilo estampado como cashmire usado en gabardinas pluviales, los acolchados y la cazadora de potro rebajado, lo mismo que el zorro peinado y te?ido soportado sobre seda con resultado de gran ligereza. Imper¨® la impecable hechura, la maestr¨ªa de saber exactamente para qu¨¦ vale cada tejido, aunque fall¨® en los trajes de fiesta: unos, incomprensibles, y alguno, genial.
Roberto Torretta mostr¨® mucha calidad dentro de un despliegue de nobleza material que iba del uso de las pieles refinadas a una bater¨ªa de tejidos invernales (el tweed y la pana rayada) alternados con el raso y la seda. Este cruce de texturas se produce en negro, marrones, marengo y otros grises, produciendo chaquetas sastre cintureras de perfecta anatom¨ªa, pantalones funcionalmente pinzados y de c¨®moda anchura, sutiles cardigans y un desarrollo potente de prendas de piel. Lo mejor, la gabardina a lo Dick Tracy que exhibi¨® con arrojo policial Eugenia Silva y las prendas de canto vivo. Menos entusiasmo despertaron sus trajes marrones en dos superficies (brillo y mate) con juegos romboidales de complejo patronaje.
Miguel Palacio hizo un largo y ambicioso desfile, que empez¨® con su preferencia por el negro, para pasar al celeste, el blanco y el nazareno. Su dibujo insisti¨® en un cuello chimenea con amplia vuelta trapezoidal propio de la costura, y que Palacio quiso convertir en se?a de identidad junto a un bolsillo que se repiti¨® en muchas prendas consistente en un cuadrado exterior de bordes romos con pespunteados decorativos. Hubo un buen vestido azul noche, abrigos cortos l¨ªnea A tambi¨¦n muy cultos y parisinos, la serie azul celeste provocando falsos coordinados, pantalones pitillo de pana y excelentes vaqueros de d¨¦nim esmaltado; obligado resaltar los dos vestidos-abrigos de loneta engomada. Palacio es, sin lugar a dudas, un ejemplo de buena maduraci¨®n en solitario; su ropa gana en peso conceptual y refleja las consecuencias morales de conciliar cultura de la moda con sentido del mercado, en su caso, orientado a un elitismo con perfume de renovaci¨®n.
?ngel Schlesser, fiel a s¨ª mismo y a sus convicciones de lo que es el alto pr¨ºt-¨¤-porter, abri¨® su desfile con una declaraci¨®n de estilo: el twin set berenjena perfecto y cl¨¢sico y los vestidos-camisero. Tambi¨¦n propuso una variedad (quiz¨¢s demasiado ajenas entre s¨ª) de prendas combinables en unos estilismos atrevidos. Su uso de la piel para chaquetas cortas entronca con su silueta suave y los vestidos negros escote ba?era y drapeados reafirmaron ese ideario. Culmin¨® con un pallette t¨¦rmico de gran efecto y muy maleable.
Javier Larrainzar apost¨® por el color y reserv¨® el terciopelo negro para la noche. Sus chaquetas han sido muy entalladas y las faldas oscilaron entre la mini y la rodilla con un volantito de remate. Su novia final, espectacular en s¨ª misma, llevaba chaquetilla corta de vis¨®n y escote nada religioso.
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