Caciquismo
Cuando los "intereses de la provincia" se confunden con los de los amigos surge el caso Fabra. "Si no, ?para qu¨¦ est¨¢ cobrando?", se preguntaba el empresario Jes¨²s Ger, propietario de Marina d'Or, al justificar las gestiones de un diputado del PP en Madrid para que le arreglaran la playa del complejo tur¨ªstico. Como si fuera lo m¨¢s normal del mundo que un parlamentario se ocupe de esas cosas sin molestarse ni en informar al Ayuntamiento de Oropesa. Los portavoces del partido en el Gobierno, como V¨ªctor Campos, se hacen cruces por lo que consideran una "campa?a" contra su honorable cargo p¨²blico, dando por bueno el sistema de relaciones (llam¨¦moslas as¨ª) del que Carlos Fabra hace de v¨¦rtice. En realidad, es una vieja historia. Una historia que se remonta a la Espa?a canovista del "turno de partidos", que parec¨ªa haber quedado relegada por el efecto imparable de la modernizaci¨®n. En la Espa?a decimon¨®nica, y despu¨¦s franquista, en la que hunde sus ra¨ªces la estirpe del pol¨¦mico presidente de la Diputaci¨®n castellonense, la personalizaci¨®n abusiva del poder se traduc¨ªa en su ejercicio prepotente para provecho propio, del grupo o de la red clientelar, si no de los tres a la vez. El historiador Manuel Mart¨ª (Cossieros i anticossieros) ha estudiado muy bien c¨®mo funcionaba aquel caciquismo que la gente identificaba con el barre?o de la ropa sucia: "En el cielo manda Dios, / en Madrid els del negoci, / i en Castell¨® de la Plana / sempre manen els del cossi". Levantes la alfombra que levantes, -el aeropuerto de Castell¨®n, un contencioso por el ruido de una f¨¢brica cer¨¢mica que ha llevado al alcalde de Vila-real ante los tribunales acusado de prevaricaci¨®n, el rugido urbanizador que envuelve el proyecto del parque tem¨¢tico Mundo Ilusi¨®n...-, surge la misma tela de ara?a, en una manifestaci¨®n can¨®nica de desviaci¨®n sistem¨¢tica del ejercicio del poder institucional en favor de individuos, redes o facciones. Las enf¨¢ticas declaraciones de apoyo corporativo hacia Fabra emitidas por algunas fuerzas vivas s¨®lo a?aden gravedad a una sintomatolog¨ªa, ya de por s¨ª abrumadora, que subraya la evidencia del caciquismo como una contradicci¨®n entre las apariencias del orden formalmente instituido y unas pr¨¢cticas efectivas del poder orientadas por intereses particulares.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.