Dos candidatos en busca de liderazgo
La relaci¨®n cordial de ambos se empa?¨® con la negativa de Zapatero a vetar la reforma de los estatutos
El 2 de febrero coincidieron el candidato del PP a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, y el del PSOE, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, en un acto de reafirmaci¨®n de la Constituci¨®n celebrado en La Moncloa. En un ¨²ltimo gesto de complicidad antes de las elecciones, bromearon sobre la imagen que de ambos proyectan la prensa. Y es que el destino ha querido que los dos, viejos conocidos, se enfrenten por segunda vez. La primera fue hace ocho a?os, cuando Rajoy era ministro de Administraciones P¨²blicas y Zapatero encabez¨® la oposici¨®n en la comisi¨®n de control en el Congreso. Data de entonces una relaci¨®n cordial, ahora empa?ada.
Rajoy dice que Zapatero le defraud¨® en un almuerzo compartido el 30 de julio, porque se neg¨® a respaldar un pacto de hierro para evitar la reforma de los estatutos de autonom¨ªa. Zapatero dice de Rajoy que no es el de antes,porque utiliza el Pacto Antiterrorista en la campa?a. Con todo, siguen coincidiendo en el estilo, propenso a la moderaci¨®n y al di¨¢logo y menos atento al liderazgo carism¨¢tico.
La extendida tesis de que Zapatero es un l¨ªder sobrevenido hay que relativizarla
Les une la propensi¨®n al di¨¢logo y les separan las trayectorias y la experiencia de liderazgo
Las decisiones m¨¢s importantes de Rajoy est¨¢n marcadas por la continuidad
D¨®nde ya no coinciden es en la trayectoria y en los compromisos que han llevado a ambos al enfrentamiento en la cumbre. Rajoy se impuso como l¨ªder del PP en septiembre de 2003, por designaci¨®n directa de Aznar y posterior ratificaci¨®n un¨¢nime del m¨¢ximo ¨®rgano del PP, en un partido que atravesaba un momento dulce. Zapatero, por el contrario, se gana la candidatura del PSOE a cuerpo, en un Congreso, en julio de 2000, frente a otros tres candidatos, y tras una derrota electoral socialista de magnitud hist¨®rica. Este origen y el distinto plazo de recorrido como candidatos, mucho m¨¢s dilatado en Zapatero que en Rajoy -tres a?os y medio frente a medio a?o escaso- han marcado a ambos l¨ªderes.
La extendida tesis de que Zapatero es un l¨ªder sobrevenido hay que relativizarla. Algunos pol¨ªticos relevantes ya se hab¨ªan fijado en ¨¦l. Felipe Gonz¨¢lez en 1997, en un plenario del Grupo Parlamentario Socialista, puso de ejemplo el modo de hacer oposici¨®n de Zapatero que, entonces, se fajaba con el ministro Rajoy en Administraciones P¨²blicas. En el PP, el presidente del Congreso, Federico Trillo, y el vicepresidente primero, Francisco Alvarez Cascos, advirtieron que "ese portavoz socialista tiene mucho futuro".
Pero el lanzamiento del liderazgo de Zapatero tiene claves propias. "El desastre de las elecciones de 2000 deja fuera de combate la generaci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez y desactiva la transici¨®n que ¨¦ste hab¨ªa planeado", dice un relevante socialista que no vot¨® a Zapatero.."El vac¨ªo de poder lo llena la segunda l¨ªnea del partido, la mayor¨ªa con experiencia parlamentaria, pero sin participaci¨®n en las grandes decisiones. Rondan los 40 a?os. El Congreso les da la mayor¨ªa porque quiere juventud y renovaci¨®n en un momento de crisis, en que existe la sensaci¨®n de que el partido sigue pagando los platos rotos del pasado".
Tras su elecci¨®n, Zapatero inicia una trayectoria ascendente, aunque en zig zag. Su primer hito, a los cinco meses, es el logro del Pacto Antiterrorista que marca la cumbre de una etapa de concertaci¨®n con el Gobierno en temas de Estado. Y la completa con un ¨¦xito en la confrontaci¨®n parlamentaria con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en el debate del estado de la naci¨®n, de junio de 2001. Su liderazgo empieza a afirmarse y se expresa en la ausencia de oposici¨®n en los comit¨¦s federales del PSOE. Su momento cumbre se da en octubre de 2002, en el debate de Presupuestos, cuando salta al hemiciclo, inesperadamente, y derrota a un confundido Crist¨®bal Montoro.
La crisis del Prestige y las movilizaciones contra el Gobierno por la guerra de Irak hacen acariciar al entorno de Zapatero la idea de que el vuelco es muy posible en las elecciones municipales y puede ser la antesala de una victoria en las generales. Pero no s¨®lo no hay vuelco sino que un mes despu¨¦s, en junio, se abre una grave crisis en la Comunidad de Madrid, ganada al PP por la coalici¨®n PSOE-IU. La deserci¨®n de dos diputados socialistas rompe la mayor¨ªa.
Para Zapatero es un serio rev¨¦s. "Hubo un mal c¨¢lculo. Se sobrevalor¨® el efecto que la guerra iba a tener en la opini¨®n p¨²blica. Pero lo peor fue la mala gesti¨®n que se hizo de la crisis en la Comunidad de Madrid", se admite ahora en el entorno del secretario general del PSOE.
Existe entre los socialistas una interpretaci¨®n extendida y m¨¢s dura: "El resultado electoral, por debajo de las expectativas, y la mala gesti¨®n de la crisis de Madrid revelaron los puntos d¨¦biles de Zapatero. Fall¨® el equipo, que le empuj¨® a encabezar protestas callejeras en vez de buscar proyecci¨®n internacional y ganar credibilidad. Prim¨® la imagen y el corto plazo. Es un equipo flojo, elegido de prisa tras su repentina victoria, desde un n¨²cleo muy reducido".
Zapatero no elude las cr¨ªticas y toma una decisi¨®n arriesgada al inicio del a?o. Amplia su equipo con un comit¨¦ de notables, que re¨²ne expertos y socialistas de prestigio de la etapa de Gonz¨¢lez, con los que ya hab¨ªa contado para redactar el programa electoral con el que toma la iniciativa frente a sus rivales. Y, adem¨¢s, supera sin problemas la importante renovaci¨®n en las listas electorales del PSOE, de un 50%.
Pero cuando empieza a tomar vuelo asoma un nuevo obst¨¢culo, que afecta al segundo punto d¨¦bil de Zapatero, las baron¨ªas. Con sus declaraciones cruzadas sobre el modelo de Estado, los barones minan el liderazgo.
Desde que ABC hace p¨²blica, el 26 de enero, una reuni¨®n de Carod-Rovira con dirigentes de ETA, consciente de que se juega las elecciones, Zapatero exige p¨²blicamente al presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, la dimisi¨®n de Carod como conseller en cap. Su arriesgada apuesta se zanja con ¨¦xito. Jos¨¦ Bono reconoce que no hay precedentes en el PSOE de un reto de ese calibre al PSC.
"El problema que plantean los barones auton¨®micos, y m¨¢s si llevan mucho a?os en el Gobierno como Bono o [Juan Carlos Rodr¨ªguez] Ibarra, tiene dificil soluci¨®n para un partido nacional que est¨¢ en la oposici¨®n. Pero Zapatero ha ganado mucha autoridad con su resoluci¨®n al zanjar el reto de Carod. Aprendi¨® del error de la crisis de Madrid. Con esta decisi¨®n ha abierto un importante precedente y ha demostrado que tiene madera de l¨ªder", dicen socialistas que no le votaron para la secretar¨ªa general.
"Se presenta a las elecciones con un gran aprendizaje como l¨ªder del PSOE, de tres a?os y medio cargados de sobresaltos y retos y con los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos a la contra. Pese a esos obst¨¢culos, no se ha dejado vencer", a?aden.
Esa situaci¨®n contrasta, de manera rotunda, con la trayectoria de Rajoy. El candidato del PP no lleva seis meses de liderazgo. Su trayectoria anterior ha estado vinculada a Aznar, del que ha sido fiel ejecutor en la acci¨®n de Gobierno y con el que ha colaborado en los grandes desaf¨ªos de la legislatura, Prestige y la guerra de Irak. El entorno de Rajoy afirma que las razones por las que fue designado por Aznar fueron su total identificaci¨®n en la acci¨®n de Gobierno, su complicidad ideol¨®gica en las grandes cuestiones de Estado y su general aceptaci¨®n en el PP.
Su corta carrera como l¨ªder del PP est¨¢ marcada por la continuidad, como ha revelado en su primera gran decisi¨®n interna, la elaboraci¨®n de unas listas electorales sin sorpresas. En contraste con la tarea de Zapatero, Rajoy ya hizo la renovaci¨®n en el PP, por encargo de Aznar, en los a?os noventa, recuerdan en su entorno.
Tampoco es una sorpresa el tipo de campa?a electoral que ha dise?ado, similar a la que dirigi¨®, con ¨¦xito, hace cuatro a?os. "El perfil de campa?a es bajo porque, partiendo con ventaja, no quiere movilizar al contrario. Rajoy no quiere aventuras. El ¨²nico problema serio que tiene que afrontar son las vicisitudes de la guerra de Irak", explican sus colaboradores.
El tono moderado de la campa?a de Rajoy, si se le compara con Aznar, tampoco es novedad. "Es su forma de ser", insisten sus pr¨®ximos. "Tiene el estilo de un conservador brit¨¢nico", dicen en el PP. Otros se muestran m¨¢s cr¨ªticos con esta campa?a y creen necesaria la implicaci¨®n de Aznar para movilizar al voto de la derecha. Del resultado que Rajoy obtenga el 14-M depender¨¢ su grado de autonom¨ªa de Aznar, a?aden.
No obstante, el entorno del candidato avanza que, si gana las elecciones, el Gobierno y los altos cargos se repartir¨¢n al 50% entre continuidad y renovaci¨®n. Es significativa la designaci¨®n de Ignacio Astarloa, secretario de Estado de Seguridad y ex letrado de las Cortes y del Parlamento vasco, como cabeza de lista por Vizcaya. Parece que este hombre moderado jugar¨¢ un papel importante en la estrategia vasca del Gobierno Rajoy, en un momento en que Jaime Mayor abandona Euskadi. Un dato relevante si se tiene en cuenta que la pol¨ªtica catalana est¨¢ en manos de otro moderado, Josep Piqu¨¦.
Rajoy y Zapatero se juegan en estas elecciones el futuro como l¨ªderes de sus partidos. Pero m¨¢s Rajoy, que parte de un list¨®n de exigencia m¨¢s alto. Gane uno u otro parece garantizado que tras las elecciones la tensi¨®n pol¨ªtica entre el PP y PSOE disminuir¨¢. Los talantes de ambos lo piden.
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