Una tregua que no es tregua
El Gobierno y el PSOE dicen que lo ¨²nico en com¨²n de este alto el fuego parcial con otros es "la debilidad de ETA y su necesidad de protagonismo"
"Esto no es una declaraci¨®n de tregua sino la expresi¨®n de ETA de que va a continuar con su campa?a de asesinatos", dijo ayer el secretario general de la Presidencia, Javier Zarzalejos, negociador por el Gobierno en las ¨²ltimas conversaciones con ETA, en mayo de 1999. Una interpretaci¨®n similar realiza Ram¨®n J¨¢uregui, vicelehendakari socialista en tiempos de las conversaciones de Argel, de 1989, aunque a?ade que, en este caso, "hay una perversi¨®n pol¨ªtica agregada en el intento de la banda de dividir a las fuerzas democr¨¢ticas".
El Gobierno y el PSOE coinciden en que lo ¨²nico en com¨²n en esta tregua con las anteriores es la "debilidad de ETA, ahora acrecentada", y "la necesidad de protagonismo de la banda que se ha aprovechado de la posibilidad que le ha ofrecido Carod Rovira". Pero a partir de ah¨ª, nada es igual. "Esta tregua parcial no es un indicio de paz, pese a que en Batasuna se diga que en los pr¨®ximos meses se extender¨¢ al resto de Espa?a. Es un instrumento de ETA para seguir chantajeando y ejerciendo la violencia", se?ala J¨¢uregui.
Hubo en el pasado reciente varias treguas parciales -la de junio de 1996, de una semana; y la de noviembre de 1997, que coloc¨® fuera de objetivo a la Ertzaintza, tras un pacto con ELA, y a los funcionarios de prisiones- y dos intentos de negociaci¨®n que marcaron los l¨ªmites de la banda.
El problema de los presos
Cuando en enero de 1989 ETA declara una tregua de 15 d¨ªas y la prolonga dos meses m¨¢s, el Gobierno del PSOE se sienta a negociar con la banda en un marco establecido en los Pactos de Madrid y Ajuria Enea, suscritos por todos los partidos democr¨¢ticos, que daba margen al Ejecutivo para resolver el problema de los presos. ETA rompi¨® la negociaci¨®n cuando comprob¨® que el Gobierno no estaba dispuesto a realizarle concesiones pol¨ªticas.
Lo mismo sucedi¨® diez a?os despu¨¦s, en la tregua m¨¢s larga de ETA, que se prolong¨® de septiembre de 1998 a noviembre de 1999. Fue en este caso el Gobierno del PP quien se sent¨® con la banda en Z¨²rich (Suiza) y tambi¨¦n con el respaldo de los partidos democr¨¢ticos, bajo los criterios marcados por el Pacto de Ajuria Enea: paz por presos. ETA la rompi¨® cuando comprob¨® que ni el Gobierno, ni el PNV ni EA, estaban dispuestos a las concesiones pol¨ªticas apuntadas en un acuerdo secreto, alcanzado en septiembre de 1998.
Tras esta ¨²ltima experiencia, tanto el Gobierno como el PSOE se muestran absolutamente esc¨¦pticos sobre un final negociado con ETA. "Batasuna no funcion¨® como el Sinn Fein que mandaba sobre el IRA. Batasuna estuvo totalmente plegada a ETA", coinciden Gobierno y PSOE. Tambi¨¦n coinciden en que "ETA se mueve en un mundo de delirio, con una visi¨®n del Pa¨ªs Vasco irreal y con unos planteamientos dogm¨¢ticos que hacen imposible una negociaci¨®n", coinciden Zarzalejos y J¨¢uregui.
Ambos contemplan como ¨²nica salida la soluci¨®n policial y judicial y el cerco al entorno pol¨ªtico de la banda, que culmina con la ilegalizaci¨®n de Batasuna en 2002. El propio consejero vasco de Interior, Javier Balza, se?al¨® en octubre pasado que la ¨²nica salida para ETA es la policial, y el nuevo presidente del PNV, Josu Jon Imaz, asegura que "no habr¨¢ negociaci¨®n con ETA porque no puede condicionar el futuro de Euskadi".
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