Largo camino a casa

Pero lo que constituye la mayor originalidad de la trama no es otra que la que propone que el Ulises de Pen¨¦lope, el bueno de Law, no sea ya un h¨¦roe, que no lo es aunque se comporte en ocasiones con arrojo y valor, sino incluso... un desertor, un rasgo de comprensi¨®n pacifista de Minghella en un momento en el que en el cine americano, tanta ret¨®rica y tanto patriotismo se est¨¢n repartiendo a prop¨®sito de otras guerras. La fuga del joven desde el frente, el largo viaje de vuelta a casa, tan lleno de peligros como de nuevas experiencias, constituye el eje central que recorre toda la trama y que le da ese aire inesperadamente pacifista y nada marcial que ostenta la pel¨ªcula.

El otro punto de inter¨¦s es el que muestra la cotidianidad de la que espera, su ¨¢spera vida en la retaguardia, las privaciones, el hambre, la brutalidad y el sadismo de los hombres de la guardia que, en teor¨ªa, mantienen el orden. Es ¨¦sta una ortodoxa trama de aprendizaje, un duro ritual de paso, el que realiza Kidman (y por extensi¨®n, toda la retaguardia sudista: cualquier retaguardia en cualquier guerra, a decir verdad) desde la inocencia de su condici¨®n de virginal hija de cl¨¦rigo y ni?a de ciudad hasta la superaci¨®n de la adversidad y la asunci¨®n de su edad adulta.

En este ritual, oficia de sacerdotisa el personaje de Zellweger, m¨¢s que amiga, maestra en adversidades: ella es de pueblo, es directa y franca; sabe salir adelante, aunque tambi¨¦n, como todos, tenga que pagar un precio por la supervivencia.

Estas dos tramas, la guerra y la retaguardia, el camino de regreso y los peligros que se agazapan en casa, construyen un filme que, por lo dem¨¢s, se toma un tiempo excesivo para llegar a donde pretende: m¨¢s de dos horas y media se antojan demasiadas para contar una historia que contiene otras muchas. Cruce un tanto ortop¨¦dico entre filme de gran espect¨¢culo (lo es cuando muestra la guerra, los combates, los destrozos) y peripecia intimista y amorosa, la conjunci¨®n de estas dos l¨®gicas no logra siempre funcionar convincentemente en la pantalla.

Contribuye a ello la propia frialdad de la relaci¨®n entre los dos protagonistas (no parece que, a pesar de que llega a desertar por estar junto a ella, Law est¨¦ arrebatadamente enamorado de Kidman), as¨ª como el aire un poco oportunista de la conclusi¨®n. No obstante, cuesta no estar de acuerdo con la tesis que, al fin, el filme defiende: que mientras los hombres se matan en la guerra, son las mujeres las que construyen, aprenden, viven.