Carreteras secundarias

Una escenograf¨ªa algo circense, aunque muy evocadora y utilizada de un modo m¨¢gico al final de la obra, abriga una representaci¨®n donde destaca el texto de Manuel Molins y su propensi¨®n al recitado, en un continuo interminable de palabras que desde?an pr¨¢cticamente las acciones en favor de la reflexi¨®n dram¨¢tica. A partir de una muy particular comprensi¨®n del personaje Hamlet, el autor se centra en sus aleda?os, en algunos de los que sufren las consecuencias de su conducta, introduciendo un contrapunto de actualidad en la figura ambigua del periodista.

La obra est¨¢ muy bien escrita, como casi todas las de este autor, pero, tambi¨¦n como en casi todas sus obras, hay un exceso de verbalizaci¨®n cuyo objetivo primordial no siempre est¨¢ claro. Es posible que el autor prefiera jugar con las ambig¨¹edades, pero es seguro que eso conviene hacerlo desde una posici¨®n de certidumbre acerca de lo que se quiere contar. Esta otra Ofelia se pierde a menudo por derivaciones de segundo orden que no siempre dialogan con lo que se supone hilo principal del asunto, derivaciones que m¨¢s bien contribuyen a desmembrar el esqueleto dram¨¢tico que a enriquecerlo.

Todo ello no es obst¨¢culo para que, seg¨²n una direcci¨®n muy medida de Carlos Marchena, Isabel Rocatti roce la excelencia en algunos momentos en su absorbente papel de Dida, mientras que Paula Miralles, a veces algo desatada, demuestra lo mucho que puede hacer con una Ofelia a la que no faltan razones para sumirse en la desesperaci¨®n. M¨¢s desdibujado es el personaje de Pep Sell¨¦s, un periodista testimonial que permite sugerir traslado en el tiempo y una cierta actualizaci¨®n de los temas que se sugieren en el texto o a los que alude a veces.