M¨¢s que nunca, sentido com¨²n
La sociedad catalana se ha sentido abochornada tras la declaraci¨®n de tregua "acotada" de ETA. Como pa¨ªs, Catalunya ha padecido durante a?os y de una manera especialmente grave la actuaci¨®n asesina de ETA; el listado de v¨ªctimas es prolijo y en la mente de todos los ciudadanos perviven las im¨¢genes de los atentados de Hipercor, de Vic o de Sabadell, el recuerdo de los asesinatos de Ernest Lluch y de los concejales de Viladecavalls o de Sant Adri¨¤ y de muchas otras personas, el clamor popular contra ETA... M¨¢s que nunca, me siento solidario con cada uno de los ciudadanos y ciudadanas de Espa?a. La vida de cada uno de ellos es para m¨ª valor supremo sin distinci¨®n de ideolog¨ªas, sentimientos nacionales, origen o residencia. Todas nuestras vidas valen lo mismo. El texto le¨ªdo por dos encapuchados nos ha llenado de oprobio, y la visi¨®n de las cuatro barras catalanas en la misma mesa de los etarras constituye sin duda una de las im¨¢genes m¨¢s lamentables de nuestra vida pol¨ªtica.
Todo ello tiene una causa sobradamente conocida. No entrar¨¦ en las razones que indujeron al entonces conseller en cap a reunirse con ETA a principios de enero, pero sus consecuencias sacuden desde entonces la vida pol¨ªtica de Catalunya y, al no asumir responsabilidades, sus efectos perniciosos se multiplican seg¨²n pasan las horas y los d¨ªas. Desde tiempo atr¨¢s, Catalunya hab¨ªa accedido a un amplio consenso a favor de un nuevo Estatuto de Autonom¨ªa y una financiaci¨®n justa y equilibrada. Y hoy d¨ªa, a tres semanas de las elecciones generales, en lugar de debatir propuestas y programas, es ETA quien marca nuestro calendario pol¨ªtico a su antojo y quien sacude la estabilidad del actual Gobierno de Catalunya. El principio seg¨²n el cual todo aquello que pueda salir mal saldr¨¢ mal se est¨¢ cumpliendo de manera inexorable.
Seamos claros: pese a la ingenuidad, vanidad y soberbia de ¨¦xito que nubl¨® la mente del se?or Carod Rovira, nadie puede creer en absoluto que instase una tregua de ETA circunscrita a Catalunya. En este punto, todo cuanto pueda decir la banda terrorista no merece cr¨¦dito alguno. ETA s¨®lo debe dejar de asesinar y de atentar, disolverse, rendir cuentas a la Justicia y punto. Pero en Catalunya todas las imprescindibles explicaciones pol¨ªticas que exigimos en su d¨ªa siguen pendientes y eso ha magnificado la irrupci¨®n de la banda terrorista en el escenario catal¨¢n. Una explicaci¨®n a tiempo del contenido de las conversaciones y una asunci¨®n efectiva de responsabilidades hubiesen mitigado la crisis actual. Pero un error no se corrige con un segundo error, s¨®lo se multiplica. Y una ingenuidad no se corrige con otra. Tal y como advertimos, era evidente que la banda seguir¨ªa utilizando a su antojo el encuentro; era obvio que manipular¨ªa los hechos seg¨²n su conveniencia, y era incuestionable que no desaprovechar¨ªa ninguna ocasi¨®n para obtener r¨¦ditos pol¨ªticos de la entrevista. As¨ª ha sido, y el ¨¦xito de nuestras predicciones, en lugar de alegrarnos, nos duele.
El da?o hecho, hecho est¨¢. Sin embargo, Catalunya no se merece esto. Nuestro deber es recuperar el sentido com¨²n y evitar que la tregua "parcial" polarice la campa?a electoral catalana y espa?ola. Esa tregua ni la buscamos ni la queremos; nos abochorna, nos indigna y nos subleva. Y cualquier uso interesado de la misma, venga de donde venga, es contrario a los intereses de Catalunya e incluso a los intereses de Espa?a. La tregua de ETA es pura munici¨®n en campa?a, y la tentaci¨®n de utilizarla puede ser demasiado grande para algunos.
Ante la misma s¨®lo cabe una respuesta posible: la unidad de los dem¨®cratas y la necesidad de resolver esta crisis desde el mismo interior de Catalunya. Es cierto que la unidad de los dem¨®cratas exige, en primer lugar, una contundente condena de la tregua. Eso ya lo hemos expresado con creces. Pero esa unidad va mucho m¨¢s all¨¢: exige no demonizar el nacionalismo catal¨¢n, absolutamente democr¨¢tico y pac¨ªfico y que, al igual que el vasco, nada tiene que ver con ETA. Frente al terrorismo, todos los partidos dem¨®cratas estamos en el mismo bando, y eso ha de ser aplicable al PP, al PSOE, a CiU, al PNV, a ERC y a cualquier otro partido. Ni en Catalunya ni en Madrid ni en Euskadi existe ning¨²n partido democr¨¢tico que d¨¦ soporte alguno a la banda terrorista, pese a que cada uno de nosotros podamos defender democr¨¢ticamente distintas estrategias. Cualquier otra afirmaci¨®n resulta insidiosa y s¨®lo alimenta la confrontaci¨®n ciudadana. En definitiva, con la confrontaci¨®n estamos avivando el espacio pol¨ªtico de ETA, le otorgamos un protagonismo inmerecido, le proporcionamos un ox¨ªgeno que evita su asfixia.
Asimismo, esa necesaria unidad exige no utilizar pol¨ªticamente el hecho. Una mayor visceralidad en los argumentos, un intento de ahondar en la herida s¨®lo se pueden entender si alguien pretende obtener provecho pol¨ªtico de la situaci¨®n. Es cierto que s¨®lo faltan tres semanas para las elecciones generales, pero intentar rentabilizar los actos de ETA supone un ejemplo de cinismo pol¨ªtico y una completa carencia de visi¨®n de Estado. Buscar media docena m¨¢s de diputados mediante una mayor confrontaci¨®n resulta por completo indigno y despreciable.
Los prop¨®sitos de ETA nos resultan incomprensibles, pero cualquiera puede deducir que con su anuncio de tregua tambi¨¦n pretende perjudicar directamente los intereses de Catalunya. Tras su intromisi¨®n, nuestro objetivo de un nuevo Estatuto para Catalunya hallar¨¢ mayores dificultades en Madrid. Es otra forma de ETA de dinamitar los fundamentos de la convivencia y de la democracia. Sin duda alguna, aquello que m¨¢s deslegitima a la banda terrorista es la posibilidad de un consenso democr¨¢tico entre las distintas naciones del Estado. Nada puede ser m¨¢s perjudicial para ETA que el hecho de que Catalunya consiga un nuevo Estatuto o que Euskadi pueda discutir en paz y democr¨¢ticamente sus propuestas de futuro. Por tanto, conviene que los partidos estatales no yerren el tiro: el enemigo es ETA, no los nacionalismos distintos al espa?ol.
Catalunya debe resolver por s¨ª misma esta crisis, sin injerencias. Ciertamente, ETA es un problema estatal que asuela Euskadi, Catalunya y Espa?a entera, pero esta crisis se gener¨® y ha de resolverse en Catalunya. La sociedad catalana, sus representantes y sus instituciones deben hallar la soluci¨®n. El error naci¨® por un acto absurdo, ingenuo y temerario, por una entrevista que jam¨¢s debi¨® de haberse producido. El error se ha magnificado porque ni el Gobierno catal¨¢n ni ERC ni su l¨ªder han sabido asumir responsabilidades. Pero a¨²n estamos a tiempo. Lo que no podemos permitirnos es que ETA yugule nuestra capacidad de autogobierno ni tampoco debemos comportar que marque el tempo de nuestra vida pol¨ªtica. Por dignidad, consideramos que no debemos pescar en ese mar revuelto, pero tambi¨¦n, por dignidad, somos los primeros en exigir una soluci¨®n catalana a la crisis. Lo hemos dicho con toda la claridad debida: no es el momento de enrocarse, ni de pensar en cargos, ni en aritm¨¦ticas. Nos hemos puesto a disposici¨®n del presidente de la Generalitat, sin intereses partidarios, s¨®lo al servicio del pa¨ªs, y exigimos que el Parlamento debata en profundidad este escenario absurdo en que nos hallamos. Es la ¨²nica soluci¨®n: discutir los problemas all¨ª donde deben tratarse, en el Parlamento, sin miedo alguno a asumir responsabilidades, y con plena conciencia de que ETA es un intruso indeseable. Por ello cabe decir que nuestro autogobierno se enfrenta a la mayor crisis de su historia, porque acaba de estallar en nuestras manos la cuesti¨®n de si seremos capaces o no de resolver nosotros mismos esta cuesti¨®n, sin injerencias, directamente.
Josep A. Duran Lleida es secretario general de Converg¨¨ncia i Uni¨®.
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