De error a lastre
Con la aceptaci¨®n de la propuesta de nombrar un nuevo conseller en cap, Maragall dio ayer por cerrada por segunda vez la crisis provocada por la entrevista de Carod con ETA. Hay motivos para temer que sea un nuevo cierre en falso. No porque la medida sea insuficiente, sino porque sigue faltando un elemento fundamental para evitar que la crisis se reproduzca: la aceptaci¨®n por parte de Carod de que lo suyo no fue un error de forma, sino una grave irresponsabilidad pol¨ªtica; mientras no exista ese reconocimiento y su partido tampoco sea capaz de desautorizarle, algunas costuras del pacto seguir¨¢n siendo d¨¦biles y el tripartito vulnerable a los ataques de quienes est¨¢n tan interesados en hacer fracasar la experiencia de un Gobierno catalanista de izquierda.
Ahora ya se sabe que el riesgo asumido por Carod no era te¨®rico. Y ha ocurrido lo que se tem¨ªa: que lejos de suponer un avance hacia el desistimiento de ETA, el contacto secreto alentara la esperanza de los terroristas de condicionar la pol¨ªtica -incluyendo la electoral- desde la violencia o la amenaza de utilizarla. Frente a esa comprobaci¨®n, Carod volvi¨® a plantear en t¨¦rminos de autoafirmaci¨®n y desaf¨ªo la aceptaci¨®n de su paulatina marginaci¨®n pol¨ªtica. Present¨® como una exigencia a Maragall el nombramiento de un dirigente de ERC como nuevo conseller en cap. Pero al hacerlo admiti¨® que es ¨¦l quien est¨¢ obligado a renunciar al cargo.
?Es esa soluci¨®n la "consecuencia pol¨ªtica de alcance" exigida por Zapatero? Lo que se plante¨® como retirada "provisional" se ha hecho permanente. No es poco trat¨¢ndose de quien sigue siendo el l¨ªder de ERC. Pero ya hab¨ªa quedado por sentado que la retirada era definitiva. Luego no ha habido la asunci¨®n adicional de responsabilidades que parec¨ªa exigible a la vista de los efectos comprobados del error Carod. Tan graves han sido esos efectos que lo l¨®gico ser¨ªa que el propio Carod librase a su partido de tener que cargar con ¨¦l.
Pero no est¨¢ por la labor. Sigue sin reconocer que, m¨¢s all¨¢ de los modos, tambi¨¦n inadmisibles, cometi¨® un grave error pol¨ªtico al morder el anzuelo que le tendi¨® ETA, actuando de forma que los terroristas pudieran hacer lo que han hecho: ofender a los catalanes, perjudicar las expectativas electorales de la izquierda, meter una cu?a en el Pacto Antiterrorista, dar munici¨®n al PP. El dilema que tienen planteado Maragall y el PSC es si vale la pena seguir adelante con su apuesta por el tripartito con un lastre tan pesado; sabiendo que esos efectos podr¨ªan reactivarse con cada atentado de ETA, o con la publicaci¨®n por la banda de las actas -verdaderas o maquilladas- de sus conversaciones o con cualquier otra maldad que pueda ocurr¨ªrseles a los encapuchados.
Es deseable el mantenimiento del actual Gobierno catal¨¢n; pero no a cualquier precio. Ser¨ªa deseable porque se trata de una experiencia leg¨ªtima, aunque con sus riesgos, de integraci¨®n de un partido independentista y pac¨ªfico en la normalidad democr¨¢tica. Algo que podr¨ªa tener una funci¨®n pedag¨®gica para la Euskadi posterior a la derrota de ETA. Y tambi¨¦n porque era una experiencia menos arriesgada que la alternativa de un pacto entre las dos formaciones nacionalistas, unidas por la ideolog¨ªa m¨¢s que por la pol¨ªtica. Pero no a cualquier precio: no valdr¨ªa la pena si por mantener la alianza con ERC se desestabilizara y fracturara la pol¨ªtica catalana, se siguiera situando a ETA bajo los focos y se rompiera la relaci¨®n entre el PSC y el PSOE.
La condici¨®n para evitar estos males es que ERC no s¨®lo condene el comunicado de ETA o su utilizaci¨®n por la derecha, tal como ya ha hecho, sino que se desmarque sin ambig¨¹edades de la iniciativa de su secretario general. Aunque sea falso lo que dice ETA sobre la b¨²squeda de una tregua por separado, en un libro publicado en octubre pasado el propio Carod se ufanaba de haber conseguido que, gracias a sus contactos con Otegi, en marzo de 2001, desde esa fecha "aqu¨ª no ha habido ning¨²n atentado", salvo "la acci¨®n lamentad¨ªsima y condenable en Santa Pola" (Alicante), parte de lo que Carod considera Pa?sos Catalans. Pero en ese tiempo los hubo por este orden en Lasarte, Zaragoza, San Sebasti¨¢n, Madrid, Leiza, Leaburu, Getxo, Beasain, Orio, Madrid de nuevo, Andoain y Sang¨¹esa.
Es cierto que la derecha est¨¢ teniendo un comportamiento gravemente irresponsable. Todos los partidos catalanes han rechazado en¨¦rgicamente el comunicado de ETA, pero Aznar todav¨ªa asegur¨® ayer que ERC est¨¢ "lejos de condenar el comunicado terrorista". Tambi¨¦n culpabiliza injustamente al PSOE de la crisis, utiliza alegremente el comunicado etarra para poner en peligro el consenso antiterrorista y aprovecha todo ello para repetir como un sonsonete la falta de liderazgo de Zapatero. Pero ser¨¢ dif¨ªcil combatir toda esta exhibici¨®n de oportunismo mientras Carod no reconozca y corrija claramente el suyo.
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