Los Balcanes de hoy: la telara?a
En los espacios balc¨¢nicos no siempre se ha permitido que el discurrir del pasado se convierta en historia. A menudo, una defectuosa conciencia hist¨®rica ha producido y estimulado diferentes interpretaciones del pasado. La historia nacional eleg¨ªa las interpretaciones aparentemente m¨¢s favorables, evitando la objetividad o dejando de lado los valores. En el territorio en donde el pasado borra la historia, los acontecimientos dif¨ªcilmente se definen, o se pierde el control sobre ellos. Una conciencia ideologizada crea sus propios escenarios del pasado, induciendo a los adeptos o s¨²bditos a aceptarlos y creer en ellos. Los h¨ªbridos del pasado crean obst¨¢culos para los nuevos procesos y transforman la memoria. Se apoya m¨¢s en la mitolog¨ªa que en la realidad, identifica el mito con la victoria sobre el mito. Incluso los "hechos fundados" se convierten en presa de una determinada narraci¨®n o ficci¨®n y, como tales, dif¨ªcilmente consiguen ofrecer una base a empresas positivas. Despu¨¦s de cada reparto de los territorios balc¨¢nicos ha quedado algo sin solucionar y sin terminar. De la no terminaci¨®n y de las cuestiones pendientes ha surgido a menudo algo torcido o equivocado. Cada una de las "verdades", serbia, b¨²lgara, tambi¨¦n griega, croata, albanesa, musulmana, cat¨®lica, ortodoxa -y las otras "verdades" particulares distintas- se ha considerado a s¨ª misma la ¨²nica y la justa. De este modo, la Verdad en los Balcanes se ha relativizado en los propios Balcanes y fuera de ellos.
La regi¨®n central de los Balcanes no se encontr¨® con el Renacimiento, como ocurri¨® en cambio en el litoral que domin¨® Venecia y en el que floreci¨® la Rep¨²blica de Ragusa (Dubrovnik). La Ilustraci¨®n lleg¨® con retraso a toda la pen¨ªnsula, diferenci¨¢ndose de un territorio a otro, y careciendo casi en todas partes de laicismo. Las naciones se formaron con retraso y con interrupciones, intentando conquistar el mayor espacio posible para sus propios Estados, olvidando los intereses o derechos de los vecinos. Los programas nacionales, incluso los que eran esenciales y positivos dentro de sus propios marcos, fueron acogidos por los vecinos m¨¢s pr¨®ximos como amenazas o conjuras. Los intentos de las potencias extranjeras de arreglar la situaci¨®n, de establecer las reglas de comportamiento y delimitar las fronteras, operaciones realizadas en nombre de sus propios intereses y objetivos, suscitaron cada vez el descontento de quienes se sintieron heridos en sus derechos o no escuchados. La historia de los Balcanes se ha "regulado" con acuerdos internacionales, y cada uno de ellos ha dejado atr¨¢s determinadas cuestiones sin resolver, capaces de producir nuevos acontecimientos a su vez incompletos y controvertidos. Se asemejaba a ese juego en el que la apuesta se aumenta o disminuye continuamente, se retira o pasa de un jugador a otro.
La paz de Pressburg (actual Bratislava) entreg¨® a Napole¨®n, junto a Venecia, la costa del Adri¨¢tico oriental y las "provincias il¨ªricas". El congreso de Viena, como es sabido, permiti¨® a Austria ocupar todos los territorios que hab¨ªan estado bajo el dominio del fracasado emperador; al mismo tiempo se neg¨® ayuda a Serbia, donde las cimitarras otomanas sofocaron la insurrecci¨®n con sangre. El Congreso de Berl¨ªn se mostr¨® ben¨¦volo con el Principado de Serbia, en perjuicio de Bulgaria, haciendo al mismo tiempo que Turqu¨ªa mantuviera a¨²n durante cierto periodo su dominio sobre Bosnia. Las guerras balc¨¢nicas terminaron una tras otra, m¨¢s con armisticios que con paces verdaderas. La paz de Versalles favoreci¨® a Serbia, aliada de los franceses, confirmando el nacimiento del Estado de los Serbios, Croatas y Eslovenos (posteriormente denominado Reino de Yugoslavia), sin tener en cuenta a las dem¨¢s comunidades nacionales presentes en la regi¨®n eslava meridional y olvidando sobre todo a los peque?os pueblos lim¨ªtrofes. La conferencia tripartita de Yalta en la II Guerra Mundial intent¨® dividir los Balcanes en dos zonas de inter¨¦s, buscando la simetr¨ªa donde era imposible que existiera. En esta serie entran tambi¨¦n los Acuerdos de Dayton, que aunque por un lado pusieron fin a la guerra en Bosnia y luego en Kosovo, hoy ya no son productivos y mucho menos suficientes. En el tablero, cada movimiento, cada desplazamiento de las fichas, cambia la posici¨®n de conjunto y abre el juego en una direcci¨®n distinta, a veces completamente inesperada.
Una parte del trabajo, quiz¨¢ la m¨¢s importante, siempre ha quedado por hacer o corregir: aplazada para otros tiempos "m¨¢s favorables", tiempos que llegaban demasiado tarde o que no llegaban nunca. Los acontecimientos no consegu¨ªan as¨ª llegar a t¨¦rmino, realizarse hasta el fondo: se creaban, por lo tanto, periodos incompletos, agravados por sus propias contradicciones. Una historia coja. Los pueblos que se convierten tarde en naciones -y sobre todo en Estados nacionales- viven durante mucho tiempo en s¨ª mismos una especie de dualismo: se comportan a la vez como pueblo y como naci¨®n. En este caso es dif¨ªcil establecer un criterio seguro de identificaci¨®n: hasta qu¨¦ punto somos una cosa y hasta qu¨¦ punto somos otra, qu¨¦ somos m¨¢s en una ocasi¨®n determinada y qu¨¦ somos menos en otra, cu¨¢nto y de qu¨¦ forma somos las dos cosas a la vez. Las terminolog¨ªas usadas en distintas ¨¦pocas (tribu, comunidad, etnia, pueblo, nacionalidad, naci¨®n, grupo nacional, Estado nacional, etc.) conten¨ªan en s¨ª mismas elementos de los que surg¨ªan equ¨ªvocos y malentendidos.
Los h¨ªbridos del pasado y de la historia a menudo crecen juntos o se unen de forma artificial, creando obst¨¢culos a los nuevos procesos o a los procedimientos sucesivos. La memoria que las distintas generaciones intentaban defender viene a enfrentarse con una memoria de la que hay que defenderse. El patrimonio que hemos intentado salvar conlleva tambi¨¦n partes del patrimonio del que tenemos que ser salvados. El peligro que se presenta en estas situaciones nos lo ha mostrado uno de los mejores conocedores de los Balcanes, Jovan Cvijic, que se sirvi¨® de la met¨¢fora de la "ara?a" en su c¨¦lebre ensayo La pen¨ªnsula balc¨¢nica, escrito a principios del siglo XX en franc¨¦s y serbio: "Semejantes a la ara?a, los hombres tejen a su alrededor una telara?a de prejuicios hist¨®ricos, de vanaglorias nacionales, de formas de vida alteradas, y esta telara?a puede aislarles espiritualmente del resto del mundo y hacer que se vuelvan arcaicos... Los instintos nacionales heredados de anteriores ¨¦pocas hist¨®ricas, incluso los m¨¢s profundamente primitivos, hasta ayer dormidos, empiezan a despertar...". Esta advertencia del estudioso serbio se ha revelado prof¨¦tica: la "ara?a" ha envuelto en su tela una gran parte de la pen¨ªnsula balc¨¢nica, una pen¨ªnsula que, por utilizar una famosa definici¨®n de Churchill, "produce m¨¢s historia de la que puede consumir". Una pen¨ªnsula en la que se apoya "la cuna de la civilizaci¨®n europea" y que es al mismo tiempo el "polvor¨ªn de Europa". La caracter¨ªstica de ser balc¨¢nico est¨¢ precisamente en su inestabilidad y en las contradicciones que, en lugar de eliminarse, la mayor¨ªa de las veces se potencian. Y crean as¨ª nuevas contradicciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.