Medicina a la medida del paciente
La vanguardia biom¨¦dica busca los genes del infarto, el c¨¢ncer y la degeneraci¨®n cerebral
La vanguardia de la investigaci¨®n biom¨¦dica tiene muy claras sus prioridades. En las sociedades occidentales, las enfermedades cardiovasculares -infartos, ataques cerebrales y dem¨¢s consecuencias de la obstrucci¨®n de las arterias- matan al 50% de la poblaci¨®n. El c¨¢ncer acaba con otro 30%. Y las enfermedades neurodegenerativas y las inflamaciones cr¨®nicas est¨¢n detr¨¢s de un buen trozo de la mortalidad restante. Los avances en el tratamiento y la prevenci¨®n de estas lacras alargar¨¢n dr¨¢sticamente la vida de cientos o miles de millones de personas y constituir¨¢n, sin duda, la pr¨®xima revoluci¨®n de la medicina, s¨®lo comparable a la rotunda victoria sobre las bacterias que el Primer Mundo ha presenciado en el siglo XX. Pero los nuevos asesinos ya no son las bacterias, sino los mism¨ªsimos genes de cada individuo. Y la nueva medicina, por tanto, deber¨¢ dirigirse contra las variantes gen¨¦ticas que condenan a cada persona a una muerte probable. El futuro pr¨®ximo es una medicina hecha a la medida del paciente.
El estudio de las poblaciones hallar¨¢ los m¨¢s de 30 genes implicados en el infarto
Los nuevos asesinos ya no son las bacterias, sino las variantes gen¨¦ticas del individuo
Tomemos el infarto. Todo el mundo ha o¨ªdo hablar de sus principales factores de riesgo: la hipertensi¨®n, el colesterol, el tabaco, el estr¨¦s, la obesidad y el sedentarismo. Pero muchos infartos se escapan de este esquema simple porque ocurren en personas que no manifiestan ninguno de esos riesgos. ?Por qu¨¦? Los investigadores van convenci¨¦ndose cada vez m¨¢s de que la raz¨®n est¨¢ en el ADN de cada individuo y ya han empezado a identificar a los genes culpables. De hecho, incluso los factores de riesgo cl¨¢sicos tienen componentes gen¨¦ticos. Por ejemplo, hay un tipo de colesterol alto (la hipercolesterolemia familiar) que no tiene nada que ver con la dieta: se debe totalmente a la mutaci¨®n de un gen y causa la mayor parte de los infartos en personas j¨®venes. La hipertensi¨®n, la obesidad y hasta la tendencia a engancharse al tabaco tambi¨¦n tienen componentes gen¨¦ticos. Este simple hecho marca el camino que debe seguirse.
En los pr¨®ximos 10 a?os, los investigadores de la enfermedad cardiovascular emprender¨¢n estudios exhaustivos de la poblaci¨®n de los pa¨ªses occidentales. Literalmente, har¨¢n una lista de las personas que sufren da?os cardiovasculares y correlacionar¨¢n el riesgo con sus variantes gen¨¦ticas concretas. Uno de los l¨ªderes en este campo, el director del Instituto Wolfson del University College de Londres, Salvador Moncada, predice que de esta forma se encontrar¨¢n los m¨¢s de 30 genes implicados en el infarto.
No todas las personas de riesgo portar¨¢n las variantes peligrosas de los 30 genes, naturalmente. Cada individuo tendr¨¢ su combinaci¨®n personal y eso le conferir¨¢ uno u otro tipo de pasaporte al infarto. Pero el mero hecho de conocer qu¨¦ pasaporte tiene uno, puede salvarle la vida. Esto ya ocurre con la mencionada hipercolesterolemia familiar -la administraci¨®n de unos f¨¢rmacos llamados estatinas, que reducen el colesterol, ha impedido ya que cientos de miles de estas personas sufran un infarto-, y la esperanza es que se pueda hacer lo mismo con el resto de las combinaciones gen¨¦ticas de riesgo.
El c¨¢ncer es una enfermedad gen¨¦tica, aunque de un tipo especial: para desarrollarlo no basta con las mutaciones que uno lleva puestas de nacimiento, sino que se requieren otras que ocurren durante la vida del individuo, causadas por el humo del tabaco, la radiaci¨®n solar o ciertos elementos de la dieta. Pero la estrategia es muy similar a la que hemos visto con las enfermedades cardiovasculares: examinar un gran n¨²mero de casos para asociar cada tumor, presente o futuro, con una matriz de genes alterados en cada individuo.
Esto servir¨¢ para dos cosas: en primer lugar, para saber qu¨¦ propensiones a cada tipo de c¨¢ncer tiene cada individuo, de forma que cada cual pueda adoptar las pr¨¢cticas protectoras que mejor le vienen, desde no fumar hasta extirparse las mamas preventivamente. En segundo lugar, los tumores podr¨¢n detectarse antes de que existan, puesto que algunos genes se alteran muy prematuramente. Cualquier c¨¢ncer detectado con semejante precocidad es ya curable con m¨¦todos convencionales.
Todo lo anterior es posible gracias a la gen¨®mica, es decir, a la posibilidad de examinar simult¨¢neamente los 30.000 genes de cada persona. La gen¨®mica tambi¨¦n es el fundamento del dise?o inteligente de nuevos f¨¢rmacos, puesto que permite identificar qu¨¦ gen (o genes) est¨¢ detr¨¢s de cada enfermedad, y dise?ar peque?as mol¨¦culas (f¨¢rmacos) que compensen la actividad err¨®nea de esos genes.
Pero hay otro gran paradigma de la nueva medicina que no tiene relaci¨®n directa con la gen¨®mica: las c¨¦lulas madre. Estas c¨¦lulas, que se pueden obtener de algunos ¨®rganos adultos y tambi¨¦n de embriones humanos de menos de 14 d¨ªas -hay millones congelados en las cl¨ªnicas de fertilidad del mundo-, pueden amplificarse en cultivo y mantienen una gran versatilidad para transformarse en c¨¦lulas de la piel, del p¨¢ncreas, del coraz¨®n, del cerebro, del h¨ªgado y muchas otras. El cuerpo humano no es m¨¢s que un agregado de billones de c¨¦lulas y toda enfermedad puede definirse como la aver¨ªa de un peque?o grupo de ellas. La idea, por tanto, es sencilla: convertir las c¨¦lulas madre en el tipo celular necesario e implantarlas en el paciente en sustituci¨®n de sus c¨¦lulas da?adas.
La medicina basada en c¨¦lulas madre tambi¨¦n deber¨¢ confeccionarse a la medida del paciente, puesto que en todo implante o trasplante es necesario evitar el rechazo inmunol¨®gico. Una soluci¨®n es utilizar las c¨¦lulas madre adultas, obtenidas de los ¨®rganos del propio paciente. El problema con estas c¨¦lulas es que proliferan mal y tienen una versatilidad limitada. La alternativa son las c¨¦lulas madre embrionarias, que pueden transformarse en todos los tejidos del cuerpo. Pero, en este caso, evitar el rechazo inmunol¨®gico requerir¨¢ crear un embri¨®n que sea un clon del paciente (clonaci¨®n terap¨¦utica).
Ser¨¢ ego¨ªsmo, pero el "?qu¨¦ hay de lo m¨ªo?" ser¨¢ la frase m¨¢s repetida en las consultas m¨¦dicas del futuro.
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