Costaleros de un l¨ªder pol¨ªtico a la baja

El PP valenciano se est¨¢ defendiendo como gato panza arriba en todo lo que concierne al llamado caso Fabra, c¨²mulo de peripecias judiciales y medi¨¢ticas, como es sabido, en las que est¨¢ involucrado el presidente de la Diputaci¨®n de Castell¨®n y del PP de esa provincia. Los populares, echando mano de todos los ardides y pretextos a su alcance, tratan de impedir que el asunto sea debatido en las Cortes Valencianas y se remiten a lo que en su d¨ªa resuelvan los tribunales. Qu¨¦ remedio. De estar a su alcance, y no ser¨¢ porque no lo han intentado, este esc¨¢ndalo pol¨ªtico-mercantil hubiera desaparecido, asimismo, de los medios de comunicaci¨®n al menos hasta despu¨¦s de las pr¨®ximas elecciones de marzo. No ha podido ser y habr¨¢n de aguantar el cilicio.

Un cilicio que les est¨¢ sangrado las carnes desde hace dos meses, a lo largo de los cuales casi no ha pasado d¨ªa sin que se divulgase un episodio propio de la cr¨®nica de sucesos que ahora amenizan el citado l¨ªder castellonense y su utilitaria parentela, beneficiarios todos de un man¨¢ espectacular sobrevenido -digamos que aparentemente- a la sombra de la dedicaci¨®n pol¨ªtica. Da la impresi¨®n, adem¨¢s, de que una mente perversa, ¨¦mula de T¨¢ntalo, dosifica el goteo incesante de estas revelaciones y denuncias que necesariamente han de mellar la moral de las huestes conservadoras, sumi¨¦ndonos a los dem¨¢s en la estupefacci¨®n, no tanto por los hechos que se airean -que tambi¨¦n, habida cuenta de las cifras millonarias que afloran- como por la temeridad del protagonista y los silencios c¨®mplices que sugiere.

Estamos, sin duda alguna, ante la mayor serie de irregularidades -valga el eufemismo- que se ha dado en le Pa¨ªs desde el advenimiento de la democracia. Cierto es que no se debe obviar la presunci¨®n de inocencia que asiste a todo individuo, pero no se nos negar¨¢ que tal formalidad resulta artificiosa cuando se ha aireado, con abundancia de indicios veros¨ªmiles, tan denso repertorio de tr¨¢fico de influencias a los m¨¢s altos niveles, cobros opulentos por informes bufos o inexistentes, constituci¨®n de empresas chocantes que facturan lo indecible, compra de minas mediante terceros, por no hablar del nepotismo y el espectacular parque inmobiliario acumulado por el dirigente pol¨ªtico que nos ocupa. ?Acaso el PP le autoriz¨® a todos esos aprovechamientos, impensables sin el amparo de la proyecci¨®n p¨²blica del sujeto y que invitan a intuir coimas, gabelas, diezmos y abusos?

La pol¨ªtica es, sin duda, una camino r¨¢pido para enriquecerse y algunos pocos lo transitan sin la menor cautela y con notorio ¨¦xito. Pero la pol¨ªtica tambi¨¦n es una percepci¨®n del vecindario, que raramente cambia o se equivoca cuando tan patentes y abundosas son las circunstancias incriminatorias. Para el caso que nos ocupa, resulta ya casi irrelevante que los jueces, en su momento, emitan un fallo justo, legal, legalista o leguleyo, incluso que nos regalen un alarde de jurisprudencia creativa. Tanto da. La vasta actividad econ¨®mica de Carlos Fabra ha sido sobradamente percibida por amplios sectores de la opini¨®n p¨²blica y de su propio partido, que m¨¢s que solidarios con su desventura -quienes as¨ª se manifiestan- parecen en rigor meros costaleros de un ¨ªdolo ca¨ªdo.

Un infortunio para el PP aut¨®ctono que, al margen de alg¨²n edil rijoso e impresentable, pod¨ªa lucir un expediente limpio despu¨¦s de casi dos lustros de gobierno. Mala suerte de que el esc¨¢ndalo estalle en v¨ªsperas electorales, con la agravante de que no se puede borrar de un plumazo, ni renegar del imponente correligionario. Habr¨¢ de aguantar el temporal procesal y period¨ªstico que est¨¢ arrumbando la aureola de transparencia y rectitud moral que gustaba exhibir el referido partido. En adelante, los populares deber¨¢n de ser m¨¢s prudentes cuando evoquen pasados y ajenos episodios de corrupci¨®n.

A pesar de lo dicho y sabido, el PP ganar¨¢ los pr¨®ximos comicios. Quiz¨¢ sin apabullar tanto, pero ganar¨¢. Incluso le votar¨¢, como tiene dicho, el empresario y presunto inocente que ha tirado de la manta en este asunto en el que ¨¦l mismo arriesga ser carne de banquillo. El acusador sabr¨¢: es experto en t¨®xicos.