Esquinas del cante
Sevilla, Jerez de la Frontera, C¨®rdoba. Forman no s¨®lo un tri¨¢ngulo territorial en la yema de Andaluc¨ªa, sino tambi¨¦n un tri¨¢ngulo de buen cante, de lugares donde lo jondo ha crecido y se ha desarrollado con pujanza. De ellos ven¨ªan los protagonistas de esta pen¨²ltima sesi¨®n del Festival Caja Madrid.
El sevillano Segundo Falc¨®n, cuya carrera art¨ªstica se forj¨® fundamentalmente cantando para el baile, est¨¢ tratando de individualizarse. Es cantaor inquieto, que gusta de implicarse en proyectos no definidos s¨®lo por el flamenco puro y duro; el ¨²ltimo, del que habl¨¢bamos hace pocos meses, un interesante encuentro con m¨²sicos marroqu¨ªes. En esta nueva ocasi¨®n le o¨ªmos cante ortodoxo, incluyendo estilos tan poco frecuentados como el fandango del Yerbag¨¹ena, la ronde?a o la ca?a. Brill¨® en las soleares, aunque me temo que el p¨²blico se qued¨® un tanto fr¨ªo con su cante.
El embrujo del quej¨ªo puro
Cante: Segundo Falc¨®n, Tomasa La Macanita y El Pele. Toque: Paco Jarana y Salvador Guti¨¦rrez, Manuel Parrilla, Manuel Silveria. Percusi¨®n: Antonio Coronel. Teatro Alb¨¦niz. Madrid, 20 de febrero.
Lo contrario que con La Macanita, quien en Madrid tiene un mont¨®n de fans incondicionales. La jerezana representa espl¨¦ndidamente el cante de su tierra, corto de repertorio pero intenso, jondo. Estaba, adem¨¢s, la cantaora muy bien de voz y cant¨® con gusto. Tientos para empezar, templados, lentos, sentidos, en la misma l¨ªnea de excelencia que las soleares, como sabemos el estilo en que La Macanita es poco menos que insuperable. Tras un par¨¦ntesis siguiriyero que no calificar¨ªa de afortunado, el ¨¢ngel de la buler¨ªa de Jerez se ense?ore¨® por derecho del escenario.
El Pele, por fin, ese cordob¨¦s cobrizo que hab¨ªa suscitado la mayor expectaci¨®n de la noche porque era su vuelta a Madrid en persona despu¨¦s de un tiempo "desaparecido", al que puso fin su ¨²ltimo disco con Vicente Amigo. No tuvo suerte el cantaor porque estaba realmente con un fuerte catarro, que enronqueci¨® notablemente su voz y le quit¨® el brillo prodigioso a que nos tiene acostumbrados. Aun as¨ª ven¨ªa dispuesto a triunfar y se lanz¨® a tumba abierta por los vericuetos de la sole¨¢, la siguiriya, el Pena, penita, pena -una maravilla en su versi¨®n-, la ton¨¢ que ya no pudo terminar... Una lecci¨®n de pundonor que se agradece. Y de arte.
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