?Qu¨¦ nos importa Carod?
En esta Espa?a medi¨¢tica en la que cualquier noticia, cuando no falsedad, se convierte en argumento de fondo, con una vida media que en ocasiones no sobrepasa los tres d¨ªas, el episodio Carod-ETA amenaza con ocuparnos una campa?a electoral. Todo parece indicar que en dicho encuentro se habl¨® de la tregua para Catalu?a, idea que Carod ya nos hab¨ªa adelantado hace alg¨²n tiempo. Como este se?or, tan c¨ªvico y nacional, no acaba de concretarnos ning¨²n relato serio sobre su entrevista clandestina con ETA, no nos queda m¨¢s remedio que sacar esta conclusi¨®n. Incluso me atrever¨ªa a avanzar m¨¢s, despu¨¦s de o¨ªr las explicaciones de Otegi: en la estrategia de Carod estar¨ªa convertir a Catalu?a en la avanzadilla del soberanismo en la Espa?a plurinacional. Solo as¨ª se explica que ETA haya decidido perdonar la vida a los catalanes.
ETA se equivoca si piensa que en Catalu?a estamos asistiendo a la primera experiencia soberanista de Espa?a
A cualquier vasco que se haya le¨ªdo el plan Ibarretxe y que conozca el pensamiento maragalliano sobre la Constituci¨®n y el Estatuto, le sorprende que Otegi ponga como modelo Catalu?a cuando ETA mat¨® a Lluch por pensar lo mismo que Maragall. Por lo tanto, tenemos que concluir que el hasta ahora ingenuo Carod habl¨® con ETA de temas de calado y es merecedor de otros calificativos que no quiero proponer, porque de ¨¦stos est¨¢ sobrada la pol¨ªtica espa?ola.
Prefiero centrarme en lo sustantivo de dicha pol¨ªtica y no caer en la picaresca medi¨¢tico-pol¨ªtica de la derecha espa?ola, que se aplica en la tarea del "mucho ruido y pocas nueces". Lo que algunos esperan del ¨¢rbol otros lo conf¨ªan al ruido y esta dial¨¦ctica sigue enfangando tanto la pol¨ªtica vasca como la espa?ola. En Catalu?a hay un hecho sustantivo que brot¨® de las elecciones auton¨®micas, Gobierno tripartito, con un President que ya hab¨ªa sido el m¨¢s votado en las auton¨®micas anteriores y con una propuesta de reforma del Estatut que ser¨¢ sometida al consenso del conjunto de las fuerzas pol¨ªticas de Catalu?a.Tras las elecciones auton¨®micas en Catalu?a no era posible, desde el respeto a la voluntad ciudadana, un Gobierno sin ERC. De hecho, ese fue el intento de CiU que, por cierto, nunca recibi¨® las admoniciones que ha venido soportando Maragall por lograrlo, tanto antes como despu¨¦s de la aparici¨®n de ETA en la escena. Lo que qued¨® claro en el per¨ªodo postelectoral fue que entre las dos opciones posibles CiU-ERC y tripartito, la opci¨®n menos deseada y nunca defendida por el aparato medi¨¢tico de la derecha fue esta ¨²ltima. Algunos bien pensantes, fuera de Catalu?a, optaron por la opci¨®n PSC-CiU con independencia del veredicto de las urnas, que de manera inapelable hab¨ªa basculado hacia el catalanismo de izquierdas.
Quienes defendimos dicho proyecto no pod¨ªamos imaginarnos que Carod tuviera las pretensiones que ahora sabemos ?Qu¨¦ cambia este evento? Los seguidores de la concepci¨®n pol¨ªtico-matem¨¢tica de Mayor Oreja podr¨ªan llegar, como m¨ªnimo, a una ecuaci¨®n del siguiente tenor: maragallismo igual a soberanismo. Quienes hemos le¨ªdo las propuestas del Govern y conocemos la representaci¨®n num¨¦rica de ERC dentro del mismo sabemos que esa igualdad no es rigurosa desde la pol¨ªtica, y desde la matem¨¢tica no tiene ninguna probabilidad de llegar a producirse. Como colof¨®n de dicho pensamiento, Mayor ha admitido p¨²blicamente que ETA no miente, lo que corroborar¨ªa m¨¢s su tesis sobre la deriva catalana.
Yo prefiero afirmar que ETA se equivoca si piensa que en Catalu?a estamos asistiendo a la primera experiencia soberanista de Espa?a. Si este ha sido el mensaje de Carod, al margen de reconocerle una imaginaci¨®n desbordante, nos encontrar¨ªamos ante una iniciativa m¨¢s de un pol¨ªtico nacionalista que le cuenta a ETA lo que quiere o¨ªr. El d¨ªa que los embajadores del nacionalismo que se acercan a ETA se atrevan a transmitirle que nada es posible fuera del marco legal vigente y que todo es defendible y planteable dentro de ¨¦l, empezaremos a trabajar seriamente entre todos por la normalizaci¨®n pol¨ªtica.Por ejemplo, si se lo hubieran contado antes de Lizarra, no nos encontrar¨ªamos con una situaci¨®n tan deteriorada como la que hoy tenemos en el Pa¨ªs vasco.
Claro que con tanto ruido y tanta amenaza de ruptura de pactos no se lo van a creer. Imag¨ªnense por un momento lo que puede pensar el n¨²cleo dirigente de ETA despu¨¦s de la que se ha armado.
Sin duda la tarea de Maragall se agranda por el error estrat¨¦gico de Carod, el cual le obligar¨¢ a desarrollar una pedagog¨ªa de sus diferentes propuestas auton¨®micas con la suficiente claridad como para convencer, incluso, a sus compa?eros Bono e Ibarra. Tiene en su favor que en la acci¨®n pol¨ªtica son muy importantes los textos pero lo son m¨¢s, si cabe, las din¨¢micas que los impulsan; y en el caso del Govern, ambos, programa y din¨¢mica, tienen un profundo sentido constitucionalista y autonomista
En estas elecciones los ciudadanos vascos y espa?oles tenemos la oportunidad de cambiar con nuestro voto el rumbo de la pol¨ªtica y evitarnos estos bochornos PP-medi¨¢ticos que tan s¨®lo sirven para a?adir un plus de crispaci¨®n a una convivencia que ya se halla deteriorada por la amenaza permanente de la violencia. En nada ayuda a la catalana la demonizaci¨®n de ERC, como en nada ayuda en Euskadi la del PNV y EA.
Como resumen, tan s¨®lo propongo un breve ejercicio de reflexi¨®n. ?Se puede argumentar con un m¨ªnimo de rigor que Carod representa al d¨ªa de hoy un peligro para la unidad de Espa?a? Es evidente que su 18% en Catalu?a es insuficiente para cualquier iniciativa en ese sentido. Pero, adem¨¢s, la bandera del catalanismo la enarbola Maragall, que siempre ha sabido que el proyecto de Catalu?a, o ser¨¢ en el marco de una Espa?a plural o no ser¨¢. Es decir, ERC es part¨ªcipe de un proyecto autonomista y no de un proyecto frentenacionalista Y en ese marco, ?qu¨¦ nos importa Carod?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.