"Cuando me llegan ni?as prostituidas, revivo mi historia"
La camboyana Somaly Mam, premio Pr¨ªncipe de Asturias de 1998, rescata mujeres atrapadas en la industria sexual asi¨¢tica
Cuando escucha las historias de las chicas que rescata, cree o¨ªr su propia voz. Su historia vuelve. Somaly Mam fue vendida a los 13 a?os por la familia que la acog¨ªa y fue prostituida. Sabe lo que es sentirse humillada, destruida y luego abandonada. Todo a la vez y todo lo mismo. Su historia pudo ser, lo es en parte, una gota de espuma en la marea de ni?as asi¨¢ticas explotadas sexualmente con la excusa de que tras esos cuerpos no hay futuro. Y con la impunidad de pensar que siempre habr¨¢ m¨¢s. Despu¨¦s de ser explotatada durante ocho a?os, la camboyana escap¨® de esa turbia espuma y ahora se dedica a rescatar y ofrecer un futuro y una profesi¨®n a chicas forzadas a prostituirse o arrancadas de las redes.
"Las ni?as enseguida juegan entre s¨ª, parecen olvidar. Pero luego se quiebran, les sale todo"
Casada con Pierre, el ciudadano franc¨¦s que le ayud¨® a salir del infierno, Somaly Mam, de 34 a?os, es madre de tres hijos: una ni?a adoptada de 12 a?os y dos biol¨®gicos, uno de 8 y un beb¨¦ de 22 meses. En 1996 fund¨® AFESIP (Acci¨®n para las mujeres en situaci¨®n precaria). A trav¨¦s de ella m¨¢s de 3.000 camboyanas y vietnamitas han pasado por sus centros. No siempre con un final feliz: muchas han muerto de sida, otras volvieron a la prostituci¨®n al regresar a sus pueblos y verse rechazadas. Pero una mayor¨ªa ha logrado ser independiente econ¨®micamente y ha rehecho su vida.
En estos d¨ªas m¨¢s de doscientas ni?as y mujeres estudian o aprenden oficios en sus centros. Son trabajos sencillos: peluquer¨ªa, confecci¨®n, cocina, o bien capacitaci¨®n para llevar granjas o desempe?ar trabajos agr¨ªcolas.Otras son formadas como monitoras para atender a las nuevas. En el fondo, s¨®lo un grano de arena en el zapato de los traficantes, ya que son m¨¢s de 50.000 las mujeres que nutren la industria sexual camboyana. Aun as¨ª, los traficantes la hostigan y amenazan. Nadie como ella conoce lo miserables que son sus negocios. Pero la ayuda internacional se multiplica desde que obtuvo el Pr¨ªncipe de Asturias en 1998. Gracias a este respaldo ha abierto otro centro en Siem Reap, junto a los templos de Angkor, enclave tur¨ªstico adonde las redes trasladan j¨®venes vietnamitas como objetos de deseo para viajeros. El nuevo centro tiene capacidad para 50 chicas. Una vez liberadas de las mafias, a las j¨®venes se les presta ayuda mientras esperan ser enviadas a su pa¨ªs de origen.
Ya no hay fronteras y AFESIP trabaja tambi¨¦n en Vietnam, Tailandia y Laos. Al principio rescatar a una chica era complicado. En los inicios la propia Somaly iba a los prost¨ªbulos a liberarlas. "Pero jam¨¢s he pagado por sacarlas. Habr¨ªa sido entrar en el juego de la corrupci¨®n". Ahora la polic¨ªa colabora a trav¨¦s de una unidad antitr¨¢fico. Cuando los trabajadores sociales detectan que hay mujeres forzadas en un burdel, la polic¨ªa hace una redada. "Los trabajadores sociales est¨¢n delante para evitar que las chicas desaparezcan. Hay mucha corrupci¨®n. Luego las chicas vienen a los centros", dice.
Mam est¨¢ ahora en Madrid, donde AFESIP acaba de abrir una oficina (afesipspain@telefonica.net), para impulsar una campa?a internacional contra el tr¨¢fico. "Es duro combatir el crimen internacional. Hay que organizarse", argumenta. Ha sido recibida por do?a Sof¨ªa y la AECI (Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional) dar¨¢ cobertura a parte de sus proyectos. Pronto acudir¨¢ al Parlamento Europeo para pedir firmeza en la aplicaci¨®n de las leyes de extraterritorialidad. "En Espa?a hay tr¨¢fico. Muchas vienen vendidas, se les explota y se les quita el pasaporte; de otras se dice que ejercen una prostituci¨®n de lujo y voluntaria. Pero para que algo sea voluntario tiene que haber otras opciones. Es una cuesti¨®n de dignidad. ?Por qu¨¦ la mujer tiene que vender su cuerpo?" se pregunta.
"Olvidar es imposible. De joven so?aba con escapar y ayudar a otras chicas", recuerda. El sue?o se ha cumplido, pero s¨®lo en parte. "Mi sue?o era m¨¢s grande, quer¨ªa hacer m¨¢s. Quiero m¨¢s poder para las mujeres, quiero que sean poderosas para que sean independientes. Cuando me llegan ni?as violadas y prostituidas, s¨¦ lo que han pasado, me identifico y las abrazo. En una he visto mi misma capacidad de superaci¨®n, quiz¨¢s sea mi sucesora", confiesa. Las m¨¢s peque?as o vulnerables suelen ir a un centro en el campo. "En seguida juegan entre s¨ª y parecen olvidar, pero si enferman se quiebran, les sale todo. Las mayores vienen peor, pero se rehacen antes", asegura. "Escucharlas es verme en un espejo. Y tengo dos opciones: dejarlo y continuar con mi nueva vida, o seguir. Eleg¨ª lo segundo y tengo que aprender a vivir con sus historias".
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