Saber leer
Si alg¨²n valor destaca por encima de todas las cualidades del Bar?a como equipo, y las tiene muchas, es su capacidad para definir los cu¨¢ndos y los c¨®mos. Se ha hablado sobradamente de su demoledora habilidad para resolver los partidos (ayer se comprob¨® por en¨¦sima vez), pero no es ¨²nicamente en el filo de la navaja donde demuestra esta impagable virtud. El devenir de un partido plantea muchas situaciones que los t¨¦cnicos, y sobre todos los jugadores, deben saber solucionar.
El Barcelona resulta ejemplar a la hora de leer los partidos, y en ello basa gran parte de la raz¨®n por la que sobrevive a las situaciones m¨¢s complicadas. Ayer se encontr¨® con un buen Real Madrid, donde sus mejores hombres, como Bennet o Kambala, estuvieron a la altura de las circunstancias y las pas¨® canutas durante el primer tiempo, pero siempre tuvo claro lo que ten¨ªa que hacer y qui¨¦n deb¨ªa llevarlo a cabo. Algo bastante diferente de lo que se puede decir del Real Madrid, que fue perdiendo su magn¨ªfica compostura con el paso de los tiempos hasta ofrecer un comportamiento dudoso en los momentos decisivos, llenos de deficientes elecciones de tiro. Primero fue Navarro, que ante el insultante acierto madridista desde detr¨¢s de la l¨ªnea tir¨® de su estilo personal e intransferible para hacer f¨¢cil lo dif¨ªcil y despertar a su aletargado equipo. Luego le pas¨® los trastos a Bodiroga, que desde luego no tuvo su d¨ªa, pero que durante unos cuantos minutos domin¨® el juego de la forma que acostumbra.
Entre los dos consiguieron colocar el debate en un terreno m¨¢s igualado, y llegado a ese punto junto al resto de sus compa?eros, aplicaron el tratamiento habitual. Poco a poco su defensa fue apretando las clavijas, y de un encuentro trepidante dominado por los blancos y que apuntaba hacia los 90 puntos, se pas¨® a otro mucho m¨¢s est¨¢tico y conveniente a sus intereses. Hubo m¨¢s detalles de equipo hecho y derecho. Un ejemplo. La fortaleza interior madridista coloc¨® a los pivots azulgranas cargados de faltas cuando restaban muchos minutos por jugar. Ninguno de ellos se fue al banquillo antes de tiempo.
El problema para el Madrid es que estas cosas son costosas de ense?ar. Puedes conseguir que tu equipo sea una roca y defienda como si le fuese la vida en ello. Algo m¨¢s dif¨ªcil resulta exprimir las capacidades ofensivas, pero convertir tu equipo en un colectivo donde brille la inteligencia y racionalidad en sus acciones m¨¢s importantes requiere tiempo y jugadores adecuados. El Bar?a lo tiene y sigue sacando petr¨®leo de ello, superando acciones sin brillo o adversarios que por momentos dan la sensaci¨®n de colocarse en disposici¨®n de doblegarles.
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