Los 'sheriffs del cielo' ya vuelan a EE UU
Bruselas y Washington negocian un acuerdo sobre transmisi¨®n de datos personales de los viajeros
LAURENT ZECCHINI,
Frente a la amenaza terrorista los norteamericanos no sienten dudas, y les resulta incomprensible que los europeos multipliquen las objeciones a la presencia de guardias armados en los aviones de l¨ªnea, o en facilitar a las autoridades aduaneras de EE UU los datos personales de los pasajeros. Pero, contrariamente a las disputas comerciales que tienden a enconarse, la UE no tiene el m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s en convertir el caso en una crisis, por lo que su posici¨®n es francamente inc¨®moda.
Los atentados del 11-S constituyen una justificaci¨®n dif¨ªcilmente discutible para que los norteamericanos endurezcan los niveles de seguridad en los aviones, tanto en lo que concierne a la presencia de sheriffs del cielo como al control exhaustivo del pasaje. Las divergencias entre ambos lados del Atl¨¢ntico son, en parte, culturales. La sociedad norteamericana est¨¢ persuadida de que llevar agentes armados a bordo es una idea excelente y que no hay que tener reparo en proclamarlo a voz en grito, como elemento de disuasi¨®n.
En Europa, en cambio, los Gobiernos se tientan la ropa y, sabiendo que la opini¨®n es m¨¢s bien hostil, no quieren sembrar un clima de inquietud. Por ello, cuando ceden a las peticiones de EE UU lo hacen de la manera m¨¢s discreta posible. Paralelamente, valoran que si se produjera un megaatentado, la opini¨®n les acusar¨ªa de falta de previsi¨®n, y esa ambig¨¹edad explica por qu¨¦ los europeos tienen tantas dificultades en adoptar una posici¨®n com¨²n y oponen tan poca resistencia a las pretensiones norteamericanas. Cuando Washington afirma que tiene datos que le permiten creer que se cierne una amenaza sobre tal o cual vuelo, el Gobierno europeo de que se trate no tiene m¨¢s remedio que obedecer a un elemental principio de precauci¨®n, como les ha ocurrido en diversas ocasiones a British Airways y Air France, sin que por ello se haya dado ninguna informaci¨®n al p¨²blico sobre la naturaleza de la posible amenaza.
Asa Hutchinson, subsecretaria para la Seguridad Interior, dej¨® bien clara la posici¨®n de EE UU en una reciente escala en Bruselas. "No tenemos una pol¨ªtica global consistente en anular o prohibir ciertos vuelos, porque el pa¨ªs en cuesti¨®n no adopte determinadas medidas de seguridad. Examinamos las medidas en vigor para decidir si el vuelo puede producirse en esas condiciones. Pero si no es ¨¦se el caso, nos reservamos el derecho de decidir que no entrar¨¢ en nuestro espacio a¨¦reo".
Si Suecia, Finlandia y Dinamarca permanecen resueltamente hostiles a la presencia de guardias armados, la actitud del resto de Europa es m¨¢s conciliadora. Alemania ha creado una escuela para esos sheriffs del cielo en Lub?ck y Francia coloca a sus agentes en los vuelos donde se teme que pueda pasar algo, cosa que hace ya desde alg¨²n tiempo Austria, as¨ª como de antiguo el Reino Unido, aunque todo dentro de la mayor discreci¨®n. Los restantes miembros de la UE, sensibles al hecho de que otros pa¨ªses (Israel, Canad¨¢, Australia, Suiza, Singapur y Jap¨®n) ya recurren a los guardias armados, contemplan la posibilidad de hacerlo, pero contemporizan a la espera de una hipot¨¦tica posici¨®n com¨²n europea.
La cuesti¨®n de los datos personales de los pasajeros (Passenger Name Records, PNR) es igual de delicada. La mayor parte de las autoridades nacionales que cuidan de la protecci¨®n de esos datos se han pronunciado en contra de que se faciliten. El pasado 17 de diciembre se lleg¨® a un acuerdo entre la Comisi¨®n Europea y EE UU seg¨²n el cual los europeos transmitir¨ªan 35 de las 39 informaciones personales que cabe esperar que pidan. Estas informaciones se podr¨¢n conservar durante un m¨¢ximo de tres a?os y medio, pero no cabr¨¢ su utilizaci¨®n contra un enemigo interior.
El acuerdo est¨¢ pendiente de recibir aval jur¨ªdico, en forma de acuerdo internacional entre la UE y EE UU. En ese sentido, el 23 de febrero se dio un mandato a la Comisi¨®n, haci¨¦ndose constar, sin embargo, que no puede contradecir los t¨¦rminos de la directiva 195 sobre la protecci¨®n de datos personales. Para ello, habr¨¢ que esperar al asentimiento del Parlamento Europeo y del Consejo de Ministros de la UE, que habr¨¢ que ver si llega.
La Asamblea de Estrasburgo, consciente de las inquietudes manifestadas tanto por las autoridades nacionales como europeas, se ha mostrado reticente. Es evidente que ante las elecciones europeas de este a?o, no querr¨¢ verse pillada en falso ante una opini¨®n mucho m¨¢s puntillosa que la norteamericana sobre el respeto a la vida privada. "La protecci¨®n de los datos personales y el respeto a la vida privada son factores a considerar, pero tambi¨¦n la eficacia de los servicios policiales y la necesidad de garantizar la seguridad de los pasajeros. Los Gobiernos deben hallar por ello el equilibrio entre ambas exigencias", resume un experto de la Comisi¨®n. En ese caso, como en el de los guardias armados, la mayor parte de los Gobiernos europeos habr¨ªa preferido ceder a las exigencias norteamericanas, aprovechando una cierta indiferencia medi¨¢tica. Desde el 11-S, todas las compa?¨ªas a¨¦reas han debido adoptar una serie de medidas m¨¢s o menos costosas y molestas y hoy pueden ir en ocasiones "incluso m¨¢s all¨¢ de lo que exigen las autoridades norteamericanas", seg¨²n una fuente de Air France.
[Iberia, por su parte, no quiere dar informaci¨®n en relaci¨®n con las medidas de seguridad en sus aviones. Reunidos el pasado 18 de febrero, los ministros de Interior de Espa?a, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia anunciaron que la presencia de personal armado se decidir¨¢ caso por caso.]
Al margen de que haya sheriffs del cielo en los aviones, los pasajeros con destino a EE UU se ven sometidos a un interrogatorio exhaustivo antes de embarcar. Las preguntas las definen las autoridades en destino y el trabajo lo hace una compa?¨ªa especializada. Por otro lado, toda la flota de Air France est¨¢ ya equipada -como es tambi¨¦n el caso en muchos vuelos de Iberia- de cabinas de piloto blindadas, as¨ª como de un sistema de vigilancia por v¨ªdeo.
La TSA (Transportation Security Administration) es el organismo norteamericano encargado de la seguridad en estos casos. Y una de sus ¨²ltimas medidas proh¨ªbe la formaci¨®n de grupos cerca de los ba?os y restringe los desplazamientos por el aparato durante el vuelo. Aunque en Europa no rigen estas disposiciones, hay compa?¨ªas no europeas, como la australiana Qantas, que ya las aplican, y as¨ª se comunica a los pasajeros al despegue. Pero no todo es tan anecd¨®tico. La TSA ha extendido sus exigencias de control al conocimiento de los datos personales de las tripulaciones de las aerol¨ªneas que vuelen habitualmente a Am¨¦rica del Norte. Ello ha obligado a Air France a enviar una nota detallada a sus agentes que trabajan en las l¨ªneas que cubren EE UU para prevenirles de lo que se les ven¨ªa encima, tanto a la llegada como a la salida de los aeropuertos norteamericanos.
En esa nota, la aerol¨ªnea especifica que los requisitos que se exigen a los pasajeros naturales de una lista de 10 pa¨ªses (Argelia, Marruecos, T¨²nez, Libia, L¨ªbano, Siria, Irak, Ir¨¢n, Indonesia y Egipto) son tambi¨¦n aplicables a los tripulantes del mismo origen. Hasta 324 empleados de Air France, aunque sean ciudadanos franceses, se ven afectados por la medida. Por a?adidura, la nota precisaba que a la llegada a EE UU hab¨ªa que seguir "un circuito determinado durante el que hab¨ªa que pasar un interrogatorio de un agente de la TSA". La compa?¨ªa ha protestado ante las autoridades norteamericanas en Francia.
Las organizaciones sindicales han protestado vivamente contra unas medidas que juzgan "discriminatorias y sospechosas", puesto que la totalidad de los empleados de Air France posee ya un visado de tipo B, que ha exigido previamente un interrogatorio exhaustivo del titular. Una ¨²ltima cr¨ªtica, procedente de un empleado que quiere conservar el anonimato, demuestra lo absurdo de las exigencias norteamericanas. "Esas medidas afectan a personal franc¨¦s nacido, por ejemplo, en T¨²nez, Marruecos o en cualquiera de los pa¨ªses de la lista, pero algunos de ellos son de confesi¨®n judaica, mientras que otros franceses nacidos en cualquier localidad del pa¨ªs, pero de religi¨®n musulmana, jam¨¢s ser¨¢n investigados".
"Lo mejor es que las compa?¨ªas no se atiborren de nuevas capas de burocracia y de directivas que lo que hacen es penalizar a los viajeros en lugar de tranquilizarlos", concluye ir¨®nicamente un especialista del transporte a¨¦reo.
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