Las cifras de las letras
Mucha gente en el mundo es capaz de hablar ingl¨¦s. El resto lo intenta. Gracias a ese resto, el idioma se ha convertido en una fuente de ingresos para los brit¨¢nicos comparable a las rentas del petr¨®leo. Solemos considerar las lenguas como cosa del esp¨ªritu y la cultura; sin embargo, hace ya alg¨²n tiempo que son poderosas materias primas para industrias propias de nuestros d¨ªas.
El pasmoso desarrollo experimentado por los medios de comunicaci¨®n en pocos a?os, y las necesidades de entenderse en un mundo cada vez m¨¢s internacionalizado, han dotado a los idiomas de unos valores econ¨®micos desconocidos hace un par de generaciones, y viceversa, infinidad de actividades han visto c¨®mo la lengua multiplicaba sus posibilidades mercantiles. Es razonable suponer que en las sociedades posindustriales, donde los servicios y las comunicaciones van incrementando su peso frente a las fuentes cl¨¢sicas de producci¨®n, el valor econ¨®mico de la lengua se multiplique. En un art¨ªculo publicado en la revista Time hace ahora tres a?os, Ronald Buchanan dec¨ªa "language is money", pero no refiri¨¦ndose al ingl¨¦s, sino al espa?ol como lengua ventajosa ante las perspectivas comerciales de Hispanoam¨¦rica, Brasil y los propios Estados Unidos. Ahora que se ha abierto en Espa?a el debate sobre lo bien que van a aprender ingl¨¦s nuestros escolares desde su m¨¢s tierna infancia -una pretensi¨®n ben¨¦fica-, bueno ser¨¢ saber d¨®nde est¨¢ y lo que vale la lengua com¨²n de todos ellos.
El espa?ol ofrece un capital interesante. Si en su futuro europeo, empezando por Espa?a, se prev¨¦ nubosidad variable, en su futuro americano se prev¨¦n cielos m¨¢s despejados, los previstos asimismo para su instalaci¨®n internacional: en el a?o 2030, seg¨²n el Britanica World Data, el 7,5% de la poblaci¨®n mundial podr¨¢ comunicarse en espa?ol, porcentaje muy superior al esperable para el franc¨¦s (1,4%), el ruso (2,2%), el ¨¢rabe (4,6%), el japon¨¦s (1,4%) o el alem¨¢n (1,2%). Como GLM (Grupo de Lengua Materna), s¨®lo lo superar¨¢ el chino. Esto tendr¨¢ importantes consecuencias econ¨®micas, algunas de las cuales ya se adivinan: en 1992, la publicidad de empresas privadas emitida en espa?ol, s¨®lo ella, gener¨® unos beneficios mundiales de 15.000 millones de d¨®lares. Ese mismo a?o, en Espa?a, las industrias culturales asociadas a la lengua supusieron el 3% del PIB. La tendencia se ha incrementado: entre 1995 y 2004 el porcentaje del PIB vinculado a la lengua espa?ola -no s¨®lo en materia cultural- ha pasado en Espa?a del 14,2% al 15%. En el sector industrial, el coeficiente de lengua espa?ola ha pasado en el mismo periodo del 8,4% al 9,2%. La rama que m¨¢s contribuye al incremento, no por casualidad, es la de servicios: publicidad, edici¨®n, administraci¨®n, transportes y comunicaciones.
Sin embargo, las cifras espa?olas se quedan peque?as si se comparan con las que ofrece Estados Unidos, que es un caso parad¨®jico: siendo, por ahora, el quinto pa¨ªs en n¨²mero de hispanohablantes, casi todos capaces de expresarse igualmente -e incluso mejor- en ingl¨¦s, triplica las ganancias peninsulares asociadas a la valoraci¨®n econ¨®mica de la lengua. No s¨®lo es el estadounidense el ¨¢mbito que m¨¢s y mejor negocia en lengua espa?ola, sino que ¨¦l solo produce m¨¢s que todos los pa¨ªses hispanohablantes juntos. El hecho de que en determinadas ciudades, como ocurre en Los ?ngeles, las cadenas que emiten en espa?ol sean las que m¨¢s audiencia tienen entre la poblaci¨®n joven ha propiciado el desembarco de empresas de comunicaci¨®n tradicionalmente anglohablantes en el mercado que se expresa en espa?ol. Son estrategias de mercado a largo plazo: si las tendencias migratorias no var¨ªan radicalmente, se calcula que en el a?o 2050 Estados Unidos ser¨¢ el primer pa¨ªs hispanohablante del mundo. Entiendo que esto inquiete, incluso alarme, a muchos anglohablantes de Estados Unidos, pero todo indica que la instalaci¨®n del espa?ol norteamericano persiste.
Si no conviene ser ingenuamente optimistas, las perspectivas no son malas. Es previsible que en el mundo global haya pocos grupos de comunicaci¨®n o de negocio econ¨®mico-ling¨¹¨ªstico y que ¨¦stos se expresen, fundamentalmente, en ingl¨¦s, conque bueno ser¨¢ aprenderlo. Pero el espa?ol tiene una circulaci¨®n econ¨®mica propia europeo-americana, de cierta entidad y previsible desarrollo, suficiente como para mantener empresas fuertes e iniciativas industriales que aprovechen las ventajas que se les ofrecen.
Sin hacer gran cosa por lograrlo, el espa?ol se ha convertido a comienzos del siglo XXI en un material estrat¨¦gico de primer orden para la sociedad de la comunicaci¨®n que se avecina. Pero ?sabremos aprovechar esta circunstancia favorable? Un problema que yo veo, entre otros, es que en Espa?a, y a su modo en Hispanoam¨¦rica, se ha situado el debate en torno al valor de las lenguas en cuestiones propias del relativismo cultural, el multiculturalismo y la ecolog¨ªa ling¨¹¨ªstica, cuestiones absolutamente irrelevantes para las necesidades del ma?ana, mientras que factores como el econ¨®mico, comunicativo, industrial o empresarial, que sin duda decidir¨¢n la suerte de las lenguas en el futuro, apenas se consideran. En lo que respecta a cuestiones sustantivas del espa?ol, tiene toda la raz¨®n Ronald Buchanan: "Language is money". Hace bien en decirlo en ingl¨¦s porque, si todo se desarrolla como es de esperar, buena porci¨®n de los dineros que produzca el espa?ol tendr¨¢ "USA-copyright" y los anglohablantes nos cobrar¨¢n por usar novedades que ellos producir¨¢n en espa?ol. En este sentido, conviene entender dos hechos: primero, estamos en la hora industrial del espa?ol (en realidad llevamos alg¨²n tiempo en ella, pero toda insistencia en este hecho es poca); segundo, es importante que los centros de decisi¨®n pol¨ªtica entiendan la circunstancia y, asimismo, entiendan que la lengua espa?ola, al aglutinar a una de las escasas comunidades ling¨¹¨ªsticas multinacionales que hay en el mundo, supone un bien econ¨®mico de primer orden -si no el primero de todos- para que los pa¨ªses hispanohablantes se integren exitosamente en la sociedad de la informaci¨®n y comunicaci¨®n que se avecina; una sociedad que cada d¨ªa tendr¨¢ m¨¢s peso. Algunos se han referido al espa?ol como nuestro "petr¨®leo" particular. Efectivamente lo es: un petr¨®leo de palabras. Una fuente de riqueza que cada vez contar¨¢ m¨¢s en la sociedad del futuro. Bien est¨¢ que nuestros escolares aprendan ingl¨¦s, por lo menos tan medianamente como aprenden espa?ol; sin embargo, y como dice el proverbio, la caridad bien entendida empieza por uno mismo.
Juan R. Lodares es autor de Gente de Cervantes. Historia humana del idioma espa?ol.
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