?Ganar¨¢ el que mejor insulte?
Nadie puede tomar por desastre natural que en Marruecos mueran mil personas a causa de un terremoto que en Jap¨®n o en Canad¨¢ habr¨ªa producido algunos desperfectos felizmente reversibles
En la taberna
Es posible que el ministro Trillo-Figueroa hubiese tomado algo m¨¢s que perejil al abrir de manera jocosa un nuevo contencioso con Marruecos, pero suena a algo bastante peor la exculpaci¨®n del ministro Zaplana asegurando algo as¨ª como que esa alegre metedura de pata se hab¨ªa producido en la intimidad de una cena, porque sugiere que en esas condiciones puede decirse casi cualquier cosa. No es preciso atenerse a las declaraciones oficiales para penetrarse de la catadura de los tipos que nos gobiernan, aunque algunas sean tan escandalosas como las de esa se?ora o se?orita diputada Quinz¨¢ al gritar, pel¨ªn hist¨¦rica, que incluso ?Joan Ignasi Pla! pacta con ETA la geograf¨ªa de cad¨¢veres a recolectar. Lo cierto es que si el electorado estuviera al loro de los intereses reales de muchos pol¨ªticos, un programa como T¨®mbola le parecer¨ªa un juego de patio de colegio.
Lo que queda
Hora es de reconocerlo. De Carlos Marx queda poco m¨¢s que un recio prop¨®sito emancipativo, trufado de observaciones m¨¢s o menos estrafalarias acerca de un eventual desarrollo de diversas disciplinas cient¨ªficas destinado a cargarle de raz¨®n. Algo parecido respecto de Freud -que tanto confiaba en que el desarrollo del saber biol¨®gico enmendara la mayor¨ªa de sus voraces hip¨®tesis-, donde una intuici¨®n fuera de lo com¨²n al detectar posibles or¨ªgenes del malestar en la conducta deriv¨® hacia una mitolog¨ªa del inconsciente impropia de caballeros. No es casual que mitolog¨ªas de tanta imaginaci¨®n dominaran el horizonte intelectual de la segunda mitad del siglo pasado, tan dado al recurso a las guerras que se llamaron mundiales, y que el recambio haya consistido en una oferta de baratijas de todo a cien en nombre de la posmodernidad. Vivimos a¨²n de todo aquello, aunque no se sepa ya qu¨¦ cosa es. El siglo anterior es una centuria fracasada.
Invadidos por la ausencia
Es asunto aburrido, pero la campa?a electoral avanza que es una barbaridad. No es ya que todos digan lo mismo, cosa muy alejada de la realidad. Es todav¨ªa peor. Todos, incluido Carod Rovira, dicen exactamente lo que se espera de ellos. ?A qui¨¦n trata de convencer Rajoy? A sus amigos, porque le basta con que mantuvieran su apoyo. ?Y Zapatero? A sus amigos y a los enemigos de sus amigos. Rajoy no se despeina apenas en sus intervenciones, ya que le basta con mostrarse tan brutal como su patr¨®n aunque por otros medios. Zapatero tiene la suerte de no verse obligado a enarcar la cejas, sublevadas de por s¨ª, pero le costar¨¢ colar su discurso ¨¦tico a poco que el ciudadano recuerde por qu¨¦ los socialistas perdieron las generales del 96. ?El argumentario? Si la Espa?a de Aznar est¨¢ poco menos que postrada en los asuntos b¨¢sicos y en periodo de bonanza econ¨®mica, qu¨¦ pasar¨¢ en cuanto empiecen a llegar mal dadas.
Aton¨ªa cultural
Todo ocurre como si el partido todav¨ªa en el gobierno hubiera o bien cumplido casi todos sus objetivos culturales o que los haya aplazado para mejor ocasi¨®n. ?Qu¨¦ es lo que queda de aquella explosi¨®n cultural de hace tres o cuatro a?os que llev¨® a sus animosos gestores pol¨ªticos a asegurar que Valencia era la envidia de las grandes ciudades del mundo? Una ceremonia de la Crida fallera en todo semejante a un trabajo poco afortunado de La Fura dels Baus. Es posible que una vez consumado el contubernio entre buena parte de nuestros artistas de fuste y los poderes institucionales, con sustanciosos beneficios para ambos, la parte contratante se haya quedado sin recambio. Careciendo de perspectiva de futuro, se dir¨ªa que liquida sus existencias por fin de temporada. O que no ha sabido, o no le interesa, integrar en sus apasionantes retos a los creadores m¨¢s j¨®venes. ?Quiz¨¢s porque, al carecer de nombre, no son intercambiables como mercanc¨ªa?
Escrito sobre el viento
El presidente del gobierno murciano llama borrachuzo a Maragall y, como es natural en esa gente, lo estropea m¨¢s al aclarar que quer¨ªa decir que ni ciego de vino entender¨ªa la importancia del Plan Hidrol¨®gico Nacional, un asunto ciertamente dif¨ªcil de entender desde la serenidad. Por su parte, el gran Chiquillo prosigue con su anticatalanismo por otros medios arremetiendo sin tino ni enmienda contra esos catalanes que, no contentos con serlo, encima van y gobiernan en Catalu?a, que es el colmo de la desverg¨¹enza electoral, adem¨¢s de un serio peligro para los intereses valencianos, como es notorio. Y Paco Camps, que parec¨ªa m¨¢s modosito, va y dice que el murciano s¨®lo quer¨ªa defender el Plan. Agua va. Por lo menos, con las ocurrencias de Lizondo nos re¨ªamos a gusto. Ahora, hasta al valencianerismo de mercadillo le ha dado por ponerse serio. Aunque siga dando risa.
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