Las milicias detienen el avance sobre Puerto Pr¨ªncipe y prometen deponer las armas
Una avanzadilla rebelde entra en la capital para dialogar con la oposici¨®n
Las milicias del comandante Guy Philippe, acantonadas en Cabo Haitiano, Gonaives y dispuesta al asalto en Mirebalais, a menos de 50 kil¨®metros de la capital, prometieron deponer las armas cuando desembarquen las tropas de paz internacionales y se firme un acuerdo pol¨ªtico en Hait¨ª. Una avanzadilla de los rebeldes lleg¨® a Puerto Pr¨ªncipe para dialogar con la oposici¨®n y delegados de la comunidad internacional. La precaria institucionalidad se acentu¨® ayer con la asunci¨®n de poderes, con car¨¢cter interino, del presidente de la Corte de Casaci¨®n del Tribunal Supremo, Boniface Alexandre.
"La tarea no ser¨¢ f¨¢cil", admiti¨® ayer en conferencia de prensa. "Hait¨ª est¨¢ en crisis y necesita de todos sus hijos e hijas". La incertidumbre es mucha porque la Constituci¨®n establece que el Parlamento debe aprobar su nombramiento, y el Parlamento dej¨® de funcionar desde comienzo del a?o, cuando expir¨® el mandato de los legisladores. Desde las elecciones de mayo del a?o 2000, su operatividad era casi nula porque la oposici¨®n no lo reconoc¨ªa. Previsiblemente, el magistrado ser¨¢ aceptado por todos para facilitar una pac¨ªfica transici¨®n.
La historia se repite. El alzamiento negro de hace dos siglos contra Francia logr¨® la independencia de Hait¨ª, pero las peonadas libertas nunca abandonaron la esclavitud porque su explotaci¨®n y miseria continuaron con las tiran¨ªas negras posteriores a la tralla colonial. Ocho millones de haitianos, el 80% casi mendigos, asistieron al ep¨ªlogo del ¨²ltimo drama: Jean Bertrand Aristide, de 50 a?os, el cura de los pobres durante el falso renacimiento de 1990, heredero de las ¨ªnfulas y atropellos de sus mayores, abandon¨® el pa¨ªs despu¨¦s de haber gobernado a sus compatriotas a punta de l¨¢tigo y mentiras. Los caporales y hacendados de Par¨ªs lo hab¨ªan hecho antes, m¨¢s descaradamente, y tambi¨¦n los padres de la patria que ocuparon sus poltronas.
Un a?o despu¨¦s de la independencia de 1804, el general cimarr¨®n Jean Jacques Dessalines se proclam¨® emperador, el caudillo Henry Christophe inaugur¨® una monarqu¨ªa bufa, nombr¨¢ndose rey Henry I, y la sucesi¨®n de disparates y fatuidades nobiliarias sigui¨® a sangre y fuego al arrebatar el mando la satrap¨ªa de la carnicera familia Duvalier (1957-1986). El padre de la saga, Fran?ois Duvalier, Papa
Doc, se comparaba con Trotsky, Mao y el general De Gaulle, y su hijo Jean Claude, se dot¨® de una guardia de asesinos, los tonton
macoutes, que abri¨® en canal a miles de opositores, mientras el nuevo due?o de la plantaci¨®n amasaba la fortuna m¨¢s grande de Am¨¦rica Latina en el pa¨ªs m¨¢s pobre del hemisferio.
Suicida alguno, asaltados por las turbas varios o huyendo el resto, todos acabaron mal porque incubaron el virus del avasallamiento de la discrepancia y la inepta gesti¨®n. La pobreza de Hait¨ª evoca la padecida por los esclavos de las zafras azucareras francesas porque los ¨ªndices sociales retrocedieron hasta extremos alarmantes. S¨®lo 110.000 personas tienen empleo formal, casi la mitad de ellos son funcionarios; s¨®lo 3.800.000 disponen de la comida suficiente para sumar 2.240 calor¨ªas, la esperanza de vida cay¨® desde los 53 a los 51 a?os, y la epidemia de sida trep¨® hasta cerca del 8% de la poblaci¨®n total. Hait¨ª vive de las remesas enviadas por el m¨¢s de un mill¨®n de nacionales en EE UU y de la caridad internacional.
El presidente que ayer parti¨®, el ¨²ltimo fiasco de esta estragada naci¨®n caribe?a, gan¨®, casi por aclamaci¨®n, las presidenciales de 1990, pero, acogotados por los golpes y lucha de facciones, su pa¨ªs se hundi¨® en el abismo, y el Estado de Derecho volvi¨® a desaparecer del mapa de la porci¨®n occidental de la isla La Espa?ola.
Estad¨ªsticas deprimentes
Los datos de las organizaciones de ayuda humanitaria y las denuncias de Amnist¨ªa Internacional, corroboradas en las consultas period¨ªsticas de Puerto Pr¨ªncipe, son deprimentes. La tasa de mortalidad infantil y los infartos entre adolescentes superan los cien por cada mil habitantes. La mayor¨ªa de los haitianos vive con un d¨®lar al d¨ªa en un pa¨ªs donde una comida en los pocos restaurantes disponibles supera los 20 d¨®lares. "La inseguridad alimenticia se agrav¨® durante los sucesivos desastres naturales", seg¨²n el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
La degradaci¨®n de las condiciones de vida y la exaltaci¨®n pol¨ªtica tuvieron el desenlace esperado. Inexistentes la cultura de la conciliaci¨®n y los proyectos de desarrollo sostenibles, siempre en alto los machetes y la destrucci¨®n, avanzan la tuberculosis, la malaria y las avalanchas de boat people hacia las costas de Florida. La revoluci¨®n antillana de principios jacobinos permanece truncada y, vigente el des¨¢nimo del presidente Rosalvo Bobo, en el a?o 1904, durante los fastos del primer centenario de la independencia: "Basta ya de estupideces y de la esclavitud del negro por el negro, forjemos un nuevo futuro de cara al bicentenario".
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