Adi¨®s al amigo ir¨®nico y l¨²cido
El tanatorio de la Paz vivi¨® durante todo el d¨ªa la tristeza de la gente de la cultura
Uno de los primeros en llegar ayer al tanatorio de la Paz, un moderno y g¨¦lido recinto situado a 20 kil¨®metros de Madrid, fue el actor Saturnino Garc¨ªa, protagonista de Mat¨ªas, juez de l¨ªnea. Garc¨ªa se confes¨® "gran admirador" de L¨¢zaro Carreter, y dijo: "El dardo en la palabra es mi libro de cabecera".
Despu¨¦s de esa insuperable definici¨®n del tir¨®n popular que alcanz¨® la sabidur¨ªa ling¨¹¨ªstica de L¨¢zaro Carreter, las visitas de la gente de la cultura a la capilla ardiente s¨®lo pudieron reiterar la misma sensaci¨®n: el ¨²nico consuelo a su muerte ser¨¢n las obras que dej¨®, sus libros de texto, sus ensayos literarios, sus art¨ªculos period¨ªsticos, sus inolvidables y muchas veces hilarantes y envenenados dardos.
"Su veta ir¨®nica se echar¨¢ mucho de menos en las comisiones de la RAE"
El Rey y el Pr¨ªncipe, que enviaron telegramas a la familia; pol¨ªticos como Pilar del Castillo o Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, que incluy¨® a L¨¢zaro Carreter en el comit¨¦ de sabios que deber¨ªa limpiar (caso de ganar las elecciones) la vulgaridad de la televisi¨®n p¨²blica y que mostr¨® ayer su pesar por la muerte del fil¨®logo en un acto de la Universidad Carlos III, donde se guard¨® un minuto de silencio; acad¨¦micos, escritores, universitarios, periodistas (grandes damnificados, con los pol¨ªticos, de su ir¨®nica pluma), todos parec¨ªan coincidir: el idioma espa?ol ha perdido a su cancerbero m¨¢s f¨¦rreo, al guardi¨¢n de la palabra dicha con sentido, solvencia, tino y sensibilidad.
En otro telegrama enviado por los Reyes a la RAE, estos expresaban su afecto y "reconocimiento a su gran labor en la ense?anza y difusi¨®n del espa?ol, y como iniciador del proceso de modernizaci¨®n y renovaci¨®n de esa Academia de la Lengua".
Los restos de L¨¢zaro Carreter llegaron a la sala 17 del tanatorio (una de las palabras que deber¨ªamos exportar, seg¨²n dijo en una entrevista reciente) hacia las siete de la ma?ana. All¨ª estaba su familia m¨¢s cercana: su viuda, ?ngela Mora, y sus hijos, ?ngela,
Fernando y Clara, los dos ¨²ltimos herederos de su pasi¨®n filol¨®gica. Clara, que hizo la ¨²ltima revisi¨®n del Libro de estilo de EL PA?S, estaba deshecha: "Los ¨²ltimos d¨ªas han sido muy duros", dijo.
Los compa?eros de Academia fueron llegando poco a poco por la temible autov¨ªa de Colmenar Viejo. V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha defini¨® a su antecesor en el cargo de director de la RAE como "una de las grandes figuras contempor¨¢neas de la filolog¨ªa" y como "un hombre muy amable y simp¨¢tico. Cuando lleg¨® a la Academia dijo: 'Esto hay que cambiarlo".
Luis Mar¨ªa Anson ("escritor y cr¨ªtico literario excepcional, un fil¨®logo que ha dejado escuela", declar¨®) y Guillermo Rojo ("seguimos viviendo de sus investigaciones, fue el responsable de la difusi¨®n en Espa?a de la gram¨¢tica de Noam Chomsky y de su llegada a los libros de texto") coincidieron con Gregorio Salvador, que destac¨® sus dotes de "gran comunicador y gran divulgador de la lengua", primero con sus libros de texto, "quiz¨¢ lo que le ha hecho m¨¢s conocido", y luego con sus art¨ªculos de El dardo en la palabra.
El editor de aquellos sabios y hoy entra?ables libros de texto, que algunos recuerdan azules y casi cuadrados, fue Germ¨¢n S¨¢nchez Ruip¨¦rez, de Anaya, que hizo p¨²blica una emotiva carta a su amigo en la que elogia su sabidur¨ªa, su humor inolvidable y "la precisi¨®n de un lenguaje que en ti se volv¨ªa verdadero arte".
Jos¨¦ Manuel S¨¢nchez Ron, Luis Goytisolo ("sus libros eran muy jugosos y divertidos, al alcance de todos, y su veta ir¨®nica se echar¨¢ mucho de menos"), Ignacio Bosque ("fue un profesor muy brillante, muy cercano a los alumnos, muy abierto a la innovaci¨®n") y Emilio Lled¨® tambi¨¦n acudieron a abrazar a la familia, pero la visita m¨¢s curiosa fue la de Emilio Butrague?o, "amigo y admirador" de don Fernando, "un forofo del Zaragoza que colabor¨® con el Real Madrid siempre que se lo pedimos".
Antes de mediod¨ªa llegaron el rector de la UIMP, Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Delgado; el secretario de Estado de Cultura, Luis Alberto de Cuenca; el director del Instituto Cervantes, Jon Juaristi, y el del INAEM, Andr¨¦s Amor¨®s.
Miguel Delibes emiti¨® una nota en la que dijo que el castellano dio con ¨¦l "un inmenso paso hacia adelante", y record¨® que, bajo su direcci¨®n, la RAE "alcanz¨® la mayor¨ªa de edad": ¨¦l logr¨® "que el pueblo participara del perfeccionamiento de idioma", as¨ª como la implicaci¨®n de la Corona
"y de no pocas instituciones".
Desde Bogot¨¢, ?lex Grijelmo defini¨® a L¨¢zaro como "un hombre bondadoso, riguroso pero entra?able, sabio pero sencillo, serio pero socarr¨®n". Francisco Umbral asegur¨®: "Fue un gran hombre y un gran maestro". Y Mario Vargas Llosa, que conoci¨® la noticia en Lima por la llamada de este peri¨®dico, afirm¨®: "Me ha dado mucha pena porque por una parte era un amigo y adem¨¢s un verdadero maestro para todos los que leemos y escribimos en espa?ol. Recurriendo a un lugar com¨²n, las letras espa?olas est¨¢n hoy de luto porque pocas personas han contribuido tanto a dar brillo a nuestro idioma con sus trabajos de filolog¨ªa y ling¨¹¨ªstica, sus ensayos cr¨ªticos sobre el Siglo de Oro y, quiz¨¢, sobre todo, llevando al gran p¨²blico, a trav¨¦s de esos deliciosos dardos quincenales, una cr¨ªtica amena al mismo tiempo que profunda de los errores m¨¢s frecuentes en el uso de la lengua".
"Tengo que agradecerle muchas cosas y, entre ellas, ser miembro de la Academia, donde entr¨¦ gracias a su generosa insistencia y amistad", a?adi¨® Vargas Llosa. "Lo vamos a echar mucho de menos".
Babelia
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