Muere L¨¢zaro Carreter, el maestro del espa?ol
El conocido fil¨®logo, renovador de la RAE y guardi¨¢n del idioma, fallece a los 80 a?os en Madrid
Fernando L¨¢zaro Carreter, el fil¨®logo que renov¨® la Real Academia Espa?ola y la abri¨® a la sociedad, muri¨® en la madrugada de ayer en la cl¨ªnica de la Concepci¨®n, en Madrid, donde hab¨ªa sido ingresado d¨ªas antes a causa de una "serie de desarreglos generalizados", seg¨²n inform¨® su familia. La capilla ardiente qued¨® instalada en el tanatorio de La Paz, donde hoy, a las 12.30, se celebrar¨¢ un funeral. Luego, sus restos ser¨¢n incinerados y sus cenizas, trasladadas a Magall¨®n (Zaragoza), localidad a la que est¨¢ muy vinculada su familia. A este pueblo dedic¨® su primer libro, El habla de Magall¨®n (1945).
Muri¨® mientras dorm¨ªa. No le gustaba pensar en la muerte. Se entristec¨ªa con sus achaques, pero siempre se impon¨ªan su vitalidad y su entusiasmo. S¨®lo por problemas de salud falt¨® a su cita con El dardo en la palabra, que publicaba con periodicidad pr¨¢cticamente quincenal en EL PA?S desde marzo de 1999. En junio de 2002 no se sinti¨® con fuerzas, pero en noviembre pasado volvi¨® con ¨ªmpetu. El viernes preparaba el art¨ªculo que deb¨ªa publicarse el domingo 29 de febrero. Un familiar llam¨® al diario para decir que se encontraba muy mal, pero que intentar¨ªa acabarlo. La siguiente llamada inform¨® de que hab¨ªa sido ingresado en la UVI.
Siete a?os estuvo al frente de la Academia y nunca se hizo tanto en tan poco tiempo
Escribi¨® un centenar de monograf¨ªas, ediciones cr¨ªticas, estudios ling¨¹¨ªsticos y literarios
Sus 'dardos' son una muestra reveladora de su profundo amor al idioma
Esa misma vitalidad le anim¨® a apuntarse en febrero al comit¨¦ de sabios que, por encargo de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, debe dise?ar un modelo de televisi¨®n p¨²blica y que se aplicar¨¢ si gana el 14-M, seg¨²n ha declarado el l¨ªder socialista.
El dardo fue uno de los maravillosos inventos de L¨¢zaro Carreter. Con iron¨ªa, con humor, con inmensa sabidur¨ªa, con un estilo claro y directo, abordaba temas sobre el mal uso del idioma. Empez¨® a publicarlos en el diario Informaciones por encargo del que entonces era su director, Jes¨²s de la Serna. Despu¨¦s pasaron a Abc. El dardo en la palabra (Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores) reuni¨®, en 1997, una selecci¨®n de sus art¨ªculos. Se han vendido, en m¨²ltiples ediciones, 300.000 ejemplares. El nuevo dardo en la palabra (Aguilar, 2003) recoge los dardos publicados en EL PA?S entre 1999 y 2002.
Son una muestra reveladora de su profundo amor al idioma y de su capacidad de comunicaci¨®n. Lo defendi¨® y ense?¨® durante toda su vida. Media Espa?a, por no decir Espa?a entera, ha estudiado con sus manuales de lengua y literatura, que se siguen reeditando a?o a a?o: Literatura espa?ola, Lengua castellana y literatura, para el primer ciclo de ESO, para el segundo, entre otros. Los publica Anaya, editorial a la que estuvo muy vinculado. Con Germ¨¢n S¨¢nchez Ruip¨¦rez particip¨® en la aventura del peri¨®dico El Sol y en la Fundaci¨®n S¨¢nchez Ruip¨¦rez, de la que fue presidente.
Fue un gran maestro y tuvo excelentes maestros.
Fernando L¨¢zaro Carreter naci¨® en Zaragoza el 13 de abril de 1923. Inici¨® sus estudios en el Instituto Goya de Zaragoza, donde le dio clases Jos¨¦ Manuel Blecua. "Nos cautiv¨® a algunos de aquellos muchachos, bien poco entrenados en la comprensi¨®n del arte y en las finuras del esp¨ªritu, hasta decidirnos a seguirle", escribi¨®.
Comenz¨® sus estudios universitarios en la Facultad de Filosof¨ªa y Letras de Zaragoza y continu¨® en la Complutense de Madrid, donde fue su maestro D¨¢maso Alonso. Se licenci¨® en Filolog¨ªa Rom¨¢nica en 1945 y se doctor¨® en 1947 con premio extraordinario. Trabaj¨® como adjunto en la c¨¢tedra de D¨¢maso Alonso.
En 1949 obtuvo por oposici¨®n la c¨¢tedra de Ling¨¹¨ªstica General y Cr¨ªtica Literaria de la Universidad de Salamanca, donde permaneci¨® hasta 1971. En 1972 ocup¨® la c¨¢tedra de Lengua Espa?ola en la Universidad Aut¨®noma de Madrid, y en 1978 pas¨® a la Complutense, donde fue catedr¨¢tico de Gram¨¢tica General y Cr¨ªtica Literaria.
Su labor docente corri¨® paralela a la de creaci¨®n y a otra de sus pasiones, el teatro y la cr¨ªtica teatral. Escribi¨® un centenar de monograf¨ªas, ediciones cr¨ªticas, estudios ling¨¹¨ªsticos y literarios. Destacan en su obra Las ideas ling¨¹¨ªsticas en Espa?a durante el siglo XVII; el Diccionario de t¨¦rminos filol¨®gicos; Morat¨ªn y su teatro; Estilo barroco y personalidad creadora; Estudios de po¨¦tica, y Estudios de ling¨¹¨ªstica, entre otros muchos.
Ingres¨® en la Real Academia de la Lengua en 1972; su discurso fue un aut¨¦ntico tratado: Diccionario de autoridades entre 1713 y 1740. En 1991 fue nombrado director. Con ¨¦l lleg¨® la revoluci¨®n y plant¨® las bases de la Academia del siglo XXI.
"Intentar¨¦ romper el hieratismo que puede caracterizar a la Academia y resaltar la importancia social y econ¨®mica que tiene el idioma", fueron sus primeras declaraciones. Cont¨® tambi¨¦n que durante 20 a?os hab¨ªa estado pensando en c¨®mo le gustar¨ªa que funcionara la Docta Casa, nombre que, tras su paso, ha quedado en desuso.
Llev¨® a la pr¨¢ctica sus ideas con un vigor extraordinario. Lo primero que hizo fue abrir sus puertas a la sociedad, y lo hizo en buena medida a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n. Siempre consider¨® que ¨¦stos ten¨ªan la obligaci¨®n de conservar y defender el idioma.
Siete a?os estuvo al frente de la Academia y nunca se hizo tanto en tan poco tiempo. "A veces es mejor ser imperfecto a tiempo que perfecto con retraso", sol¨ªa decir, y as¨ª puso en marcha dos bancos de datos: El corpus de referencia del espa?ol actual, que recoge m¨¢s de 95 millones de registros procedentes de textos escritos y fuentes orales en Espa?a y Latinoam¨¦rica desde 1975, y el Corpus diacr¨®nico del espa?ol, que re¨²ne registros (m¨¢s de 56 millones) del idioma espa?ol desde los comienzos de la lengua hasta 1975.
Impuls¨® el ingreso de acad¨¦micos j¨®venes, la apertura a Latinoam¨¦rica y se preocup¨® hasta lo indecible por la financiaci¨®n de la Academia. Cuando fue nombrado director cobraba 93 pesetas al trimestre, lo mismo que el tesorero y alg¨²n otro cargo. Los acad¨¦micos s¨®lo recib¨ªan dietas. Fue a ver a Felipe Gonz¨¢lez, entonces presidente del Gobierno, y le dijo que las cosas no pod¨ªan seguir as¨ª. Gonz¨¢lez lo puso en manos de Javier Solana, ministro de Cultura, y ¨¦ste logr¨® el milagro: desde el Banco de Espa?a a otras instituciones se comprometieron con la Academia.
L¨¢zaro Carreter recibi¨® premios y distinciones. La Orden de Alfonso X el Sabio, el Men¨¦ndez Pelayo, el de periodismo Miguel Delibes e incluso el Blanquerna, de la Generalitat, por su "contribuci¨®n a la convivencia entre las diferentes lenguas y culturas de Espa?a". No faltaba ni un jueves a la Academia. Ayer se suspendi¨® la sesi¨®n plenaria.
Babelia
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