El Celta se lanza al descenso
El Espanyol logra su mayor goleada a domicilio de los ¨²ltimos 42 a?os
Despu¨¦s de seis a?os en la ¨¦lite del f¨²tbol, de exhibirse en Europa y de deslumbrar con un juego por momentos delicioso, la hora del juicio final parece anunciarse en Bala¨ªdos. El Celta vive ahora el ritual del descenso, esa especie de fuerza gravitatoria que arrastra a los que la padecen hacia la cat¨¢stofe. El juego espeso es una de sus caracter¨ªsticas. Otra, la m¨¢s habitual, la facilidad para las calamidades. El segundo gol del Espanyol fue una muestra inmejorable, con el t¨²nel hacia ninguna parte del portero Pinto a Tamudo, que Hadji convirti¨® en el gol m¨¢s sencillo de su carrera. Fue el preludio de lo que se le avecinaba, un grotesco carrusel de desventuras para un equipo que apesta a Segunda.
CELTA 1 - ESPANYOL 5
Celta: Pinto; Velasco, Sergio, Berizzo, Sylvinho; Luccin; ?ngel (Edu, m. 46), Mostovoi (Pinilla, m. 46), Ilic, G. L¨®pez (Vagner, m. 70); y Milosevic.
Espanyol: Lemmens; Domoraud, Lopo, Pochettino, David Garc¨ªa; Fredson, Morales; Hadji, De la Pe?a (Maxi, m. 80), Wome; y Tamudo (Jordi Cruyff, m. 73).
?rbitro: Losantos Omar. Amonest¨® a Lopo, David Garc¨ªa y Berizzo.
Goles: 0-1. M. 29. Tamudo fusila. 0-2. M. 43. Hadji empuja a la red. 0-3. M. 64. Tamudo, de penalti. 0-4. M. 81. Sergio en propia puerta. 0-5. M. 87. Maxi, de cabeza. 1-5. M. 90. Edu.
Unos 20.000 espectadores en Bala¨ªdos.
La apuesta ofensiva de Radomir Antic, con un ¨²nico pivote y cuatro mediapuntas por detr¨¢s de Milosevic, suena a exagerada para un equipo con tantos problemas en su defensa, a los que ayer se sum¨® Pinto con una acci¨®n de las que arruinan la fama de cualquiera. Si Luccin no brilla, y sobra decir que ayer no lo hizo, el equipo queda partido por la mitad. Y lo poco que el grupo ha ganado arriba lo dilapida en su ¨¢rea, donde los goles siguen entrando a pu?ados: doce en los ¨²ltimos tres partidos. A todo ello hay que a?adir la desesperaci¨®n de sus futbolistas, que si no sufren contratiempos se los inventan. Como el domingo en el Bernab¨¦u, hasta el primer gol del Espanyol aguantaron la compostura, aunque esta vez sin brillo. A partir de ah¨ª, se lanzaron a tumba abierta hacia el suicidio.
La victoria del Espanyol hubiese resultado casual si en sus filas no militase un peque?o delantero llamado Ra¨²l Tamudo. ?l y De la Pe?a dieron lustre a un equipo anclado en su ¨¢rea, que lanz¨® cinco ataques y anot¨® cinco goles. Algunos de saldo: el de Hadji, el que anot¨® Sergio en propia meta, el que concedi¨® el propio Sergio en un penalti... No as¨ª el que abri¨® el marcador, una acci¨®n individual de Tamudo, que dej¨® clavado a Sergio con un delicioso taconazo en el bander¨ªn de c¨®rner y fusil¨® a Pinto. Fue una de las pocas llegadas de un equipo que dispuso de m¨¢s goles que ocasiones.
El Celta que llega a brillar frente al Madrid es capaz de reiterarse en el rid¨ªculo que ya vivi¨® en noches aciagas como la del Deportivo. A tanto lleg¨® su desdicha que pese al 0-4 del partido de ida sali¨® del choque con el balance particular en su contra. En la primera parte, por jugar al trote, con un Mostovoi amortizado que exhibe el ocaso de su carrera. En la segunda, v¨ªctima de la desesperaci¨®n y del recurso al pelotazo impotente. El Celta del plante de los futbolistas, de las juergas nocturnas en los hoteles y de los juicios a sus jugadores, es tambi¨¦n el de las goleadas extravagantes. Puede ser el final de un ciclo. Un final demasiado severo con un equipo que tanto hizo por el buen gusto en el f¨²tbol en el pasado reciente.
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