Dos y dos no siempre son cuatro
Los periodistas suelen ser mayoritariamente gente de letras, y m¨¢s de uno suelen utilizar esta disculpa cuando se enfrentan a fallos que implican un conocimiento m¨ªnimo de las matem¨¢ticas, la f¨ªsica o cualquier otra materia de ciencias. "?Es que soy de letras!", como si la cultura fuera, a estas alturas del siglo en que las c¨¦lulas madre se han incorporado a nuestro lenguaje y los robots env¨ªan noticias de Marte, s¨®lo una cuesti¨®n de humanidades y los conocimientos cient¨ªficos, algo ex¨®tico reservado a unos pocos chalados. Hay errores, de los que se quejan los lectores, que se repiten sistem¨¢ticamente en EL PA?S y que esta Defensora traslada en cada caso a sus responsables. En unas ocasiones los asumen y prometen poner m¨¢s atenci¨®n para evitar la repetici¨®n; en otras, los redactores suelen exclamar "?bah, eso no tiene importancia!", como si el saber sumar las cantidades m¨¢s elementales, sacar un tanto por ciento o escribir correctamente kilovatios hora no fuera, adem¨¢s de b¨¢sico, absolutamente necesario para el rigor de la informaci¨®n. A veces, son simples despistes, falta de atenci¨®n, ceros de m¨¢s o de menos, cantidades que no coinciden, n¨²meros bailados o simple falta de coordinaci¨®n; a veces, provocan carcajadas; en ocasiones, sonrojan.
Hay lectores especializados en cazar gazapos de cifras. Uno de ellos es Antonio Casero, que escribe casi a diario a esta Defensora -no resulta dif¨ªcil imaginarle peri¨®dico y rotulador en mano a la caza y captura-. He aqu¨ª una muestra variada de su aportaci¨®n: "En la p¨¢gina 18 de Cultura del 23 de febrero, hablando de una pareja, se dice: 'Y paga de cuota 335 euros al mes. M¨¢s 375 euros de alquiler suman 715 euros'. S¨ª, se?or, as¨ª se suma, con alegr¨ªa". Casero refleja a continuaci¨®n dos errores aparecidos en la secci¨®n de Deportes, su favorita: "En el apartado de fichajes se puede leer que Arteta ficha por el Glasgow Rangers en 1993. Dado que este chico naci¨® en 1982, resulta que fich¨® por el Rangers con 11 a?os..., y por nueve millones. Tiene que ser un r¨¦cord mundial". "En el reportaje titulado El nuevo oficio de Jorge L¨®pez se afirmaba: 'Le sent¨® fatal que el futbolista riojano pidiera el pasado verano cuadruplicar su sueldo, ganar 1,2 millones en vez de 400.000 euros...'. No me extra?a que lo echaran, mira que pretender cuadruplicar su sueldo por tres". Y, por ¨²ltimo, se?ala otro fallo aparecido el pasado d¨ªa 27 en la secci¨®n de Espa?a: "En la p¨¢gina 15 se dice: 'Ana Botella, tercera teniente de alcalde de Madrid, aprovech¨® el martes que una junta municipal hab¨ªa invitado a 1.400 pensionistas a un cocido...'. Y en la p¨¢gina 18: 'La direcci¨®n del PP en Madrid va a tener que pagar al Ayuntamiento de la capital los 21.000 euros que cost¨® a las arcas p¨²blicas el cocido colectivo ofrecido a m¨¢s de 700 jubilados...". Fallo de coordinaci¨®n que asume y lamenta Jos¨¦ Manuel Romero, redactor jefe de Espa?a.
Hay lectores que, como Joaqu¨ªn Ruiz, confiesan que es "un aliciente" atrapar estos gazapos. Ruiz se?ala uno, del 10 de febrero pasado, aparecido en la p¨¢gina 40 de Cultura, en una entrevista al actor Rupert Everett: "En ?frica hay un bill¨®n de terroristas o adeptos potenciales...". Sin duda, demasiados terroristas, incluso dando por hecho algo tan peregrino como que toda la poblaci¨®n africana -menos de 900 millones- pudiera aspirar a ser terrorista. "Supongo que debe de ser la t¨ªpica confusi¨®n entre el bill¨®n norteamericano (mil millones) y el europeo (un mill¨®n de millones)", dice el lector. Efectivamente, as¨ª fue.
?De verdad alguien puede creer que son detalles sin importancia? Por supuesto que no se inventan noticias, ni fuentes, ni se manipulan informaciones deliberadamente. Comparativamente, son cosas menores. Pero estos fallos reiterados desvirt¨²an claramente el contenido de las informaciones y dicen poco a favor de la fiabilidad de los autores, y del peri¨®dico que las publica. "Cu¨¢ntas falsedades nos contar¨¢n en temas complicados que no controlamos, si cometen tantos errores en cosas tan sencillas y evidentes". Es un comentario que hacen con frecuencia a esta Defensora los lectores que detectan este tipo de equivocaciones.
Tribunales confusos
Otros lectores lamentan el escaso cuidado que pone el peri¨®dico al citar el nombre correcto de los tribunales, tanto en titulares como en informaciones. Una imprecisi¨®n que les resulta impropia de EL PA?S, cuando no realmente incomprensible.
Jes¨²s Rey Marcos, de Madrid, cita tres casos recientes en una semana. "En el editorial Carta equivocada, del mi¨¦rcoles 18 de febrero, se dice: 'Est¨¢ vivo ante el Tribunal de Estrasburgo su recurso contra la interrupci¨®n del procedimiento'. Pero debe decir el Tribunal de Justicia de Luxemburgo, que es el competente en materia de relaciones entre los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea y sus instituciones, en este caso la Comisi¨®n. El Tribunal de Estrasburgo es el Tribunal Europeo de Derechos Humanos". Tiene toda la raz¨®n el lector y es un error que reconoce el equipo editorial.
En las p¨¢ginas de Madrid, del mismo d¨ªa, contin¨²a Rey Marcos, en la informaci¨®n titulada El Constitucional estudiar¨¢ si es ajustada a derecho la ley regional de parejas de hecho, se informa de que "la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha analizado...'. Pero en el p¨¢rrafo siguiente se dice 'por ello el Supremo se?ala...". El lector tambi¨¦n est¨¢ en lo cierto en esta ocasi¨®n, no se trataba del Tribunal Supremo, sino del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, como reconoce el redactor jefe de Madrid, Jes¨²s Duva, quien lamenta el error cometido al editar el texto de la Agencia Efe.
Finalmente, Marcos cita una informaci¨®n publicada el 19 de febrero en la p¨¢gina 36 de Cultura. Una cr¨®nica del corresponsal en Lleida, Llu¨ªs Visa, donde se dec¨ªa que la Nunciatura Apost¨®lica, "m¨¢ximo tribunal eclesi¨¢stico del Vaticano", hab¨ªa rechazado el ¨²ltimo recurso de s¨²plica presentado por el obispado de Lleida en un contencioso. "?Desde cu¨¢ndo la Nunciatura Apost¨®lica es un tribunal? ?O se refiere m¨¢s bien a la Signatura Apost¨®lica, con sede en Roma, que es efectivamente el 'm¨¢ximo tribunal' eclesi¨¢stico? Ciertamente, era al Supremo Tribunal de la Signatura Apost¨®lica al que se refer¨ªa Llu¨ªs Visa, quien reconoce "un lapsus a la hora de escribir la cr¨®nica, debido a que en la nota oficial del Obispado se hac¨ªa referencia a la Nunciatura Apost¨®lica".
Otro lector madrile?o, Juan Aull¨® V¨¢zquez, se queja de la frecuencia con que EL PA?S suele confundir los nombres del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya (TIJ) y la Corte Penal Internacional con sede en La Haya. "A los que ustedes llaman indistintamente tribunal o Corte, creando equ¨ªvocos inadmisibles. Las dos ¨²ltimas veces ha sido en informaciones publicadas los d¨ªas 22 y 23 de febrero, en las p¨¢ginas de Internacional. Ambas noticias se refieren al Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, y as¨ª lo citan en todo el texto, pero en los subt¨ªtulos lo mencionan como 'la Corte'. Al llamar as¨ª al Tribunal Internacional de Justicia de La Haya hacen que se confunda con la Corte Penal Internacional ( nombre oficial ratificado por Espa?a). No entiendo por qu¨¦ no se fijan y escriben los nombres correctamente". Confusi¨®n que reconoce y lamenta la redactora jefe de Internacional, Berna Gonz¨¢lez Harbour, quien asegura que no se repetir¨¢.
En efecto, una cosa es la Corte Penal Internacional con sede en La Haya, y otra, el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya. La primera -definida as¨ª en el DRAE- es un tribunal de car¨¢cter supranacional, creado por acuerdo de Estados y organizaciones internacionales, que tiene la funci¨®n de enjuiciar y condenar por los delitos m¨¢s graves de relevancia internacional, como genocidio o lesa humanidad, cometidos por personas individuales. El segundo, el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya es el primer ¨®rgano judicial de la ONU, creado en 1946, para arreglar disputas legales entre Estados a la luz del derecho internacional. Recientemente ha debatido sobre el muro de Israel.
?Qu¨¦ pensar¨ªamos si los tribunales se equivocaran y citaran en sus sentencias los nombres de unos peri¨®dicos por otros?
Los lectores pueden escribir a la Defensora del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensora@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 913 377 836.
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