Mon¨®logo desafinado
El Atl¨¦tico, a pesar de su dominio abrumador, empata con el Murcia por su falta de imaginaci¨®n
El Atl¨¦tico juega contra s¨ª mismo. Tuvo siempre la pelota, pero sin encontrar nunca el tono. El Murcia se encontr¨® su gol en una de las dos veces que atac¨®. Fue su ¨²nica contribuci¨®n a un encuentro que se empe?aron en perder los rojiblancos y al final consiguieron empatar con la bocina resonando en sus o¨ªdos.
El Murcia, cuando le toc¨® defender, o sea, casi siempre, lo hac¨ªa con nueve jugadores distribuidos entre el punto de penalti y la l¨ªnea de tres cuartos. Hasta siete defensas aline¨® Toshack: dos laterales, tres centrales y dos medios centro defensivos. Muchos tipos duros, como Acciari, entregados a la causa de cerrar espacios y obligar al Atl¨¦tico a pensar. Buena estrategia. Principalmente, si se tiene en cuenta que en el equipo rojiblanco no gusta pensar. Sobre todo, no gusta en el centro del campo, esa despoblada franja de terreno por la que nunca transita la pelota.
ATL?TICO 1 - MURCIA 1
Atl¨¦tico: Aragoneses; Aguilera (Paunovic, m. 76), Simeone, Garc¨ªa Calvo, Sergi; De los Santos (Ortiz, m. 62); Jorge, Ibagaza, Nano; Nikolaidis (Arizmendi, m. 62) y Fernando Torres.
Murcia: Bonano; Valera, Loeschbor (Cuadrado, m. 46), Hurtado, Azk¨¢rate, Carreras; Acciari, Sebas (Gancedo, m. 38); Richi, Luis Garc¨ªa (Jensen, m. 77); y Esna¨ªder.
Goles: 0-1. M. 55. Luis Garc¨ªa, de penalti cometido por Simeone sobre Richi.
1-1. m. 93. Nano, de falta directa.
?rbitro: Carmona M¨¦ndez. Amonest¨® a Acciari, Cuadrado, Simeone, Valera, Bonano y Garc¨ªa Calvo. Expuls¨® a Jorge (m. 82).
Unos 40.000 espectadores en el Calder¨®n.
De los Santos sigue fiel a su propia teor¨ªa de que el medio centro es poco m¨¢s que un central en misiones de avanzadilla. Un infiltrado en territorio hostil cuya ¨²nica misi¨®n es barrer la pelota si se est¨¢ defendiendo y esquivarla si se pretende atacar. El resultado es que Ibagaza queda lejos, muy lejos, y el bal¨®n progresa por los laterales hasta que muere antes de desembocar en la l¨ªnea de fondo.
A veces, como en toda regla, hay excepciones. Ayer fue Nano. El gallego consigui¨® agujerear el entramado de capas defensivas superpuestas de Toshack en algunas ocasiones. Ocasiones que se tradujeron en peligro para Bonano, como cuando un servicio en arco suyo lo remat¨® Nikolaidis al palo. El griego tambi¨¦n estrell¨® un cabezazo en plancha en el larguero en el segundo tiempo.
Mientras, Jorge, en la derecha, pero con cierta libertad de movimientos, se quedaba como una mol¨¦cula flotante y aislada. Incapaz, por naturaleza, de entrar por la banda como extremo, y, al tiempo, recluido en el costado. En el segundo periodo se meti¨® directamente en el centro como organizador tras la salida del campo de De los Santos. El canario no termin¨® el partido al ser expulsado por dirigirse al linier. Para entonces, ya estaba completamente desquiciado. Fernando Torres, ¨²nico faro del equipo, toc¨® mucho m¨¢s el bal¨®n en el medio que en el ¨¢rea. El delantero, desesperado, ten¨ªa que bajar al centro para poder tocar la pelota. Y, desde all¨ª, muy lejos de donde hace da?o, consigui¨® meter un par de balones a Ibagaza, en un extra?o intercambio de papeles, que acabaron en sendos disparos inocentes del argentino.
As¨ª, de error en error, de pase mal medido en bal¨®n al contrario, el Atl¨¦tico consigui¨® destensar los m¨²sculos del grupo de Toshack. Tanto, que incluso llegaron a disponer de un par de oportunidades antes del penalti. Un tiro desde el ¨¢rea peque?a de Esna¨ªder, que posteriormente con un cabezazo estuvo muy cerca de hacer el segundo gol para los suyos, y una galopada de Richi. Precisamente Richi, un chaval criado en la cantera rojiblanca, fue lo m¨¢s luminoso del Murcia, adem¨¢s, de ser el responsable directo del gol de su equipo al provocar el penalti de Simeone con una buena jugada individual.
Conforme pasaban los minutos, el Atl¨¦tico se encomendaba m¨¢s al toque de corneta. El resultado era el mismo que dio en los primeros minutos el control plano de la pelota: ninguno. Ni siquiera la salida al campo de Arizmendi y Paunovic dio resultado. Y no fue as¨ª por una raz¨®n: el Atl¨¦tico no era capaz de centrar con precisi¨®n. Todos los ataques, y fueron muchos, terminaban con un centro demasiado alto, o demasiado fuerte, o demasiado atr¨¢s, o... demasiado al contrario. Lo importante no es tener la pelota, sino saber qu¨¦ hacer con ella. En el Atl¨¦tico nadie se par¨® siquiera a hacerse esa pregunta.
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