Los papeles del 'Irakgate'
El ex jefe de los inspectores de la ONU, Hans Blix, publica un libro en el que narra el proceso que llev¨® a la guerra
"?El mensaje principal de mi libro?". Hans Blix, sentado en el sal¨®n de su apartamento, en Estocolmo, ha aceptado recorrer durante dos horas aquellas partes de su libro sazonadas con m¨¢s pimienta que las dem¨¢s y contestar a las preguntas. No se lo piensa demasiado antes de contestar cu¨¢l es su idea central:
"El mensaje es que se pueden llevar adelante inspecciones internacionales eficaces e independientes. Que nosotros, los inspectores de Naciones Unidas, obtuvimos una descripci¨®n de la realidad de Irak m¨¢s correcta y precisa que la de la Administraci¨®n de Bush y la del Gobierno de Tony Blair. Ellos emprendieron una acci¨®n militar basada en un diagn¨®stico completamente equivocado. Hicieron la operaci¨®n en base a una raz¨®n que no es v¨¢lida: las armas de destrucci¨®n masiva. La responsabilidad es tanto de los pol¨ªticos como de sus servicios de inteligencia".
Hans Blix ha escrito un libro de 320 p¨¢ginas, en ingl¨¦s, que la editorial Bloomsbury del Reino Unido y Pantheon de EE UU, del grupo Random House, y que la editorial Planeta publicar¨¢ en Espa?a el pr¨®ximo 15 de abril de 2004. El abogado y diplom¨¢tico sueco comienza su libro el 16 de de marzo de 2003, el d¨ªa en el que se encontraba en su despacho del piso 31 del edificio de la Secretar¨ªa de las la ONU en Nueva York, el centro de operaciones de Unmovic.
"Este domingo, el presidente George W. Bush, el primer ministro Tony Blair y el presidente del Gobierno de Espa?a, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, se hab¨ªan reunido durante una hora en las islas Azores, en mitad del Atl¨¢ntico, para realizar un ¨²ltimo llamamiento -m¨¢s de cara a la galer¨ªa- a los miembros reticentes del Consejo de Seguridad reclamando su apoyo para el borrador de la resoluci¨®n sobre Irak... Bush parec¨ªa estar ya describiendo todas las consecuencias positivas que tendr¨ªa una acci¨®n armada", escribe Blix. Pero esa tarde, tanto ¨¦l como sus colaboradores, segu¨ªan trabajando en la soluci¨®n pac¨ªfica. "La invasi¨®n militar parec¨ªa pr¨¢cticamente cosa hecha, ?y ah¨ª est¨¢bamos nosotros en la ONU, dise?ando un sistema para garantizar el desarme pac¨ªfico del pa¨ªs!".
Administraci¨®n de Bush
El libro, que podr¨ªa titularse tambi¨¦n como Los
diarios de Hans Blix, recuerda el que podr¨ªa considerarse el punto de partida de la ofensiva de la Administraci¨®n de Bush contra Irak.
"En sus discursos del 26 de agosto de 2002, el vicepresidente estadounidense, Dick Cheney, defendi¨® claramente la invasi¨®n preventiva en lugar de las inspecciones pac¨ªficas. En su discurso dijo: 'El regreso de los inspectores a Irak no garantiza en absoluto el cumplimiento de las resoluciones de la ONU. Al contrario, correremos mayor peligro de creer que, err¨®neamente, Sadam vuelve a estar de nuevo en su jaula'. Evidentemente, Cheney consideraba que los desertores eran una inmejorable fuente de informaci¨®n. Dijo que los datos entregados por Husein Kamel, yerno de Sadam, en 1995 deber¨ªan recordarnos a todos que a menudo se obtiene m¨¢s informaci¨®n gracias a los frutos de las deserciones que durante la recogida de datos en el sistema de inspecciones". A continuaci¨®n, Blix, sin aspavientos, apostilla: "No mencion¨® que durante su declaraci¨®n, el general Husein Kamel dijo que hab¨ªa ordenado la eliminaci¨®n de todas las armas de destrucci¨®n masiva en 1991".
Pero Cheney no estaba s¨®lo en esa posici¨®n. Blix narra, despu¨¦s, el encuentro que el 4 de octubre de 2002 mantuvieron ¨¦l y su colega Mohamed el Baradei, director general de la Asociaci¨®n Internacional de Energ¨ªa At¨®mica (AIEA) en el Departamento de Estado con el secretario de Estado, Colin Powell, quien estaba acompa?ado de la asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, y Paul Wolfowitz, n¨²mero dos del Departamento de Defensa, as¨ª como gente que vest¨ªa de uniforme, como el general Meter Pace, vicepresidente del Estado Mayor; miembros del Consejo de Seguridad Nacional, y asesores enviados por Cheney.
"Hubo una discusi¨®n fuerte. Rice y Wolfowitz se alinearon en posiciones bastante duras. Este ¨²ltimo me pregunt¨® si yo no cre¨ªa que Irak ten¨ªa armas de destrucci¨®n masiva. Le repliqu¨¦ que acababa de leer el dossier del Gobierno brit¨¢nico en el que se sosten¨ªa que Irak pod¨ªa desplegar armas de destrucci¨®n masiva en 45 minutos. Pensaba que era un texto v¨¢lido, pero que estaba trufado de referencias que dec¨ªan 'los informes de inteligencia sugieren' o 'los informes de inteligencia indican'. Eso no eran pruebas", se?ala Blix.
En el libro hay una escena premonitoria, el relato de la visita de Blix y El Baradei a la Casa Blanca, el 30 de octubre de 2002. "Nos llevaron a m¨ª y a Mohamed a ver primero al vicepresidente Cheney, el cual habl¨® durante la mayor parte de la reuni¨®n... Declar¨® que su posici¨®n era que si las inspecciones no daban sus frutos, no podr¨ªan seguir indefinidamente, y que EE UU estaba 'dispuesto a desacreditar las inspecciones a favor de la intervenci¨®n armada'. Pens¨¦ que era una manera bastante directa de decirnos que si no encontr¨¢bamos pronto las armas de destrucci¨®n masiva que ellos estaban convencidos de que Irak pose¨ªa, aunque no sab¨ªan d¨®nde, EE UU no dudar¨ªa en decir que los inspectores eran in¨²tiles y optar por otras v¨ªas para lograr el desarme".
Consejo de Seguridad
Cheney, como dice Blix, les hizo un "aviso" el 30 de octubre en la Casa Blanca. Pero el momento de la desacreditaci¨®n llegar¨ªa precisamente cuando Blix y El Baradei, cada por su lado, comenzaron a obtener ¨¦xitos en su trabajo de inspecci¨®n, en los ¨²ltimos d¨ªas de febrero de 2003.
?Cu¨¢les son los cap¨ªtulos preferidos de Blix? "No s¨¦, no he reflexionado sobre ello. Pero as¨ª, a bote pronto, dir¨ªa que le tengo mucho cari?o al cap¨ªtulo 10, donde se narra el 'linchamiento de Blix y El Baradei', aunque tambi¨¦n destacar¨ªa las escenas donde se cuenta qu¨¦ pas¨® cuando Irak envi¨® en diciembre de 2002 su largo informe de 12.000 p¨¢ginas". Blix sostiene que cuando El Baradei declar¨® el 7 de marzo de 2003 ante el Consejo de Seguridad que los presuntos contratos sobre una compra de uranio enriquecido eran falsos -"no son aut¨¦nticos", dijo-, Estados Unidos se lanz¨® a minar a la AIEA y a El Baradei. "Nada pod¨ªa ganar m¨¢s apoyo para un ataque preventivo que pruebas convincentes de que Irak ten¨ªa o estaba a punto de tener armas nucleares". Cuando Blix habla de minar la autoridad de los inspectores incluye a Powell en la operaci¨®n.
El libro no deja t¨ªtere con cabeza. Es la cr¨®nica desapasionada, casi profesional, de una guerra anunciada, en la que cada uno de los argumentos esgrimidos van cayendo como las fichas de un domin¨®.
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