?Y si volvi¨¦ramos a aburrirnos?
En uno de sus libros m¨¢s sugerentes, En el castillo de Barba Azul, George Steiner resalta como una de las causas de la ola de locura que se apoder¨® de Europa entre 1914 y 1945 el aburrimiento. Europa, al menos la Europa occidental, ven¨ªa de una larga ¨¦poca de paz y tranquilidad, de muy escasa ¨¦pica. La imagen de esa Europa ser¨ªa un balneario decadente en el que nunca pasa nada. El t¨¦rmino que utiliza Steiner, tomado de Baudelaire y de otros poetas franceses, es el de ennui. Cita en concreto una tremenda frase de Th¨¦ophile Gautier: "Plut?t la barbarie que l'ennui". Antes la barbarie que el tedio.
No es una frase o una actitud aislada. Un espl¨¦ndido poema de Kavafis se titula, precisamente, Esperando a los b¨¢rbaros, y su argumento es el mismo: tal vez no estar¨ªa tan mal que llegaran los b¨¢rbaros y pasase alguna cosa. O es el argumento de El desierto de los t¨¢rtaros, de Dino Buzzati. Un oficial del imperio que guarda una remota frontera contra un enemigo que tal vez ni siquiera existe acaba deseando que ataquen los t¨¢rtaros. Pero tal vez el verso m¨¢s terrible en esta direcci¨®n sea el de Baudelaire: "Une oasis d'horreur dans un d¨¦sert d'ennui...". El aburrimiento es un desierto y en ¨¦l incluso el horror puede convertirse en un oasis.
Pero lo malo de desear, desde el aburrimiento, que lleguen los b¨¢rbaros es que los b¨¢rbaros acaban llegando. O, mejor dicho, se despiertan los b¨¢rbaros que ya estaban dentro. Este largo aburrimiento europeo que Steiner llama, con todos los matices del mundo, "el largo verano de 1815-1915" se rompi¨® de golpe con la I Guerra Mundial, con el auge de los totalitarismos, con la II Guerra Mundial y el holocausto... Ciertamente, empezaron a pasar cosas. El aburrimiento se acab¨® de golpe y lo sustituy¨® el horror. Y qued¨® claro que el horror no es un oasis que nos alivia del aburrimiento. Qued¨® claro que es peor el horror que el ennui.
?Es posible que la sociedad europea est¨¦ viviendo una segunda edici¨®n de este mismo fen¨®meno? Ciertamente, la segunda mitad del siglo XX ha sido comparativamente pl¨¢cida en nuestro continente, sobre todo si recordamos el ritmo hist¨®rico de la primera. Tengo la sensaci¨®n de que, hasta un cierto punto, estamos reeditando, matizada y moderadamente, el descr¨¦dito del aburrimiento y la demanda de ¨¦pica -m¨¢s que de horror- que Steiner detect¨® en torno al anterior cambio de siglo. En el malestar juvenil que recorre Europa y que ha tenido algunas de sus expresiones en el movimiento antiglobalizador participa -sin duda junto a muchas otras cosas- esta demanda de ¨¦pica, este cansancio del balneario europeo. Participa el rechazo al ennui. No es el malestar que nace de una crisis econ¨®mica o de una ausencia de horizonte. Es el malestar, tal vez, del exceso de horizonte, de la previsibilidad del horizonte.
Tengo la sensaci¨®n de que en Catalu?a hemos vivido este fen¨®meno con una intensidad especial. Las primeras tres cuartas partes del siglo fueron en nuestra sociedad extremadamente convulsas. El ¨²ltimo cuarto ha sido un periodo de una enorme estabilidad, de cambios lentos, de escasa ¨¦pica. Se ha hablado del oasis catal¨¢n -pero este t¨¦rmino ya se utilizaba en la Rep¨²blica, y acab¨® como acab¨®, tambi¨¦n en Catalu?a- y se podr¨ªa hablar de balneario. En cualquier caso, se ha utilizado el t¨¦rmino aburrimiento.
En estas ¨²ltimas semanas han pasado muchas cosas en la vida pol¨ªtica catalana. Ha habido una subida de temperatura pol¨ªtica muy considerable. Las frases que se han dicho, las descalificaciones, no son ni de oasis ni de balneario. Por la calle, sobre todo entre gente joven, he o¨ªdo frases que me recordaban el libro de Steiner: ya era hora de que pasase algo; mejor que pasen cosas, aunque no sepamos d¨®nde nos llevan, que el aburrimiento de tantos a?os en los que nunca pasaba nada. No nos gusta ser Suiza. Nos gusta vivir tiempos interesantes, aunque de tanto en tanto alguien nos diga que en ciertas culturas desearte que vivas tiempos interesantes es una maldici¨®n. Vivimos dentro de una demanda de ¨¦pica y de pasi¨®n colectiva, que nace del rechazo de un antiguo aburrimiento.
No creo que esta excitaci¨®n, este deseo de que pasen cosas, sea todav¨ªa alarmante. Simplemente, recuerdo que no siempre es bueno. Seguro que en el a?o 1943, Gautier y Baudelaire, Kavafis y Buzzati, se hubiesen tragado con patatas sus met¨¢foras en torno a l'ennui, aunque sean met¨¢foras bellas y obras excelentes, porque el aburrimiento es execrable hasta que se pierde. Ciertamente, no estamos ni de muy lejos en ning¨²n 1943. Aparentemente, no nos acecha -en este rinc¨®n del mundo- ni el horror ni la barbarie, aunque algunos todav¨ªa reivindiquen barbaries antiguas y acreditadas. Pero personalmente no menospreciar¨ªa el valor del aburrimiento. Vale, ya han pasado cosas, ya se han dicho palabras gordas, ya nos hemos excitado todos un rato. ?Y si volvi¨¦semos a aburrirnos un poco?
Vicen? Villatoro es escritor y periodista
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.