"Cuando desvelamos lo del uranio de N¨ªger, la guerra era un hecho"
Jacques Baute, de 45 a?os, franc¨¦s, es responsable desde noviembre de 1999 del equipo de inspectores del Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica (OIEA) en Irak, pa¨ªs en el que aterriz¨® en 1992 como responsable de operaciones. Fue ¨¦l quien aport¨® los datos para desmentir, entre diciembre de 2002 y marzo de 2003, las informaciones que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, el vicepresidente Dick Cheney, y el secretario de Estado, Colin Powell, difundieron p¨²blicamente sobre la renovada capacidad de Irak para fabricar bombas at¨®micas. La presunta compra de uranio enriquecido de Irak a N¨ªger fue uno de sus temas estrella. Al cabo de 24 horas de investigaci¨®n confirm¨® que los documentos aportados por el Departamento de Estado norteamericano eran falsos. El 7 de marzo de 2003, hace ahora un a?o, el director general de la OIEA, Mohamed El Baradei, desvel¨® el montaje ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La llamada "pistola humeante", o una de las pruebas de cargo m¨¢s espectaculares contra Irak, qued¨® inutilizada. Baute record¨® ayer en conversaci¨®n con EL PA?S estos hechos.
"Estudi¨¦ el documento palabra por palabra. Y encontr¨¦ unos veinte errores o falsedades"
Pregunta
. A primeros de septiembre de 2002, el presidente Bush declar¨® que fotograf¨ªas tomadas a trav¨¦s de sat¨¦lite mostraban que en Al Furat, cerca de Bagdad, se hab¨ªa reanudado el programa de armas nucleares y se pregunt¨® qu¨¦ otra prueba se necesitaba. ?A qu¨¦ conclusi¨®n lleg¨® su equipo?
Respuesta. Antes de que volvi¨¦ramos a Irak, a finales de noviembre de 2002, hab¨ªa mucha informaci¨®n sobre instalaciones para fabricar armas de destrucci¨®n masiva. Fui a Al Furat el 10 de diciembre de 2002. No hab¨ªa prueba alguna de lo que hab¨ªa dicho Bush. Con anterioridad, hab¨ªa all¨ª una instalaci¨®n del programa nuclear. Eso fue en los a?os ochenta. Se hab¨ªa construido un edificio nuevo para uso militar convencional.
P. La presunta compra de uranio enriquecido de Irak a ?frica apareci¨® primero en el dossier del Gobierno brit¨¢nico, publicado el 24 de septiembre de 2002. ?Qu¨¦ hizo su equipo al ver el documento?
R. ?sa fue la primera noticia. El 19 de diciembre de 2002, el Departamento de Estado de EE UU public¨® una nota sobre las omisiones contenidas en la declaraci¨®n presentada por Irak al Consejo de Seguridad. Y all¨ª hac¨ªan referencia a N¨ªger y se preguntaban por qu¨¦ Irak ocultaba sus intentos de comprar uranio. Cuando lo vimos, hostigamos a la misi¨®n diplom¨¢tica de EE UU en Viena para que nos aportara datos para seguir la pista.
P. ?Cu¨¢l fue la respuesta?
R. No obtuvimos nada hasta el d¨ªa 4 de febrero de 2003. Mi equipo recibi¨® a un representante de la misi¨®n diplom¨¢tica norteamericana. Les habl¨® de la operaci¨®n. Yo estaba en Nueva York. Cuando me lo contaron les dije que quer¨ªa los documentos. Al d¨ªa siguiente, 5 de febrero, el d¨ªa del discurso de Colin Powell, me encontraba en la ONU. Los colegas de UNMOVIC [Comisi¨®n de vigilancia, verificaci¨®n e inspecci¨®n en Irak de la ONU] me entregaron el sobre. Lo abr¨ª, mir¨¦ los documentos y me dije que ya los estudiar¨ªa en Viena.
P. ?En que consisti¨® la investigaci¨®n?
R. El material consist¨ªa en cartas y presuntos protocolos de acuerdo, unos 12 folios. Los problemas surgieron enseguida. Uno de los documentos estaba firmado, presuntamente, por el presidente de N¨ªger e iba dirigido a Sadam Husein. Le escrib¨ªa, dec¨ªa, en base a la autoridad que le confer¨ªa la Constituci¨®n de la Rep¨²blica de N¨ªger de 1965. Entr¨¦ en Internet y a trav¨¦s del servidor Google tecle¨¦ algo as¨ª como "Constituci¨®n de N¨ªger". Apareci¨® un peri¨®dico local de N¨ªger con un art¨ªculo en primera p¨¢gina en el que se preguntaba por qu¨¦ era necesario modificar la Constituci¨®n de 1999. Fue un clic. Imag¨ªnese. ?Por qu¨¦ el presidente invocaba una Constituci¨®n ya superada? Estudi¨¦ los documentos palabra por palabra. Y encontr¨¦ unas veinte anomal¨ªas, errores o falsedades. Llam¨¦ a la misi¨®n diplom¨¢tica de N¨ªger en Bruselas, obtuve documentos oficiales del pa¨ªs y pudimos compararlos con los que ten¨ªamos. La operaci¨®n uranio era un burdo montaje. Inform¨¦ de ello a Mohamed El Baradei el lunes 17 de febrero de 2003.
P. ?Avis¨® usted al Gobierno norteamericano de las falsedades?
R. Al d¨ªa siguiente, el 18 de febrero, llam¨¦ tanto a la misi¨®n diplom¨¢tica de Estados Unidos como a la del Reino Unido. Les dije que los documentos eran falsos y les pregunt¨¦ si ten¨ªan algo m¨¢s. Les pregunt¨¦ si hab¨ªa alguna explicaci¨®n y si acaso contaban con material m¨¢s solvente. No tuvimos noticias. Les volv¨ª a llamar una semana m¨¢s tarde y les dije que ¨ªbamos a incluir el tema de N¨ªger en nuestro informe al Consejo de Seguridad. Insist¨ª en la posibilidad de que dieran alguna explicaci¨®n sobre las falsedades. Pero nada ocurri¨®. Decidimos, pues, hacer p¨²blico que los documentos eran falsos.
P. El Baradei fue algo m¨¢s suave. Inform¨® al Consejo de Seguridad que los documentos "no eran aut¨¦nticos".
P. Correcto. Tuvimos, antes, un debate interno sobre qu¨¦ palabras emplear. Sab¨ªamos que era un tema muy conflictivo. El presidente Bush hab¨ªa hablado de la compra de uranio a ?frica en su discurso sobre el estado de la Uni¨®n. Decidimos ser muy claros sin llegar a ser provocadores.
P. ?Le llam¨® la atenci¨®n la escasa repercusi¨®n de la noticia?
R. Hubo muy poca atenci¨®n por parte de todos, miembros del Consejo de Seguridad y en los medios de comunicaci¨®n. La sensaci¨®n que ten¨ªas es que hab¨ªamos desvelado una operaci¨®n importante cuando la guerra ya era un hecho y que nadie escuchaba lo que ten¨ªamos que decir sobre hallazgos puntuales en Irak.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.