Memorias de un periodista mentiroso
Jayson Blair, expulsado de 'The New York Times', cuenta su fraude en un libro
"Ment¨ª y ment¨ª, y despu¨¦s segu¨ª mintiendo". Antes no hab¨ªa ninguna duda; ahora, menos. Jayson Blair, el periodista de 27 a?os despedido de The New York Times por plagiar e inventarse nombres, situaciones y hechos en decenas de historias y reportajes, acaba de publicar el libro en el que confiesa su fraude. "Ment¨ª sobre d¨®nde hab¨ªa estado, sobre d¨®nde hab¨ªa conseguido la informaci¨®n, sobre c¨®mo escrib¨ª la noticia", dice Blair, en tono casi exhibicionista y sin que aparezca en ninguna de las 298 p¨¢ginas de Quem¨¦ la casa de mi amo algo parecido a "lo siento", ni por la f¨¢brica de mentiras antes ni por hacer negocio de ello ahora.
En el incendio que asol¨® la casa -nada menos que The New York Times, el mejor peri¨®dico del mundo- se abrasaron, despu¨¦s del terremoto que sacudi¨® la redacci¨®n en junio de 2003, el director del peri¨®dico, Howell Raines, y uno de sus adjuntos, Gerald Boyd, y las consecuencias -?c¨®mo pudo pasar una cosa as¨ª durante tanto tiempo?, ?qu¨¦ fall¨®?, ?qui¨¦n fall¨®?- a¨²n est¨¢n presentes. En el libro, Blair habla de la presi¨®n del trabajo y dice que el abuso del alcohol y de la coca¨ªna no es algo extra?o en el peri¨®dico, igual que aprovechar la imagen del Times para conseguir favores sexuales (seg¨²n Blair, una publicista de una empresa de Internet con la que est¨¢ a punto de acostarse interrumpe un momento el proceso de desnudarse y le dice: "Jayson, ?vamos a ser mencionados en el peri¨®dico?").
"Probablemente no voy a poder escribir nada en toda mi vida que no sea ficci¨®n", dice Blair
El director de The New York Times, Bill Keller, ha dicho a la plantilla, v¨ªa correo electr¨®nico, que el diario no piensa responder: "El autor es un mentiroso confeso". El experto en comunicaci¨®n de The Washington Post Howard Kurtz descubri¨®, el 29 de abril del pasado a?o, que una de las piezas de Blair sobre una familia de Tejas con un hijo desaparecido en Irak utilizaba p¨¢rrafos escritos por una reportera del San Antonio Express-News. Kurtz llam¨® a Blair y ¨¦ste le explic¨® que se hab¨ªa hecho un l¨ªo con el material que ten¨ªa en el ordenador. Era lo mismo que le contaba a sus jefes, que ten¨ªan ya motivos de sospecha por anteriores fechor¨ªas y que llevaban varios d¨ªas interrog¨¢ndole.
Kurtz ha entrevistado a Blair con motivo de la publicaci¨®n del libro. El joven, que nunca abandon¨® su apartamento de Brooklyn (Nueva York) mientras reportajeaba por todo el pa¨ªs, cuenta que se sinti¨® cercado. Una noche, dice -pero, ?qui¨¦n puede creerle?- , estuvo a punto de suicidarse.
En la entrevista, como en el libro, Blair tiene justificaci¨®n para todo: dice que ser negro le ayud¨® a escalar profesionalmente; lamenta que el alcohol y las drogas le llevaran de mentira en mentira, pero dice que "en pleno estado psic¨®tico consegu¨ª algunas de mis mejores piezas". Y cuando Kurtz le pregunta que por qu¨¦ no viajaba, por qu¨¦ no hac¨ªa lo que ten¨ªa que hacer, Blair explica que le dol¨ªan las muelas, que le angustiaba salir de su apartamento y que se volvi¨® man¨ªaco depresivo cuando trat¨® de dejar la coca y el whisky.
Como suele ocurrir, se ha abierto una pol¨¦mica sobre la obscenidad que supone que un tipo que se ri¨® de sus compa?eros, da?¨® la credibilidad de su medio y de la profesi¨®n y se carg¨® a sus jefes pueda encima hacer dinero del asunto. Blair ha recibido 150.000 d¨®lares de anticipo por el libro, y multiplicar¨¢ esa cantidad, porque est¨¢ apareciendo en programas de televisi¨®n. "S¨¦ que un mont¨®n de gente se enfadar¨¢ por el hecho de que yo gane dinero a costa de una situaci¨®n que perciben como incorrecta", dice Blair a Kurtz con toda tranquilidad, y acaba la entrevista con un desparpajo no menor: "Probablemente no voy a poder escribir nada en toda mi vida que no sea ficci¨®n".
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