Ni?os en la vanguardia de las matanzas
Un mill¨®n y medio de personas est¨¢n desplazadas por la guerra en Uganda. El Ej¨¦rcito tambi¨¦n es responsable
Frente a una guerrilla compuesta en casi un 90% por infantes secuestrados y encabezada por el visionario Joseph Kony, se sit¨²an unas Fuerzas Armadas incapaces, desmoralizadas y corruptas. Cuando una operaci¨®n b¨¦lica diezma una partida del Ej¨¦rcito de Resistencia del Se?or (LRA, en sus siglas en ingl¨¦s), la prensa local titula sin per¨ªfrasis el parte militar: "Guerrilleros muertos". Pero si los mismos rebeldes son recuperados sanos, se transforman en ni?os rescatados. Hay numerosos casos. Auma, que yace herida en una cama del hospital de Acor, es uno de ellos. Fue secuestrada a principios de 2003, tiene 15 a?os y era guerrillera hasta hace una semana. "Hubo un combate en Pader. Nos atacaron con un helic¨®ptero. Mataron a 30. Eran ni?os como yo".
"Es una tragedia humana peor que la de Irak y Afganist¨¢n"
El Ej¨¦rcito, que en Uganda se llama UPDF, recibe ayudas tecnol¨®gicas del exterior y cada vez logra interceptar m¨¢s comunicaciones entre los comandantes del LRA. Algunos jefes, como Charles Tabuley y Tolbert Nyeko, ambos con el rango de general en las filas insurrectas, perdieron la vida en los ¨²ltimos seis meses. Kony se ha visto forzado a alterar el lenguaje de sus soflamas radiadas, antes precisas en las ¨®rdenes, y sustituirlo por otro cifrado. La t¨¢ctica guerrillera es situar a los j¨®venes delante y a sus jefes en la retaguardia. Fuentes de la UPDF en Lira sostienen que hoy, debido a la informaci¨®n suministrada por ni?os liberados, realizan los ataques bombardeando la parte posterior del grupo para facilitar la huida de los chicos. Pero muchas de las exitosas misiones concluyen en matanzas sin derecho a noticia.
Betty Bigombe, ex ministra del Norte y funcionaria del Banco Mundial en Washington, acholi como la mayor¨ªa de los jefes del LRA y de la poblaci¨®n de Gulu, ha vuelto a Uganda para intentar una segunda mediaci¨®n. La ¨²ltima, que estuvo a punto de tener ¨¦xito en 1993 y 1994, fue boicoteada por los militares. "El Ej¨¦rcito est¨¢ exhausto y desmoralizado", dice. "Esta guerra parece no tener fin.
[El presidente Ioweri] Museveni recibe una informaci¨®n incorrecta de lo que sucede". Para algunos generales, la contienda ha sido muy lucrativa. Ahora se juzga en Kampala el caso de los llamados soldados fantasmas: antiguos jefes de la campa?a del Norte no declararon las bajas y se embolsaron las soldadas de los muertos.
Tampoco cuadran las cifras de guerrilleros. Nadie sabe cu¨¢ntos efectivos componen el LRA. Jos¨¦ Carlos Rodr¨ªguez Soto, misionero comboniano con una gran experiencia en Gulu y que ha participado en cuatro negociaciones de paz, los cifra en 1.500. Otras fuentes los elevan a 5.000. Seg¨²n Unicef, en los ¨²ltimos 15 a?os cerca de 30.000 ni?os han sido secuestrados. Muchos han muerto o escapado. Para Bigombe, el LRA "est¨¢ m¨¢s fuerte, cuenta con armas modernas y mejor entrenamiento". El representante del Plan Alimentario Mundial (PAM), el filipino Pedro Amolat, dice que "vencer a una guerrilla es dif¨ªcil". "Lo s¨¦ por la experiencia de mi pa¨ªs; tienes que ganar las mentes y los corazones de la gente". Para el portavoz de la UPDF, la cifra de combatientes no sobrepasa los 420. Lo dijo en 2003. El problema es que si se suman los ¨¦xitos de los ¨²ltimos meses, en los que se dan cuenta de 824 bajas, la captura de 279 y la liberaci¨®n de 434 en distintas zonas del Norte, el Ej¨¦rcito ugand¨¦s ha logrado exterminar cuatro veces m¨¢s guerrilleros de los que reconoce.
Junto a la muerte de 150.000 personas, la mayor¨ªa civiles, en 18 a?os, hay que sumar el drama de los desplazados. Un mill¨®n y medio seg¨²n la ONU, que estima en otro medio mill¨®n la poblaci¨®n flotante de parientes. "Es una tragedia humana. Peor que Afganist¨¢n e Irak", afirma Lans Eric Skaansar, responsable de Naciones Unidas en el norte de Uganda. En Lira hay m¨¢s de 20 campos y en toda la regi¨®n acholi llegan a 60. "Algunos se van de las aldeas por miedo, pero la mayor¨ªa ha sido obligada a huir por los militares", dice el padre Carlos. "En Sur¨¢frica, esto se calific¨® de desplazamiento forzoso; aqu¨ª se llama reasentamiento en poblados protegidos".
En Pagak, a 20 kil¨®metros al noroeste de Gulu, la comida del PAM llega cada dos meses con una escolta que abona la propia organizaci¨®n. Ninguna ONG trabaja en ese campamento de 20.000 personas. Save The Children se excusa en que es peligroso transitar. En Lira, s¨®lo M¨¦dicos Sin Fronteras asume el riesgo de visitar los campamentos fuera de la ciudad. Pagak dispone de protecci¨®n: 40 soldados listos para correr en lo alto de una colina. En otros campos, los militares esconden el cuartelillo en el centro del asentamiento civil. Los acholis, que conservan el humor, los llaman "cuarteles protegidos".
El Ej¨¦rcito, seg¨²n fuentes humanitarias, sigue una t¨¦cnica sencilla: dan la orden de emigrar a una aldea. Si no obedecen, les atacan y fuerzan la estampida a golpe de ca?¨®n. Algunos temen que ¨¦sta sea una maniobra para confiscarles la tierra; otros, como el padre Carlos, ven en ello una r¨¦mora del pasado marxista de Museveni: "Es la teor¨ªa del pez y al agua de Mao. Si retiras el agua, matas al pez. Si dejas a la guerrilla sin gente que secuestrar y sin alimentos que robar, se extinguir¨¢, pero el problema es que el pez cada vez est¨¢ m¨¢s fuerte y los que mueren son los civiles".
Algunos campos est¨¢n protegidos por la Amuka (Rinoceronte), una milicia de la tribu Lango, mayoritaria en Lira. Se trata de una creaci¨®n del Ej¨¦rcito. Existen varias denuncias, que Unicef ha podido constatar, de que esa milicia emplea ni?os, como el Ej¨¦rcito, que trata de reclutarlos cuando los recupera del bosque para que guerreen en primera l¨ªnea contra sus antiguos compa?eros. "Es peligroso; nadie sabe c¨®mo puede acabar una milicia ¨¦tnica. As¨ª empezaron los interhamwes hutus en Ruanda, que provocaron el genocidio", asegura Rebecca Symington, responsable de Unicef en el norte. El padre Carlos piensa que la Amuka podr¨ªa ser el instrumento de Museveni para amedrentar a la poblaci¨®n y lograr un tercer mandato a partir de 2006. El campo de Barlonyo, atacado el 22 de febrero y en el que murieron 210 personas, estaba protegido por esa milicia mal entrenada. Esa masacre fue una advertencia del LRA a los langos. Desde entonces existe el temor a que el conflicto actual incendie una lucha entre esa tribu y los acholis.
Cuando Museveni pidi¨® a la Corte Penal Internacional que investigara los cr¨ªmenes de la guerrilla, jam¨¢s pens¨® que ese tribunal podr¨ªa hallar motivos para enjuiciar a sus generales. La ex ministra Bigombe es clara: "El Ej¨¦rcito sabe de antemano cu¨¢ndo se va a producir una masacre. Me lo dicen fuentes indirectas del espionaje. En mis tiempos us¨¢bamos la informaci¨®n para hablar con el LRA y evitarlas". Abiya, con 60 muertos, y Barlonyo, con 210, pueden ser un bumer¨¢n pol¨ªtico y judicial; la prueba de cargo contra un Gobierno que ha mimado con ¨¦xito su imagen internacional.
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