Refinada crueldad
Arthur Schnitzler (Viena, 18621931) recordar¨ªa con frecuencia, en su monumental Diario, el reproche que sol¨ªa dedicarle su padre, famoso m¨¦dico de la Viena del ¨²ltimo tercio del siglo XIX: "Te falta paciencia para escribir algo largo". Reproche que el escritor reconoc¨ªa como grave defecto que lastraba su obra cuando se entregaba, con m¨¢s frecuencia de lo que daba a entender su fama, y su apariencia, de hombre superficial, a una dura autocr¨ªtica. Sin embargo, gracias a dicho, y supuesto, defecto, el autor vien¨¦s libr¨® a la posteridad de una producci¨®n novel¨ªstica que, a juzgar por los intentos a los se entreg¨®, nos sumir¨ªa hoy en el aburrimiento y el desinter¨¦s, para, en cambio, legarnos una obra dram¨¢tica a¨²n representable y un medio de centenar de relatos entre los que se cuentan aut¨¦nticas piezas maestras. Amigo de Hoffmansthal y de Stefan Zweig, entre otros brillantes creadores de la ¨¦poca, admirado por Freud, Schnitzler, educado en el seno de una familia jud¨ªa culta y acomodada, estudi¨® medicina, profesi¨®n que ejerci¨® durante algunos a?os tras realizar viajes de estudio a Berl¨ªn, Londres y Par¨ªs. M¨¦dico castrense, fue expulsado del Ej¨¦rcito debido a la mordacidad de su visi¨®n de la vida militar en la obra dram¨¢tica El teniente Gustavo (1901), obra constituida por un mon¨®logo en la que su protagonista expresa, sin pudor alguno y en voz alta, todos los pensamientos que van cruzando por su mente, prefigurando la t¨¦cnica narrativa que Joyce llevar¨ªa a sus m¨¢ximas consecuencias veinte a?os despu¨¦s. Exitoso autor de teatro en la Viena insensata y decadente anterior a la primera gran guerra europea, con obras como Anatole (1893), con pr¨®logo de Hoffmansthal, Das M?rchen (El cuento, 1894), Halbzwei (La una y media, 1894), Liebelei (Amor¨ªos, 1896), Parecelsus (1899) o Der gr¨¹ne Kakadu (La cacat¨²a verde, 1899), su obra m¨¢s famosa fue la escandalosa Reigen (La Ronda, 1897), llevada posteriormente al cine, entre otros y de manera memorable, por Max Ophuls. Reigen, diez relaciones sexuales, mostradas sucesivamente, en escenas protagonizadas por parejas de las que uno de sus miembros era parte de la pareja de la escena anterior, tard¨® a?os en publicarse debido no s¨®lo a las caracter¨ªsticas er¨®ticas de la obra, sino a la mezcla explosiva de personajes que presentaba (se?oras burguesas, militares, prostitutas, arist¨®cratas, estafadores, damas de la alta sociedad...).
EL DESTINO DEL BAR?N VON LEISENBOGH
Arthur Schnitzler
Selecci¨®n y traducci¨®n de Berta Vias Mahou
Acantilado. Barcelona, 2003
250 p¨¢ginas. 15 euros
Tanto Reigen como la reinci-
dencia en el tema er¨®tico de otras de sus obras encasillaron a Schnitzler como autor de historias amatorias, licenciosas y notablemente c¨ªnicas, desdibujando no s¨®lo su producci¨®n literaria sino su propio personaje, al que se tild¨® de "fr¨ªvolo melanc¨®lico", asimil¨¢ndolo al protagonista de Anatole. Tal etiquetamiento por parte de la cr¨ªtica hizo que, para el p¨²blico, la obra de Schnitzler quedara anclada en la Viena crepuscular de principios de siglo. Cuando muri¨®, en 1931, apenas se publicaron algunas breves necrol¨®gicas en la prensa alemana y austriaca. Y hasta hace un par de decenios, cuando su obra ha empezado a revalorizarse, su nombre era sin¨®nimo de frivolidad, como si la cr¨ªtica y los historiadores de la literatura germana se hubieran tomado al pie de la letra las autoacusaciones con las que el propio Schnitzler se torturaba en su dietario: "Mi esencia: el diletantismo" o autorretratos como "revolucionario sin coraje, aventurero sin capacidad para soportar las incomodidades, ego¨ªsta sin inclemencia y, en fin, artista nada hacendoso; me conozco a m¨ª mismo pero no tengo tendencia a mejorar; desprecio las opiniones generales pero soy de una susceptibilidad extrema". Sin embargo, pese a dedicarse a lapidar con adjetivos desde?osos todas y cada una de sus obras, y de considerarse un escritor menor en comparaci¨®n con muchos de sus contempor¨¢neos, escribe una curiosa -aunque el tiempo ha demostrado cierta- observaci¨®n: "Pero s¨¦ que van a perdurar m¨¢s cosas m¨ªas que de varios autores que, como artistas, son m¨¢s grandes que yo". No se equivocaba. Aparte de algunas de sus piezas dram¨¢ticas (Profesor Bernhardi, contra el antisemitismo, est¨¢ considerada como una de las obras maestras del teatro alem¨¢n del siglo XX), los relatos de Schnitzler resultan, para el lector actual, de una modernidad absoluta. La incomunicaci¨®n, la insuficiencia de las relaciones amorosas para satisfacer las ansias de plenitud del ser humano, la crueldad y el cinismo que rigen el trato entre los hombres, la finitud y la cobard¨ªa mueven los actos y las existencias de los personajes -magistralmente concebidos desde el punto de vista psicol¨®gico- de los trece relatos que componen El destino del bar¨®n Von Leisenbohg (en una excelente traducci¨®n de Berta Vias Mahou). La traici¨®n amorosa y los celos abatiendo el alma de la v¨ªctima del adulterio incluso m¨¢s all¨¢ de la muerte de los ad¨²lteros (como en El otro y El viudo) o arrastr¨¢ndoles al suicidio (La extra?a y La bailarina griega), el brutal ego¨ªsmo de la burguesita que deja morir al amante il¨ªcito en aras de mantener el enga?o frente al marido (en Los muertos callan) y la crueldad que la protagonista de El destino del bar¨®n Von Leisenbohg, capaz de ceder a los requerimientos de su eterno enamorado para que recaiga sobre ¨¦l, y sobre el hombre al que en realidad ama, la maldici¨®n de su difunto esposo, consiste en arrastrar a la muerte al primer hombre con quien la viuda haga el amor tras su desaparici¨®n, constituyen el entramado emocional de estas historias, elegante y mesuradamente escritas. Historias crueles casi todas, sin lecciones morales, pero de una hondura despiadada. "Cuando el destino llama a la puerta en sus dramas y novelas cortas", escribe Marcel Reich-Ranicki refiri¨¦ndose a Schnitlzer, "lo hace siempre con sordina (se acerca caminando sobre algodones). En el mundo de Schnitzler, hasta lo cruel es discreto y comedido". As¨ª es.
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