La peor agresi¨®n
El juego sucio en el proceso que precede al ejercicio del derecho de sufragio por parte de los ciudadanos es la peor agresi¨®n que se puede cometer contra el sistema democr¨¢tico. La peor, repito. La democracia descansa en que la voluntad del Estado acaba siendo la voluntad de la sociedad tal como se expresa mediante las manifestaciones de voluntad individualizadas de los ciudadanos al depositar el voto en la urna. En que el proceso de formaci¨®n de voluntad de los ciudadanos en el ejercicio del derecho de sufragio sea un proceso limpio, que no est¨¦ viciado por ninguna circunstancia y, por supuesto, que no lo est¨¦ por la transmisi¨®n de informaci¨®n falsa o por la retenci¨®n de informaci¨®n veraz por parte del Gobierno, descansa la credibilidad de todo el sistema democr¨¢tico. Si el proceso no es limpio, el resultado final no es cre¨ªble y, como consecuencia de ello, el poder que se constituye con base en ese resultado carece de legitimidad.
La mentira electoral es mucho m¨¢s grave que la mentira que no est¨¢ conectada con las elecciones
En la adulteraci¨®n del proceso electoral exclusivamente fue en lo que descans¨® el impeachment del presidente Nixon. La raz¨®n por la que Nixon tuvo que acabar dimitiendo ante la seguridad de que iba a ser condenado, no fue otra que la de haber jugado sucio en el enfrentamiento electoral al espiar en el cuartel general del partido dem¨®crata situado en el edificio Watergate. Esa actuaci¨®n de espionaje fue interpretada, con raz¨®n, como un elemento desnaturalizador del juego limpio que debe presidir el proceso de formaci¨®n de voluntad de los ciudadanos. Y esto es algo que no puede ser perdonado en ning¨²n caso. La m¨¢s m¨ªnima duda sobre la fiabilidad del proceso de formaci¨®n de la voluntad de los ciudadanos antes de ejercer el derecho de sufragio tiene que ser depejada, porque, de lo contrario, es la legitimidad de todo el sistema la que se pone en cuesti¨®n.
El caso Watergate fue un juego de ni?os comparado con lo que est¨¢ ocurriendo en Espa?a en el proceso electoral que culmina hoy. La operaci¨®n que puso en marcha el Partido Republicano para tener ventaja en las elecciones presidenciales de 1972 frente al Partido Dem¨®crata no tiene ni punto de comparaci¨®n con la que ha puesto en marcha el Gobierno del PP tras la matanza del pasado jueves en Madrid, con la finalidad de obtener rendimiento electoral de la misma. Por varios motivos.
En primer lugar, por el momento en que se ha producido. El caso Watergate se produjo muchos meses antes de la jornada electoral, mientras que en este caso la operaci¨®n se ha puesto en marcha tres d¨ªas antes de dicha jornada. La relaci¨®n del caso Watergate con las elecciones de 1972 fue mediata e indirecta. La relaci¨®n de la operaci¨®n orquestada por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, ?ngel Acebes y Eduardo Zaplana de cara al d¨ªa de hoy es inmediata y directa.
En segundo lugar, porque en este caso ha habido doscientos muertos y m¨¢s de un millar de heridos, como consecuencia del atentado terrorista m¨¢s importante de la historia no s¨®lo espa?ola sino europea. Siendo el terrorismo una de las preocupaciones m¨¢s importantes de los ciudadanos espa?oles, es claro que la informaci¨®n sobre un atentado de esta naturaleza es de importancia decisiva en el proceso de formaci¨®n de la voluntad de cada uno de los ciudadanos antes de depositar el voto en la urna. En consecuencia, para que cada ciudadano pueda ejercer su derecho de manera apropiada resulta completamente indispensable que disponga de informaci¨®n veraz sobre la matanza de Madrid. No se le puede transmitir informaci¨®n no veraz y no se le puede ocultar informaci¨®n que lo sea. Justamente lo contrario de lo que ha hecho el Gobierno. Lo que el ministro del Interior ha dicho es mentira y lo que ha callado es la verdad. Y lo ha hecho por motivos exclusivamente electorales, para intentar influir en el proceso de formaci¨®n de la voluntad de los ciudadanos en el ejercicio del derecho de sufragio.
El Gobierno ha mentido en varias ocasiones con anterioridad. Minti¨® en todo lo relacionado con la guerra de Irak: ni hab¨ªa armas de destrucci¨®n masiva, ni hab¨ªa conexi¨®n alguna del Gobierno de Saddam Hussein con el terrorismo de Al Qaeda, ni hab¨ªa resoluci¨®n alguna del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que justificara la guerra. Ha mentido en todo lo relacionado con el accidente del Yak-42, agravando con sus mentiras el dolor de los familiares de las v¨ªctimas. Pero la transcendencia de esas mentiras es much¨ªsimo menor que la que tiene ¨¦sta. La mentira es siempre una agresi¨®n a la democracia, en la medida en que lo que distingue a la democracia de las dem¨¢s formas pol¨ªticas es que sustituye la fuerza por la palabra. Es mediante la palabra como se tiene que conseguir el poder y como se tiene que dar raz¨®n del uso que se hace del mismo una vez alcanzado. En el valor de la palabra descansa el conjunto del sistema. Pero la mentira electoral es mucho m¨¢s grave que la mentira que no est¨¢ inmediatamente conectada con el momento electoral. La agresi¨®n al sistema democr¨¢tico en este segundo caso es la peor de todas las posibles, ya que priva de fiabilidad al momento constitutivo de la voluntad general, que es el centro de gravedad del sistema.
En ninguna de las siete elecciones anteriores han concurrido los ciudadanos a las urnas con una ocultaci¨®n de informaci¨®n por parte del Gobierno sobre un tema fundamental. Nunca se ha intentado viciar desde el Gobierno el proceso de formaci¨®n de la voluntad general mediante el ejercicio del derecho de sufragio como se est¨¢ haciendo en esta ocasi¨®n. En nuestro sistema constitucional habr¨¢ un antes y un despu¨¦s del 14-M. No s¨¦ c¨®mo se podr¨¢ reparar el da?o que se est¨¢ haciendo al sistema democr¨¢tico, pero de alguna manera habr¨¢ que hacerlo. Es, con diferencia, la peor crisis constitucional desde la entrada en vigor de la Constituci¨®n.
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