La idiotez
Suelen quejarse los pol¨ªticos de que las campa?as electorales son duras y agotadoras. Tambi¨¦n lo son para los electores. Pero, por desagradables que resulten, parecen el ¨²nico camino civilizado para asignar legitimidades. Af¨®nicos, muertos de sue?o o estresados, los candidatos aprovechan d¨ªas como el de ayer y hoy para estar con la familia y cargar las pilas para soportar el carrusel declarativo que se iniciar¨¢ a partir de las ocho, cuando caer¨¢ sobre nosotros el hurac¨¢n de interpretaciones y horquillas. Durante la campa?a, los electores podemos habernos sentido insultados por la manera como nos han tratado. Desde el jueves por la ma?ana, en cambio, el voto ha adquirido categor¨ªa de medida de supervivencia, de gesto instintivo de reafirmaci¨®n ante la amenaza del p¨¢nico.
De acuerdo que las campa?as abusan de desacreditar al partido mayoritario en lugar de proponer soluciones a los problemas. Es cierto que varios partidos han coincidido en meterse con otro y que ¨¦ste ha respondido con modales de legionario chusquero. Vale que no es agradable recibir en casa toda clase de propaganda en la que se nos facilita el voto regal¨¢ndonos papeletas, promesas y sobres, como si estuvi¨¦ramos incapacitados para acudir al colegio electoral y, en la intimidad de la cabina, proceder al ritual sin cometer errores. Y a muchos se nos ha ca¨ªdo el alma a los pies al leer los prospectos adosados a las papeletas. Los mensajes han oscilado entre el triunfalismo y el frontismo irresponsables pasando por fuertes abrazos o la recomendaci¨®n de actuar descaradamente. Otros presum¨ªan de tener "sentido com¨²n", dando a entender que los dem¨¢s no lo tienen o que, hasta ahora, no hab¨ªan sentido la necesidad de ponerlo en pr¨¢ctica.
En los res¨²menes televisivos, hay quien se ha desga?itado llamando pancarteros, comunistas y separatistas a quienes han osado discrepar y otros, rodeados de figurantes m¨¢s o menos hist¨¦ricos o de sonrientes cheerleaders, han presumido mesi¨¢nicamente de tradici¨®n democr¨¢tica en un pa¨ªs donde el pedigr¨ª democr¨¢tico esconde capas de franquismo, estalinismo o justificaci¨®n de un fanatismo religioso o ideol¨®gico. Antes del jueves, los s¨ªntomas de idiotez suger¨ªan, como m¨¢ximo, referencias al Breviario de idiotas de Ermanno Cavazzoni, en uno de cuyos p¨¢rrafos puede leerse: "Un pol¨ªtico de la provincia de B¨¦rgamo se cay¨® del estrado en julio durante un acto electoral de su partido y muri¨®. El estrado era mucho m¨¢s alto de lo normal y muy estrecho. Se abri¨® una investigaci¨®n para determinar si lo hab¨ªan empujado o si se hab¨ªa tirado para suicidarse". Luego, por desgracia, la tragedia paraliza cualquier tentaci¨®n ir¨®nica y activa (o deber¨ªa hacerlo) todos los mecanismos de reflexi¨®n a corto, medio y largo plazo (y tambi¨¦n los mecanismos de evasi¨®n). En cuanto a la ret¨®rica electoral, no ha sido peor que otras veces. Han vuelto a abundar las proclamas patrioteras y clich¨¦s tan manidos como ¨¦se de que "otro mundo es posible". Ojal¨¢ lo fuera. Total: que a ratos me he sentido tratado como un perfecto idiota. Y teniendo en cuenta que este sentimiento se est¨¢ convirtiendo en una desagradable costumbre, no descarto que lo sea. Escuchamos interpretaciones mal¨¦volas, fan¨¢ticas y otras que insin¨²an oscuras conspiraciones y presagian futuras tempestades. Quiz¨¢ algunos de los candidatos que se presentan a las elecciones no se hayan ganado nuestro voto durante la campa?a, pero merece la pena volver a d¨¢rselo porque, a estas alturas, cualquier alternativa que no pase por las urnas nos orientar¨ªa hacia un horizonte de destrucci¨®n y locura.
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