El derrumbe de los psic¨®logos
Los voluntarios que apoyan a las familias han sufrido bajas por la presi¨®n que sufren
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El primer golpe para su ¨¢nimo como voluntaria se lo llev¨® poco despu¨¦s del atentado del pasado jueves. Ayudaba a sacar los cuerpos de uno de los trenes, cuando le entregaron un carrito vac¨ªo de ni?o, lleno de sangre. Ya por la tarde, la destinaron a la morgue improvisada en Ifema. Estuvo cuatro horas atendiendo a una familia, uno de los pocos casos en los que tuvieron que bajar al pabell¨®n 6 a identificar en vivo el cuerpo. Cuando le lleg¨® el relevo, la llevaron a trasladar los cad¨¢veres a los f¨¦retros. All¨ª, mientras cargaba con una de las bolsas, comenz¨® a sonar dentro el m¨®vil del fallecido. Fue la gota que colm¨® el vaso. No pudo m¨¢s. Era ya la madrugada del viernes y se quebr¨®.
El horror que vivi¨® la protagonista de esta historia, una voluntaria an¨®nima de los casi 1.000, entre sanitarios y psic¨®logos, de la Cruz Roja que han trabajado sin descanso los ¨²ltimos cinco d¨ªas, se puede repetir hasta el infinito en cada una de las personas que han tomado la tragedia sobre sus hombros, incluidos los cerca de 300 voluntarios del Samur-Protecci¨®n Civil que estuvieron al pie del ca?¨®n.
Adoraci¨®n Moreno, responsable de los equipos de atenci¨®n psicosocial de la Cruz Roja Espa?ola, explic¨® ayer que desde el mismo jueves se tuvo que atender a muchos de sus compa?eros, derrumbados por la presi¨®n psicol¨®gica que sufr¨ªan ante el contacto directo con la muerte y las familias de las v¨ªctimas.
Aunque la reacci¨®n a una experiencia tan traum¨¢tica puede tener efectos psicol¨®gicos y f¨ªsicos de importancia -lo que se denomina s¨ªndrome del voluntario- si no se tratan a tiempo, son "normales" s¨ªntomas como los problemas para dormir, la p¨¦rdida de apetito, de concentraci¨®n y, sobre todo, se recuerdan escenas, olores y constantemente se reeval¨²a lo que se ha hecho.
"En este caso, por la vivencia y la empat¨ªa con las propias familias afectadas y la necesidad de establecer una distancia de la carga emocional para poder desarrollar su trabajo, el voluntario no vive con tanta intensidad su dolor, lo que no le permite ser consciente de lo que ocurre", matiza Moreno.
De esta forma, se desarrolla un mecanismo de defensa, que se quiebra en el momento en que termina el trabajo, cuando vuelven a vivirlo todo de golpe. "Con el paso del tiempo, van a evolucionar y todo ser¨¢ como antes, pero hay que tratarlo". Cruz Roja lo tiene previsto. Generalmente, pasadas las 48 horas, se producen reuniones de grupo para elaborar la situaci¨®n vivida, a las que se les denomina debriefing.
Hoy mismo la organizaci¨®n ha preparado un encuentro de este tipo con 50 de sus voluntarios. "Para que sea efectivo, normalmente debe haber un m¨¢ximo de 15 personas", asegura Estela Castro, jefa de uno de los equipos de intervenci¨®n en Ifema. "En este caso hacemos uno con 20 personas, entre las menos afectadas porque hicieron un trabajo sin atender directamente a las familias de las v¨ªctimas, y luego entrevistas personalizadas con los psic¨®logos para los de una situaci¨®n m¨¢s grave". En el caso del Sercam, habitualmente se cuenta con siete psic¨®logos de plantilla para realizar los encuentros, aunque nunca se hab¨ªa necesitado de forma masiva. "A partir del lunes va a haber un replanteamiento para hacerlos", especific¨® ayer C¨¦sar G¨®mez, portavoz de Emergencias de Madrid.
"En la capital, el sistema de emergencias, que deber¨ªa ser m¨¢s profesionalizado, tiene su base en los voluntarios, que son un 80% de los efectivos", sostiene Mario Vald¨¦s, m¨¦dico de cat¨¢strofes y ex director del Sercam. "Les ha reca¨ªdo una responsabilidad grand¨ªsima y puede que, a veces, no est¨¦n preparados mentalmente para autoprotegerse".
"La diferencia es que hasta ahora las intervenciones de este tipo se hab¨ªan resuelto en 24 horas", a?ade Moreno. Pero, tras el atentado, la mayor¨ªa de los voluntarios quer¨ªa seguir siendo ¨²til todos los d¨ªas.
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