Vuelco electoral
Los electores espa?oles han quitado la mayor¨ªa al PP y le han encargado formar gobierno al socialista Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, despu¨¦s de unas elecciones generales celebradas en un clima de enorme tristeza ciudadana tras los atentados de Madrid. La alta participaci¨®n electoral es una de las claves en unos comicios que han llevado a las urnas a muchos j¨®venes abstencionistas y han devuelto al PSOE muchos votantes que le hab¨ªan abandonado. La jornada electoral se desarroll¨® con total normalidad despu¨¦s de una jornada de reflexi¨®n plagada de incidentes y de pol¨¦mica. El sistema pol¨ªtico y la democracia salen reforzados de estas elecciones, despu¨¦s de haber sufrido un dur¨ªsimo embate del terrorismo con indudables intenciones desestabilizadoras. No puede haber dudas sobre la legitimidad de estos resultados y del Gobierno que va a formarse a partir de la nueva composici¨®n del Parlamento.
El aumento de la participaci¨®n parece haber sido decisivo en el vuelco pol¨ªtico que han provocado las elecciones de ayer, que dan la victoria con 164 diputados al PSOE liderado por Rodriguez Zapatero, que debuta como candidato a la Presidencia del Gobierno con un triunfo que s¨®lo consiguieron al tercer intento sus predecesores Felipe Gonz¨¢lez y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Con casi once millones de votos, Zapatero obtuvo ayer el caudal de confianza m¨¢s importante en t¨¦rminos cuantitativos en toda la historia de la democracia. El panorama parlamentario resultante es similar al de las elecciones de 1993 y 1996, o a las dos legislaturas de Adolfo Su¨¢rez, con una mayor¨ªa minoritaria que permitir¨¢ al PSOE gobernar en solitario con apoyos externos. Zapatero se hab¨ªa comprometido a formar un gabinete monocolor, con inclusi¨®n de independientes, y acuerdos externos con otras formaciones, pero sin formalizar una coalici¨®n de Gobierno. CiU vuelve a ser, como en 1993 y 1996, el aliado m¨¢s probable, aunque no resulta suficiente.
El PP no s¨®lo pierde la mayor¨ªa absoluta, cuyo mantenimiento era su objetivo expl¨ªcito -y necesario, dada su dificultad para encontrar aliados-, sino toda opci¨®n de gobernar. La ca¨ªda del PP es de siete puntos porcentuales, lo que significa un gran fracaso, tampoco previsto por las encuestas, aunque es altamente probable que la p¨¦sima gesti¨®n de la cat¨¢strofe del 11-M haya resultado decisiva en la decantaci¨®n del electorado.
La recuperaci¨®n de la participaci¨®n hasta el 77%, por encima de la media de las ocho elecciones anteriores (73,7%), supone una respuesta ciudadana al intento de desestabilizaci¨®n pol¨ªtica pretendido por los terroristas que eligieron las v¨ªsperas electorales para organizar la matanza de Madrid. En las elecciones de 2000, la mayor¨ªa absoluta del PP se ciment¨® en el retraimiento de una parte considerable del electorado potencial de centro-izquierda, que se abstuvo. Los esfuerzos de Zapatero por motivar a ese sector se habr¨¢n visto reforzados con toda seguridad por la convicci¨®n generalizada de que la mejor respuesta al terrorismo consist¨ªa en legitimar mediante una votaci¨®n masiva a las instituciones democr¨¢ticas.
ZP, Zapatero Presidente
A sus 43 a?os, los mismos que ten¨ªa Aznar cuando alcanz¨® su primera victoria en 1996, y tres m¨¢s que Felipe Gonz¨¢les en 1982, Zapatero era casi el ¨²nico dirigente de su partido que confiaba en ganar ahora. Otros, incluso de su c¨ªrculo m¨¢s pr¨®ximo, pensaban que el objetivo era alcanzar un buen resultado que le permitiera prepararse para ganar en 2008. Sus ¨²ltimos movimientos, y en particular la fuerte apuesta, criticada desde sectores del PSOE, de no gobernar si no ten¨ªa m¨¢s votos que el PP, se ha revelado eficaz para atraer el voto ¨²til de la izquierda (IU retrocede de nueve a cinco esca?os) y para desactivar la principal arma utilizada por el PP para intentar conservar la mayor¨ªa absoluta: la descalificaci¨®n de la alternativa de Zapatero como confusa amalgama de fuerzas heterog¨¦neas y sospechosas de izquierdismo o radicalismo nacionalista.
El PP ha tratado de transmitir con Rajoy un mensaje de continuidad program¨¢tica con un talante menos agresivo que Aznar. El experimento ha fracasado, en parte porque la imagen del que se iba segu¨ªa dominando sobre la del que llegaba. Ello ha sido especialmente visible en los d¨ªas tr¨¢gicos anteriores a las elecciones y concretamente con su negativa a reunir a los partidos democr¨¢ticos para preparar una respuesta unitaria al desaf¨ªo terrorista, coherente con el empe?o de su ministro del Interior en mantener la hip¨®tesis de la autor¨ªa de ETA en contra de todos los indicios, para evitar que la guerra de Irak, uno de los puntos m¨¢s negros de la etapa de Aznar, apareciera en la campa?a.
El futuro de Rajoy como l¨ªder de la oposici¨®n es una inc¨®gnita; se le consideraba mejor gobernante que candidato, pero hay dudas sobre su capacidad para dirigir la oposici¨®n; es un salto demasiado brusco, de la mayor¨ªa absoluta a la oposici¨®n, aunque no sea comparable, por supuesto, al hundimiendo de la UCD a comienzos de los ochenta.
El PSOE tendr¨¢ un grupo parlamentario que le garantiza a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero la posibilidad de formar un gobierno estable en solitario con apoyos externos. El PSOE se hallaba en posici¨®n id¨®nea para trabar alianzas con otras fuerzas pol¨ªticas, pero el propio l¨ªder socialista ha demostrado poseer el estilo y la capacidad personales para llegar a acuerdos con otros partidos pol¨ªticos, algo que necesitar¨¢ en su investidura y posteriormente para desarrollar un programa pol¨ªtico con un Gobierno que exigir¨¢ mucha cintura y capacidad de di¨¢logo.
La primera comparecencia de Zapatero despu¨¦s de conocerse los resultados subrayan precisamente los aspectos m¨¢s destacados del estilo y del mensaje que le han llevado a la victoria. Destaca en este sentido el minuto de silencio en memoria de las v¨ªctimas de los atentados, que ha precedido a su discurso, y los gritos de los simpatizantes socialistas en recuerdo de los 200 conciudadanos asesinados el jueves. La de ayer era una noche de sentimientos mezclados para los socialistas, entre la alegr¨ªa por la victoria y la tristeza por el reguero de dolor de los atentados.
Zapatero tuvo palabras de reconocimiento y de respeto para quien ser¨¢ a partir de ahora el jefe de la oposici¨®n, a quien el l¨ªder socialista tendi¨® la mano para recabar su colaboraci¨®n. El pr¨®ximo presidente quiere convocar a todas las fuerzas pol¨ªticas a concertar la acci¨®n frente al terrorismo, el primer y m¨¢s agudo problema al que se va a enfrentar el nuevo Gobierno. ?ste ser¨¢, seg¨²n Zapatero, un Ejecutivo del cambio, impulsado desde la responsabilidad y la trasparencia. Repiti¨®, para subrayar la expresi¨®n de este nuevo estilo, su frase ya conocida: "El poder no me va a cambiar". Cabe destacar que Rajoy, por su parte, reconoci¨® su derrota con elegancia y pronunci¨® palabras que se corresponden con la oferta de di¨¢logo. El cambio que anunci¨® Zapatero puede impregnar en este sentido al nuevo estilo del PP en la oposici¨®n.
Las urnas han castigado con dureza el estilo de hacer pol¨ªtica que ha personificado Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y del que no ha podido sustraerse el candidato a su sucesi¨®n Mariano Rajoy. La pol¨ªtica auton¨®mica y la ruptura del di¨¢logo pol¨ªtico con los nacionalistas, la pol¨ªtica exterior y muy en concreto su decisi¨®n de involucrar a Espa?a en la guerra de Irak, han quedado duramente descalificados por los votantes.
La mayor¨ªa absoluta que reclamaba Rajoy ha quedado en minor¨ªa manifiesta. Los ciudadanos han rechazado el estilo prepotente del PP, que ha hecho del abuso de los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos una de sus se?as de identidad. A partir de ahora ser¨¢ imprescindible recuperar el di¨¢logo pol¨ªtico y parlamentario y el respeto a las reglas de juego.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.