14-M: Y hubo sorpresa...
El pasado domingo los espa?oles fuimos convocados a votar en las elecciones m¨¢s tristes de nuestra democracia. Tres d¨ªas antes, un atentado terrorista en Madrid, el m¨¢s sangriento de la historia de Europa, se cobraba 200 v¨ªctimas mortales y dejaba heridas a cerca de 1.400 personas. La respuesta ciudadana en contra del terror ha sido contundente. Han sido muchas las personas que han mostrado en las calles su m¨¢s absoluta repulsa a la violencia. Pero los ciudadanos tambi¨¦n han querido manifestar en las urnas solidaridad con las v¨ªctimas y apoyo a la democracia. Esta es, desde luego, la primera lectura que hay que hacer de estas elecciones.
Para casi todos, la victoria de Zapatero ha sido inesperada. El l¨ªder socialista llega a la Moncloa con el apoyo de 10,9 millones de electores, tres millones m¨¢s que en 2000. El PSOE obtiene el 43% del voto, 9 puntos por encima del porcentaje del voto logrado en los anteriores comicios. El PP pierde 700.000 votos, lo que supone, dado el incremento de la participaci¨®n, una ca¨ªda de casi 7 puntos porcentuales. Contra todos los pron¨®sticos, los socialistas finalmente han aventajado a los populares en 5 puntos porcentuales, casi 2,3 millones de votos.
En este peri¨®dico, se anunciaba la semana pasada que a¨²n hab¨ªa hueco para la sorpresa. Y lo ha habido. El an¨¢lisis de lo sucedido debe ser cauteloso, pues a¨²n no se dispone de encuestas postelectorales que permitan llevar a cabo una interpretaci¨®n fundamentada. Pero s¨ª es posible avanzar alguna hip¨®tesis. En t¨¦rminos generales, todo apunta a que la victoria del PSOE se deba principalmente al aumento de la participaci¨®n electoral, de casi 9 puntos porcentuales. Es bien sabido que en Espa?a la abstenci¨®n es esencialmente de izquierdas. Los socialistas han dispuesto de un amplio conjunto de ciudadanos a los que movilizar, mientras que el PP apenas si ha podido ara?ar en la abstenci¨®n. La sorpresa la han dado finalmente los indecisos de izquierda y centro izquierda que, a diferencia de lo ocurrido en 2000, han optado por votar. De ah¨ª que la victoria de Zapatero se deba m¨¢s al aumento de votos al PSOE que a la ca¨ªda de votos al PP.
Por otro lado, el retroceso de IU parece indicar que los ciudadanos han votado estrat¨¦gicamente a favor del PSOE, el ¨²nico partido en la izquierda capaz de ganar las elecciones. Futuros an¨¢lisis nos dir¨¢n en qu¨¦ medida el voto ¨²til es una respuesta al compromiso de Zapatero de no gobernar sin una mayor¨ªa de votos, o se debe m¨¢s bien al deseo de algunos de desalojar de inmediato al PP del Gobierno.
La explicaci¨®n m¨¢s sonada atribuye el ¨¦xito del PSOE a una movilizaci¨®n de ¨²ltima hora, cuyo detonante esencial ser¨ªa la matanza del 11 de marzo. Pero no es el atentado lo que contribuye a explicar el vuelco electoral, sino en todo caso la respuesta del Gobierno ante el tr¨¢gico suceso. Estudios sobre terrorismo y voto muestran que los ciudadanos no hacen a sus gobiernos responsables de los efectos de las acciones terroristas. En Espa?a, el voto a los partidos en el Gobierno no ha dependido nunca del n¨²mero de v¨ªctimas de ETA. Sin embargo, las mismas investigaciones muestran que los ciudadanos son enormemente sensibles a las reacciones de los gobiernos ante asuntos de los que de ning¨²n modo se les puede responsabilizar. Los votantes no castigan los atentados, de la misma forma que no castigan la aparici¨®n de corruptos en las filas de un partido, pero s¨ª la gesti¨®n que los gobiernos hacen de estos asuntos. Un presidente no es culpable de una matanza, como tampoco es culpable de que durante su mandato se corrompan miembros de su equipo, pero s¨ª est¨¢ en sus manos reaccionar con rapidez y firmeza, o no hacerlo. Es posible que en esta ocasi¨®n los ciudadanos hayan castigado al Gobierno, retir¨¢ndole su apoyo o votando a la oposici¨®n, por lo que para muchos observadores nacionales e internacionales ha sido una p¨¦sima reacci¨®n ante la tragedia del 11-M. El Gobierno del PP no ha actuado con transparencia y ha pagado por ello.
La reacci¨®n del PP ante el atentado, adem¨¢s, no constituye un hecho aislado. Aznar entr¨® en una guerra con el 90% de la opini¨®n p¨²blica en contra. Los gobiernos democr¨¢ticos no tienen por qu¨¦ seguir ciegamente los dictados de las encuestas, pero en aquellas raras ocasiones en las que las decisiones pol¨ªticas chocan tan de lleno con el sentir popular, s¨ª que deben hacer esfuerzos extraordinarios por tratar de persuadir a los ciudadanos de las razones que fundamentan esas decisiones impopulares. Blair meti¨® a su pa¨ªs en guerra pero termin¨® logrando, a base de di¨¢logo, el respaldo mayoritario de los ciudadanos brit¨¢nicos. Aznar y su Gobierno no dieron buenas razones. No hicieron esfuerzos por explicar sus acciones. No justificaron suficientemente la posici¨®n de Espa?a en la guerra. El castigo del domingo es un castigo a un estilo de Gobierno.
La movilizaci¨®n a favor del PSOE podr¨ªa tambi¨¦n responder a otros factores que apenas han sido mencionados. Las elecciones representan la ocasi¨®n para que los ciudadanos emitan su juicio sobre las pol¨ªticas llevadas a cabo por los gobiernos. La valoraci¨®n global del Ejecutivo ha ca¨ªdo considerablemente a lo largo de la legislatura. En abril de 2000, casi el 50% de los espa?oles consideraba que la gesti¨®n del Gobierno era positiva. En enero de 2004 s¨®lo lo pensaba el 27%. Detr¨¢s de esa valoraci¨®n global se esconden pol¨ªticas y resultados. En esta legislatura, la inseguridad ciudadana y la vivienda se han convertido en el tercer y cuarto problema fundamental para los ciudadanos, tras el paro y el terrorismo. De hecho, la ca¨ªda del voto al PP en estas elecciones es significativamente mayor en aquellas provincias en las que el precio de la vivienda es m¨¢s alto. Igualmente, el PP pierde m¨¢s votos en las circunscripciones que presentan ¨ªndices de bienestar social m¨¢s bajos: donde peor es la educaci¨®n, donde peor es la sanidad y donde menos bienestar personal hay m¨¢s se agudiza el castigo a los populares.
Finalmente, en la decisi¨®n de voto, especialmente, en la de los indecisos, pesa siempre el juicio contraf¨¢ctico que se haga. No s¨®lo importa c¨®mo es, c¨®mo lo hace y c¨®mo lo har¨¢ el partido que gobierna sino tambi¨¦n c¨®mo es, c¨®mo lo habr¨ªa hecho y c¨®mo lo har¨ªa el partido contrincante. Es posible que la movilizaci¨®n de los indecisos se deba tambi¨¦n a que Zapatero, su partido y su programa representen, en algunos sentidos, aspectos contrapuestos a lo que ha encarnado Aznar y los suyos. Votar socialista ha podido significar para algunos indecisos votar a un l¨ªder que promete un estilo de gobierno diferente, de transparencia y de di¨¢logo, con un partido en el que no es uno el que decide y los dem¨¢s detr¨¢s siguen, y con un programa que no ha ignorado que en Espa?a los ciudadanos sufren otros problemas adem¨¢s del nacionalismo. Que el bienestar social a¨²n importa.
Bel¨¦n Barreiro es profesora de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Complutense y miembro del Instituto Juan March.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.