La comicidad congelada
El teatro Real ha bajado la guardia con la versi¨®n de Don Pasquale estrenada ayer. La comedia tiene sus propias leyes, que no se pueden eludir. Ello es independiente del fondo feliz o dram¨¢tico que se esconde tras su superficie. Hay un ritmo interno elaborado desde la sucesi¨®n de las situaciones, desde la gracia otorgada al canto, desde la ligereza de los valores orquestales o desde la frescura de la interpretaci¨®n teatral. El ritmo nace y se desarrolla en la fusi¨®n de todos estos elementos. Se mostr¨® a cuentagotas en Don Pasquale. No es ¨²nicamente cuesti¨®n de un aspecto concreto, sino de la interrelaci¨®n de varios de ellos.
El esperado deb¨² de Jos¨¦ van Dam en el personaje que da t¨ªtulo a la obra se sald¨® con una desilusi¨®n, fundamentalmente porque no acaba de articular en torno a ¨¦l la evoluci¨®n de la trama. Importa menos su momento vocal que la falta de carisma para perfilar su personaje y, de rebote, llevar el peso de la ¨®pera. No se puede decir que Carlos Bergasa o Milagros Poblador o Marc Laho est¨¦n desacertados vocalmente. Al contrario. Hay momentos en que est¨¢n muy bien. Pero lo que late en l¨ªneas generales es un esp¨ªritu de soser¨ªa, acentuado por una orquesta insustancial dentro de su correcci¨®n.
Don Pasquale
De Gaetano Donizetti. Orquesta Sinf¨®nica de Madrid. Director musical: Giuliano Carella. Producci¨®n de la Opernhaus de Z¨²rich. Director de escena: Grischa Asagaroff. Con Jos¨¦ van Dam, Carlos Bergasa, Marc Laho, Milagros Poblador y Luis Alvarez. Teatro Real, Madrid, 15 de marzo.
La puesta en escena ayuda poco a levantar el clima de la representaci¨®n. Teatralmente es pobre, antigua, pesada, con ese tipo de convencionalismos que aportan m¨¢s bien poco a la obra, y cuando quiere ser original se deja llevar por un aire de revista pop de colorines chillones m¨¢s pretencioso que otra cosa.
Raras veces el espect¨¢culo invita a la sonrisa, ni desde los aspectos musicales, ni desde los pl¨¢sticos o teatrales. No acaba de arrancar, no funciona. Ello no quita el reconocimiento a media docena de momentos brillantes de Poblador, el bello timbre de Marc Laho, la regularidad de Bergasa o la presencia simb¨®lica de un mito del canto como Van Dam.
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