El 's¨ªntoma Bracons'
El Gobierno catal¨¢n ha decidido seguir adelante con el tema del t¨²nel de Bracons a pesar de la evidente oposici¨®n de un sector social significativo y del rechazo pol¨ªtico de los grupos de Iniciativa y Esquerra. ?Es ello fruto de una estrategia consciente acerca de cu¨¢l es el modelo adecuado que le conviene a la Catalu?a del siglo XXI? ?O es simplemente una decisi¨®n coyuntural y de vuelo gallin¨¢ceo sobre un tema en el que conven¨ªa decidir cuanto antes? A pesar de los pesares, la alternativa mejor ser¨ªa la primera, ya que implicar¨ªa que se habr¨ªa discutido de forma colectiva sobre el tipo de desarrollo que se debe impulsar y el modelo territorial en el que fundamentar tal desarrollo. Pero m¨¢s bien nos inclinamos a pensar que la respuesta deberemos buscarla en la segunda de nuestras hip¨®tesis. El consejero Nadal ha aprovechado la ventana de oportunidad que se abr¨ªa tras las elecciones y su sorprendente y esperanzador resultado, y todo el ruido medi¨¢tico que arrastramos tras los acontecimientos de la semana pasada, para zanjar de buenas a primeras un espinoso tema que se iba arrastrando desde noviembre.
Desde el entorno socialista se ven¨ªa discutiendo sobre la necesidad de demostrar a las fuerzas econ¨®micas y a las ¨¦lites territoriales que el Gobierno no estaba condicionado en su capacidad resolutoria por ninguna hipoteca pol¨ªtica procedente de los ecosocialistas y republicanos. De hecho, ya aceptaron a rega?adientes que fuera Iniciativa quien asumiera la cartera de Medio Ambiente, precisamente porque sus consejeros a¨²licos del mundo empresarial les preven¨ªan sobre las sospechas de par¨¢lisis que ello producir¨ªa. Pero ahora, con el oleaje socialista en pleno apogeo, han querido poner de relieve qui¨¦n manda. Desde mi punto de vista el resultado no es bueno. Y no lo es, tanto si lo miramos desde el punto de vista del contenido como si nos fijamos en las maneras con que se ha procedido.
En relaci¨®n con el contenido, ya que no me parece correcto seguir actuando con la l¨®gica convergente del "proyecto a proyecto", sin debate de fondo alguno sobre hacia d¨®nde nos dirigimos. La pregunta pertinente no es t¨²nel s¨ª o no, sino qu¨¦ v¨ªa de comunicaci¨®n para qu¨¦ Osona, para qu¨¦ Garrotxa, para qu¨¦ Catalu?a. O dicho de otra manera, ?queremos seguir con el actual modelo de desarrollo econ¨®mico y de usos del territorio o es posible plantearse alternativas distintas? Y ese debate, que sepamos, no se ha desarrollado. No es tampoco un problema de dar satisfacci¨®n a la opini¨®n mayoritaria de los territorios afectados. En los temas de medio ambiente, en los temas de sostenibilidad del pa¨ªs, la opini¨®n de los directamente afectados no tiene por qu¨¦ ser el elemento determinante. Es bien sabido que democracia y medio ambiente no pueden ser vistos como elementos mec¨¢nicamente unidos, porque las decisiones aparentemente locales afectan de manera clara a muchos otros factores de equilibrio general, y porque las decisiones de hoy afectan a las generaciones del ma?ana que no han sido implicadas en el proceso decisional. Si el problema es de comunicaci¨®n, de facilitar el intercambio entre ¨¢mbitos territoriales con dificultades de conexi¨®n, deben contemplarse todas las alternativas existentes y calibrar de manera abierta y transparente costes y beneficios, e implicaciones e impactos actuales y futuros. De todos es sabido que la creciente urbanizaci¨®n del pa¨ªs sigue de manera muy precisa el desarrollo de las v¨ªas de comunicaci¨®n, y por tanto detr¨¢s de cada nuevo kil¨®metro de carretera se produce un impacto en pocos a?os en relaci¨®n con los usos del suelo y sus consiguientes efectos en la estructura social, en los modos de vida y de consumo. Bracons es un (mal) s¨ªntoma de que poco ha cambiado en la falta de criterios conocidos sobre hacia qu¨¦ Catalu?a nos dirigimos desde el punto de vista de prioridades de desarrollo y de equilibrio territorial y ambiental.
Si nos detenemos en el procedimiento, la cosa no tiene mejor pinta. La aprobaci¨®n del tema el d¨ªa 16, con el personal tratando de recuperarse despu¨¦s de tantas emociones, permite establecer todo tipo de conjeturas sobre la transparencia del proceso. No parece claro que con decisiones como ¨¦stas estemos avanzando hacia "otra forma de gobernar". En el documento firmado solemnemente en el Tinell por parte del tripartito se puede leer que se promover¨¢ "la participaci¨®n ciudadana en la toma de decisiones pol¨ªticas". Y uno de los cuatro macroobjetivos del Gobierno es precisamente "m¨¢s calidad democr¨¢tica". La primera frase del apartado del documento, Una nueva pol¨ªtica territorial y ambiental, afirma que esa nueva pol¨ªtica s¨®lo ser¨¢ posible con el impulso de nuevos instrumentos de participaci¨®n ciudadana. Nadie discute de la legitimidad del Gobierno para aprobar el proyecto de Bracons dise?ado por Pere Macias con las modificaciones y evidentes mejoras con que finalmente se ha resuelto el contencioso. Pero todos sabemos que no es s¨®lo un problema de legalidad de lo que discutimos, sino tambien de legitimidad. Y, al menos desde mi punto de vista, se pod¨ªa haber hecho m¨¢s para ampliar el marco potencial de apoyos al proyecto sobre la base de discutir abiertamente sobre alternativas y costes y beneficios con el m¨¢ximo de actores posible.
En definitiva, Bracons es un s¨ªntoma. No es a¨²n la manifestaci¨®n de algo m¨¢s serio. Pero no ayuda ni en el fondo ni en la forma a ver un cambio en la gobernaci¨®n del pa¨ªs. A m¨ª no me preocupan las disensiones internas, si al final la posici¨®n es del Gobierno en su conjunto. Me parece l¨®gico que existan, ya que siempre han existido, aunque antes no eran tan visibles, y si no que le expliquen a Artur Mas qu¨¦ sucedi¨® con la presa de Margalef. No tenemos un Gobierno tripartito para reducir las complejidades de la acci¨®n p¨²blica o para que se preocupe de demostrar autoridad. El tripartito es una expresi¨®n de la rica y positiva complejidad del pa¨ªs, y esperamos que su forma de gobernar responda a una sociedad que se ha quitado de encima en pocos meses mucho mesianismo y arrogancia jer¨¢rquica.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB.
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