La hora del presidente

Sin asimilar plenamente el vuelco electoral y los cambios pol¨ªticos que se anuncian o se decantan, los observadores y no pocos protagonistas de la vida p¨²blica valenciana de todo color ya est¨¢n glosando sus consecuencias en el ¨¢mbito dom¨¦stico. Y la m¨¢s notable de entre ellas, tanto por su importancia como por su morbo, alude a la confrontaci¨®n entre el todav¨ªa ministro y portavoz del Gobierno, Eduardo Zaplana, y el presidente de la Generalitat, Francisco Camps. Un conflicto larvado que se ha prolongado sin esc¨¢ndalo, pero sin disimulo, a la espera de que la pronosticada victoria del PP delimitase las parcelas de poder partidario e institucional entre los citados dirigentes. Las circunstancias han determinado, sin embargo, que ambos gallos est¨¦n condenados a coexistir en el mismo corral, con el sacrificio m¨¢s o menos provisional de uno de ellos, so pena de malversar la legislatura auton¨®mica y el capital pol¨ªtico, que sigue siendo s¨®lido y ancho

Sin hechos ni indicios que confirmen el pron¨®stico, nos inclinamos a creer que la crisis latente se resolver¨¢ sin tardanza a favor del molt honorable y, en suma, de los intereses mayoritarios del partido y generales del pa¨ªs. A pesar de sus cr¨ªticos, y los hay tan enconados como enfermizos, de Eduardo Zaplana no se puede ignorar o desde?ar su instinto pol¨ªtico y, hoy por hoy, a tenor de los sucesos, hasta el m¨¢s lerdo percibe que no puede convertirse en un agente desestabilizador del gobierno auton¨®mico. Y ello a pesar de la legi¨®n de sus leales que, preocupados por su cargo y n¨®mina, le inciten a abanderar un contrapoder que ser¨ªa tanto como ponerle alas a la oposici¨®n. Lo cual, adem¨¢s, conllevar¨ªa la devaluaci¨®n del ministro en los altos foros del PP, donde no ha dicho ni mucho menos su ¨²ltima palabra. ?O es que alguien ha cre¨ªdo que se va a cortar la coleta? M¨¢s y peores cornadas ha de sufrir para que eso acontezca.

Si la adivinaci¨®n llega a ramos de bendecir y Camps se sacude la larga sombra de Zaplana con la venia de ¨¦ste, o incluso se beneficia de su amparo y experiencia, como ser¨ªa l¨®gico, ya nada impedir¨ªa que sonase la hora del presidente revel¨¢ndonos sus capacidades de gobierno, casi in¨¦ditas hasta ahora. Que reajuste el gabinete si considera que hay -y obviamente las hay- ineficiencias, que marque las pautas a seguir y que haga valer su liderazgo en el marco del Pa¨ªs Valenciano, condici¨®n inexcusable para tener voz en Madrid, donde su tono ha de ser en adelante m¨¢s reivindicativo que complaciente como ha sido el caso hasta ayer mismo. Es la ventaja y su contrario de constituir un baluarte del PP en el marco estatal.

No nos incumbe aleccionarle acerca del modo y manera de emitir las se?ales del cambio. Quiz¨¢ procediera licenciar un par o tres consejeros anodinos o formular una declaraci¨®n de intenciones novedosa y significativa de que la Generalitat tiene un titular. Podr¨ªa ser as¨ª o parecido. Pero tengo para m¨ª que nada habr¨ªa m¨¢s eficaz y factible a estos efectos que darle una sacudida a los responsables y programas de RTVV, delatando as¨ª la nueva imagen democr¨¢tica, innovadora y transparente que -suponemos- ha de comportar esta nueva etapa que, por chamba o infortunio, ha convertido la Comunidad Valenciana en un referente centrista, conservador o carca entre el concierto de las autonom¨ªas. A elegir, pero sin olvidar que el tiempo y las expectativas se acaban.