Comicidad ajada
La f¨®rmula no era nueva ni siquiera cuando se le ocurri¨® a Coline Serreau: poner patas arriba las vidas de tres hombres hechos y derechos por obra y gracia de la llegada de un reci¨¦n nacido (ya la hab¨ªa rodado, en dos ocasiones, el gran John Ford con el envoltorio del western, y vaya si funcionaba): una especie de revisi¨®n ir¨®nica de los Reyes Magos y el Ni?o Jes¨²s. Pero lo cierto es que cuando se estren¨® Tres solteros y un biber¨®n, en 1985, arras¨®, y con tal intensidad como para generar hasta dos remakes americanos, en 1987 y en 1990. Ahora, lo que se propone es un regreso a los mismos personajes (repite el cuarteto protagonista, los tres solteros y la madre de la criatura), s¨®lo que ¨¦sta, Marie (Madeleine Besson, la propia hija de Serreau), tiene ya las 18 primaveras del t¨ªtulo, y sus protectores son algo m¨¢s que moderados carrozas.
TRES SOLTEROS Y UN BIBER?N, 18 A?OS DESPU?S
Direcci¨®n: Coline Serreau.
Int¨¦rpretes: Andr¨¦ Dussollier, Roland Giraud, Michel Boujenah, Madeleine Besson, Philippine Leroy-Beaulieu. G¨¦nero: comedia, Francia, 2003.
Duraci¨®n: 90 minutos.
El humor que se invoca sigue siendo considerablemente blanco, pero de tan visto resulta incluso ajado, la verdad sea dicha. Se le notan demasiado al invento sus mecanismos, los mismos chistes sobre el car¨¢cter de los tres, aunque, eso s¨ª, las situaciones son en alg¨²n punto nuevas, y las preocupaciones del tr¨ªo, demasiado inveros¨ªmiles incluso para una comedia desacomplejada como ¨¦sta: una adolescente pizpireta y agraciada no parece necesitar la protecci¨®n, casi el acoso constante, de sus peculiares progenitores putativos.
Y como estamos en una comedia francesa para el gran p¨²blico, no faltan los gui?os de complicidad a costa de unos estadounidenses sencillamente de bofetada, un compendio del lugar com¨²n asociado al americano emprendedor y deportista. Ni tampoco otros gui?os, esta vez en busca de la adhesi¨®n de las plateas j¨®venes, como el hacer de Marie una militante antiglobalizaci¨®n y miembro de Attack!... Ni, en fin, los ya tradicionales toques feministas, tan habituales en el cine de Serreau, que hacen de sus pel¨ªculas desembozadas historias de buenas muy buenas y malos banales y est¨²pidos.
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