Queiroz nunca gana
Carlos Queiroz, como antes Del Bosque, acaba de enterarse de lo que supone dirigir al Madrid. El entrenador no gana nunca. No al menos con el modelo actual. Desde el 9 de noviembre, fecha de la derrota frente al Sevilla, el equipo ha disputado 29 partidos en 19 semanas, denso calendario que ha resuelto con un balance de 19 victorias, siete empates y tres derrotas (una en la Liga frente a la Real Sociedad y dos en la Copa, ante el Sevilla en el primer partido de la semifinal y frente al Zaragoza en la final). Si se aplicara el sistema de puntuaci¨®n de la Liga a todas las competiciones, el Madrid habr¨ªa conseguido 64 de 87 puntos. Eso significa un 73%, porcentaje inusual por magn¨ªfico, m¨¢s a¨²n cuando el Madrid se ha enfrentado, entre otros, al Bayern, Valencia, Bar?a, Deportivo y Atl¨¦tico de Madrid. Ning¨²n equipo de Espa?a ha jugado m¨¢s partidos y ninguno ha tenido mejor trayectoria. El Madrid encabeza la Liga con cuatro puntos de ventaja sobre el Valencia, ha alcanzado los cuartos de final de la Copa de Europa y acaba de jugar la final de la Copa. La ha perdido y el culpable, por lo que parece, es Queiroz, que no tuvo nada que ver en la espectacular cosecha de resultados anteriores. De las victorias se encargan las estrellas y de la derrota se ocupa el hombre que gestiona un modelo que le penaliza.
El singular modelo del Madrid -la m¨¢s formidable colecci¨®n de jugadores de ataque que se puede encontrar en el f¨²tbol mundial- tiene mucho de her¨¦tico, lo que no es ni bueno ni malo. Es una manera diferente de entender las necesidades de un club que pone tanto ¨¦nfasis, o quiz¨¢ m¨¢s, en las repercusiones de los fichajes en el mercado econ¨®mico como en su rendimiento en el campo de juego. Florentino P¨¦rez puede presumir de un estupendo resultado en los dos aspectos. El Madrid se ha convertido en la primera referencia del f¨²tbol mundial y cada a?o ha ganado t¨ªtulos de gran prestigio. Durante su mandato, Florentino P¨¦rez se ha sentido con todo el derecho a reclamar la autor¨ªa del ¨¦xito. Es natural: ¨¦l lo ha inventado, as¨ª que parece natural hablar del Madrid de Florentino P¨¦rez, hecho ins¨®lito en el mundo del f¨²tbol. Es una de las convenciones que ha roto este Madrid. Hasta ahora, el patrimonio sentimental del ¨¦xito correspond¨ªa a los jugadores irrepetibles -Di St¨¦fano, Pel¨¦, Cruyff o Maradona- o a los entrenadores. Ahora mismo se habla del Arsenal de Wenger, del Manchester de Ferguson o de la Juve de Lippi. S¨®lo Berlusconi pretende apropiarse ladinamente de los m¨¦ritos que corresponden a Ancelotti en el Milan. En el Madrid de Florentino P¨¦rez, el entrenador es un subalterno, supeditado a las proezas de las estrellas. Eso tambi¨¦n forma parte del modelo. A Queiroz, como antes a Del Bosque, s¨®lo le corresponde cargar con la parte de la que nadie se hace responsable: las derrotas, aunque sean escasas. De las victorias se ufanan otros. Va en la paga de Queiroz, que acept¨® esta situaci¨®n cuando fich¨® por el Madrid.
No parece, por tanto, que en el Madrid haya un principio de solidaridad en la derrota. Tampoco hay memoria. Queiroz ten¨ªa a Makelele cuando fich¨® por el Madrid. Ahora no lo tiene. Le consideraba importante. Cre¨ªa que un equipo compensado es m¨¢s solvente que uno desequilibrado, pero qu¨¦ importa su opini¨®n. Tambi¨¦n sabe que no hay un segundo Ronaldo detr¨¢s del Ronado original, ni un segundo Figo, ni un segundo Roberto Carlos. Sabe que los pavones, al menos en su versi¨®n actual, son m¨¢s garant¨ªa de derrota que de victoria. Sabe perfectamente que cualquier grieta -la lesi¨®n de Ronaldo, por citar el problema m¨¢s reciente- puede ser devastadora. Son los riesgos de un modelo fastuoso que guarda algunas miserias. Est¨¢ claro qui¨¦n las pagar¨¢: Carlos Queiroz.
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