Ronda de lo absurdo
Una de las virtudes de Un tranv¨ªa en SP era la pericia para soldar fragmentos. O mejor dicho, para urdir la ilusi¨®n de un libro fragmentario. Los nexos eran fragmentos, y la materia anexada era aquella ilusi¨®n narrativa que se le¨ªa con la fluidez de los textos "hechos y derechos", que exig¨ªa la preceptiva tradicional. La provocaci¨®n era un relato plebeyo, carnavalesco, para decirlo con palabras de Bajtin, disimulado bajo una capa de trama con principio y final. El pelo de Van 't Hoff sigue en esta l¨ªnea, s¨®lo que ahora Unai Elorriaga ha privilegiado el fragmento sobre la ilusi¨®n de unidad. Lo que antes era costura, ahora se trastoca en apariencia de sustancia. Tampoco hay ahora ilusi¨®n de trama, porque lo que ha impelido a su autor marginarla es la construcci¨®n de un personaje premeditadamente infantil, un personaje nacido para desprestigiar el lenguaje adulto, en contraposici¨®n a un lenguaje (el de esta novela, que no el del protagonista, que se representa con una voz omnisciente) l¨²dico, invertebrado, entre la gram¨¢tica surrealista y el homenaje a G¨®mez de la Serna.
EL PELO DE VAN ?T HOFF
Unai Elorriaga
Alfaguara. Madrid, 2004
211 p¨¢ginas. 14 euros
El pelo de Van 't Hoff cuenta la historia de Mat¨ªas Malanda, un hombre en la treintena que lleva una pelota de goma. Juega con ella y con ella se planta ante el mundo a trav¨¦s una misi¨®n digna de un relato de Kafka: escribir biograf¨ªas para un supuesto y kafkiano Ministerio. Dije antes que las costuras pesan m¨¢s. Y esas costuras son juegos de palabras, greguer¨ªas, fogonazos l¨ªricos. Pero a medida que avanzamos en su lectura, la sensaci¨®n que nos va dejando la segunda novela de Unai Elorriaga es la de una insustancialidad narrativa muy bien camuflada. La idea del personaje es buena, un tipo con una pelotita merodeando el absurdo de la existencia humana. La hubiera envidiado hasta el mism¨ªsimo Julio Cort¨¢zar. A la severa sobriedad de un Kafka, el escritor vasco le opone una cadena de ocurrencias verbales muy bien equipadas y llenas de contagiosa amabilidad. Pero el absurdo sigue rondando por las p¨¢ginas sin que sepamos nunca exactamente d¨®nde reside su maldad o su banalidad, a diferencia de lo que ocurre en algunos de los cuentos m¨¢s emblem¨¢ticos de Kafka, incluso del ya citado Cort¨¢zar. Esto que digo no es para que cunda el des¨¢nimo entre sus lectores. La novela tiene buenos momentos, aunque lamentablemente menos buenos y m¨¢s innecesarios que la primera que public¨®. Ahora bien, da la impresi¨®n de que Unai Elorriaga se meti¨® en un problema narrativo de complicada salida. Lo que puso en funcionamiento el escritor es su filosof¨ªa compositiva, ni mejor ni peor que otras, sobre todo ni peor ya que las defendi¨® con absoluta coherencia. Sencillamente uno se plantea una duda que seguramente no se le habr¨¢ escapado a su autor. Y con esta facilidad para encantar serpientes, ?cree Elorriaga que podr¨¢ desentra?ar en su pr¨®xima novela lo que se esconde detr¨¢s del mundo que narra? Lo que est¨¢ delante parece que con unas buenas greguer¨ªas y dem¨¢s efectos ling¨¹¨ªsticos queda retratado, pero lo que est¨¢ escondido no se desentra?a con unas costuras, por m¨¢s brillantes que sean.
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