"La cruzada de los ni?os del medioevo surgi¨® de otra Europa convulsa"
Borges se conmovi¨® profundamente ante la imagen dolorosa de "incontables ni?os perdidos", esos peque?os que seg¨²n la leyenda medieval partieron espont¨¢neamente en 1212 desde diversos puntos de Francia y Alemania, a pie, con el ingenuo objetivo de liberar Jerusal¨¦n de los musulmanes, en lo que se dio en llamar la cruzada de los ni?os. Ahora, otro escritor, Peter Berling, el autor de la exitosa saga de Los hijos del grial, ha rastreado aquel oscuro episodio para recrearlo en su nueva novela.
En La cruzada de los ni?os (Grijalbo), Berling narra la penosa peripecia de m¨¢s de 30.000 ni?os diezmados por el arduo viaje, manipulados por los poderes pol¨ªticos y religiosos y enga?ados por comerciantes sin escr¨²pulos que, bajo la promesa de transportarlos en barcos a Tierra Santa, los entregan a los mercaderes de esclavos del norte de ?frica. El escritor alem¨¢n, que hoy cumple 70 a?os, exhibe de nuevo su pericia para resucitar el medioevo e incluye en la trama algunos de sus temas favoritos, como el del catarismo.
Otra vez el enorme autor con amedrentador aspecto de ogro se acerca tiernamente a los ni?os. En este caso ya no son dos -los infantes Roc y Yeza de la inolvidable saga de la sangre del Grial-, sino millares, todos los integrantes de esa instintiva marcha de pueri sine rectore, ni?os sin gu¨ªa, que evoca en su novela. Berling, en entrevista telef¨®nica desde su casa en el Trast¨¦vere romano, dice que desconoce el maravilloso librito cl¨¢sico de Marcel Schwob que lleva el mismo t¨ªtulo de La cruzada de los ni?os (Tusquets, 1971) y que prolog¨® Borges. Schwob se acerc¨® a la leyenda de la cruzada infantil mediante una serie de breves y conmovedores mon¨®logos que han tenido traslaci¨®n teatral. Muy diferente es la aproximaci¨®n de Berling, prolija y documentada. "Cuando escrib¨ª La condesa hereje (Plaza & Jan¨¦s, 2001) ya hice que la protagonista se cruzara con la marcha de los ni?os y entonces me vino la idea de hacer un libro enteramente sobre ese fen¨®meno. Fue un movimiento muy curioso, un suceso hist¨®rico del que sabemos muy poco". Peter Berling no duda de la veracidad del episodio, pese a que muchos historiadores lo observan con el mismo escepticismo que la aseveraci¨®n del cronista san Medardo de que cada 10 a?os marchaban milagrosamente hacia Tierra Santa p¨¢jaros, mariposas y hasta ranas y peces. "Hay muy pocos documentos, pero los hay. Una columna sali¨® de Alemania con un ni?o de Colonia, Nicol¨¢s, al frente. Sufri¨® estragos al pasar los Alpes y alcanz¨® G¨¦nova, sin que sepamos qu¨¦ pas¨® luego. Es muy posible que la leyenda del rattenf?nger de Hameln, que dio pie al cuento de 1816 de los hermanos Grimm El flautista de Hamelin, surja de esa partida masiva de ni?os alemanes. La columna francesa, que marchaba tras Esteban, un pastorcillo iluminado del Vendome, lleg¨® hasta Marsella y all¨ª los ni?os esperaron a que se abriera el agua para poder pasar, como cre¨ªan que suceder¨ªa, amonton¨¢ndose en los muelles. Dos mercaderes, uno de ellos Guillermo el Puerco, que fue almirante de Federico II, les proporcionaron barcos y los ni?os acabaron en el mercado de esclavos de Beyaia".
Berling opina que la cruzada infantil pone de manifiesto "otro momento socialmente convulso en Europa", con "numerosos hu¨¦rfanos y ni?os abandonados como consecuencia de las guerras y pestilencias que asolaron el continente". La cruzada, considera, pudo servir de excusa para que las autoridades "se libraran de una poblaci¨®n in¨²til de desheredados itinerantes potencialmente peligrosa". Algo as¨ª, se?ala, como los actuales ni?os de la calle -significativamente, el dramaturgo Jos¨¦ Sanchis Sinisterra coordin¨® un montaje teatral sobre esta problem¨¢tica, La cruzada de los ni?os de la calle, a partir de la leyenda medieval-. "No se puede negar que el Imperio, la Iglesia y el rey de Francia, siguieron atentamente el fen¨®meno. Si no alentaron la cruzada infantil, s¨ª cerraron los ojos ante algo que s¨®lo pod¨ªa acabar en desastre".
El escritor ha acabado una nueva entrega, la quinta, de la serie iniciada con Los hijos del Grial. Se titular¨¢ El kilim, nombre que puede parecer poco sugerente hasta que Berling recuerda la tradici¨®n mongola de supliciar a los reos nobles, para no derramar su sangre, envolvi¨¦ndolos en una alfombra y haciendo galopar encima a la caballer¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.